Quién sabe si hoy habrá sido un día bohemio....
He comprado un queso (Forez) con el que, por casualidad, he acertado. Un pedazo de Quiche Lorraine de espinacas y salmón me espera en la cocina, para cuando ataque el hambre y yo le ataque a él. Le he cogido prestada una cerveza a Nicolás. He adquirido nuevas sustancias para el deleite (o eso espero). Pero no me gusta el olor a barniz rancio con mezcla de lejía que desprende mi cajita de 0'20€... Como tampoco me agrada que la mejor compañía de estos días se rocíe de malos aromas. Ya se sabe, las malas influencias...
Como decía, voy a pegarme el gustazo de cenar bien e intentar dormir mejor que esta noche. El vino peleón, aunque sea de denominación francesa, sigue siendo demasiado malo para el hombre...
Por fin he podido disfrutar del fotoshop y he retocado algunas fotos. Aunque de la vida que refleja, por ahora, no puedo mejorar prácticamente nada. Echo un vistazo a las últimas horas de mi vida española y aún siento el apretón de Gema en Barajas.
La pesadilla de voz que emplea mi madre-coraje cuando a su niña le hacen descalzarse en el control del aeropuerto. Reflexiono sobre mi tirantez con ella.
Los mensajes nocturnos con mi hermana en la habitación de al lado haciéndose la dormida.
Mi padre y mi hermano apoyándome en el vicio del "botellón" y la buena vida.
Pensé también en todo esto justo ayer, en la plaza de la catedral, mientras escabiaba aquel vinagre (que no vino) con Esteban. La reconcha de su madre... Y esos frascos de jarabe con nombre de cerveza...
Esta mañana aguardé una cola de dos horas para entrevistarme con una francesita constipada que me preguntaba porqué Clermont, qué hago en mi tiempo libre y qué haría en una clase de niños aprendiendo español.... Bueno, dependiendo de la edad, le dije. Todos sabemos que sigue habiendo niños con más de veinte años.
Salí.
Paseé.
Leí mails de amigos a los que añoro en la hora del café. Don Guillermo de la Mancha. Juanki al borde de un ataque de nervios , de vuelta a Madrid. Javi, siempre al servicio del ciudadano; el teléfono de su oficina, siempre al servicio de su beneficio.
Escuché Jazz durante toda la tarde.
Intercambié opiniones de posibles planes para una noche en la que el Madrid se disputa un partido perdido de antemano con el Marsella. Pongo cara de póker (en francés, oui-oui) y me marcho con viento fresco. Una no ha venido aquí para hacerle ascos a nada, como diría Paco, o Azcona en su libro Los Ilusos, pero recorrer 1000km para quedarme con lo de siempre... Estoy segura que cuento con su apoyo.
Elena prepara maletas. Dos aviones en menos de una semana. Demasiado para su reposo acostumbrado.
Siento dolor en partes del cuerpo demasiado inexactas para ser localizadas. La randonée de ayer fortaleció el cansancio, pero me llenó de aire. Un parapente a más de 1400 metros de altitud. Eso sí es dejar volar la imaginación... Por desgracia, el escabio no termina de levantarme los pies del suelo.
Un día que me quieras cantado a voz en grito rodeado de una sociedad demasiado bumbublé como para permitirse el gusto de cuchichear. Hubiera sido mejor todo a media voz, pero la promesa de ahumarme con la piva de Tierra del Fuego me pareció relinda... para qué poner pegas.
Sólo recibo mensaje de Orange FR.... Hic et nunc, me creo casi un M-Clan huyendo de La Tierra, sin esperar contestación...
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Hoy, como posible día bohemio, me gustaría compartir con Rober cualquier documental que pasen por la 2 de madrugada y reirme con su zapatilla echando humo.
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