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viernes, 23 de diciembre de 2011

Crónicas del país de Sansueña. Costumbres y graciosidades. ( I )

*A Sansueña, por soñar aunque cueste... 

Se despiertan las calles bajo el blanco polvo helado y cayendo... Se enciende, poco a poco, la vida en pequeñas tiendas antiguas.

La modesta población de Sansueña prepara, como cada solsticio de invierno, las viandas y sacrificios a su patrón. San Pancracio, con los eternos cinco duros en su índice, apunta al cielo, como recordando al Tronante, su poder y el castigo que recibirán todos aquellos que adoren a falsos tótems. Pero no importa. Como todo santo, se ganó el cielo por bonachón y, por mucha amenaza, siempre se puede mirar a otro lado, para que el cielo no vea, y perdonar los pequeños deslices de los crédulos sansueñeros. "¡Este año sí, Dios mío!"  Y es que, si algo tienen de peculiar los oriundos de Sansueña, es su carácter pueril, su confianza ciega y desesperante hacia el Azar y la Fortuna. Como niños que, creyendo a pies juntillas la posibilidad de un vuelco de tortilla, tientan a la Suerte y comienzan, meses antes, la tradicional peregrinación hacia una ventanilla que les asegure, a ojo de buen cubero, que "este año sí que sí". Este encaminarse, medio catárticos, hacia la "estampita" que les de el pase seguro a la Gloria - económica, pues, como toda tierra de bien, en Sansueña hasta soñar cuesta dinero -; este deambular con ello en la mano, babeando ante los cinco números que lo encabezan; delirando de risa disimulada al pensar "Díos mío, ¿y si este año sí?" Y un brillo inefable de Esperanza y Estulticia aparece en el par de ojos de cada uno de estos aborígenes, y refulgurando... Olvidando la miseria en las aceras; la mansedumbre de curritos explotados, de parados deprimidos y mujeres cabizbajas.
De hecho, y para no dejar un sólo cabo sin atar, se sigue todo un ritual de acercamiento previo al suceso. Una vez obtenida la estampita de la Suerte, cada sansueñero debe besarla y salir en busca de todo tipo de protuberancias: las barrigas de embarazadas y las corcovas de jorobados son elementos recurrentes, casi talismanes, según se aproxima el día. Frotándola sobre dichos abultamientos,  lo acompañan, cual misal y rosario, para estimular y atraer hacia la estampita la Fortuna deseada, una suerte de deprecaciones: "Ay, Dios mío, con la falta que nos hace ahora..."; "Según está la cosa, una ayudita...Un colchoncito pa respaldarnos..."; "Un pellizquito nada más...", "Yo solo pido lo justito pa ir tirando..." Bajo la mágica alineación de los planetas que todos invocan para sí, una música  resuena en todas las cabezas. Y entonces, acompasados por las calles de Sansueña, las faldas, los zapatos, los sombreros inician la danza de la Primitiva, de la Bonoloto; de la Línea y el Bingo; del Sueño y la Ilusión a ritmo de vals...
Sansueña, después de meses de peregrinación, fabulación y recopilación de "estampitas", empieza la cuenta atrás y, año tras año, una boina de enajenación encapota cualquier intento de conversación entre sus peculiares habitantes. "Redios, si este año toca..."  Y, tras este inicio onírico, prosigue una serie de confabulaciones y cuentos de la lechera que varía según la edad, el sexo, la condición civil o laboral o, incluso, la provincia de origen a la que pertenezca el soñador en cuestión... Los más devotos, reservando los días de asueto en sus correspondientes oficios, vuelven a sus casas para madrugar ese día, preparar el desayuno en familia y apiñarse en torno a la televisión, el transistor, o cualquier onda que transmita la Buena Nueva. Concentrando toda la entelequia nacional en el breve, pero intensísimo, espacio de tiempo en el que el Querubín Elegido del año se da la vuelta, agitado, agarra fuerte el designio circular y cifrado del Oráculo y canta....

El resultado, para desgracia casi masiva del personal, suele ser siempre el mismo. Nótese minutos después del evento la decepción generalizada. Las miradas avergonzadas, pesarosas de la peregrinación inerte, del sacrificio infructuoso, del cántaro roto junto a la fuente. Ilusiones de usar y tirar.
Pero como pueblo de rancia tradición, Sansueña, valiente y gallarda,  menea con gesto estoico las témporas  - que ya podían haberse usado antes - y tirando de refranero "el-mal-de-muchos-consuelo-de-tontos" sirve para el autocompadecimiento por haber vendido la piel del oso antes de cazarlo. "Bueno, seguimos pobres, pero con salud, ¿eh?" Ante esto, solemos encontrar a nuestro paso ofuscados autóctonos que como cada año, reniegan sabiendo que volverán a caer. "Sí. A mí me ha tocado.... los coj**** me ha tocado..."

Y así, de nuevo, recomienza la vida en Sansueña cada 23 de diciembre; tras este pequeño lapsus pseudomarxista, en el que los sansueñeros megalómanos se ven cumpliendo el sueño de su vida: ser sus propios amos, dueños y señores. Olvidarse de quién se es. La resaca del pobre y su precio.
Empieza, otra vez, de camino al trabajo como cada mañana, idéntica peregrinación so pretexto "no vaya a ser que este año toque" para la fiesta de la patrona. Santa Epifanía de enero, unos días antes de San Lorenzo y sus pequeños descuentos en tiendas de abastos y complementos. Compensación que el pobre San Pancracio ofrece, lastimoso un año más, a los pobres sansueñeros por estos pequeños actos de rebeldía que, por atreverse a soñar,  tan caro acaban pagando...

el sol nos dice que llegó el final,
por una noche se olvidó 
que cada uno es cada cual.
( J.M. Serrat - versión Tahúres zurdos)

domingo, 11 de diciembre de 2011

Desfaciendo entuertos por vía rápida...

    His significance, his appreciation is the appreciation of his relation to the dead poets and artists [... ] because what happens when a new work of art is created is something that happens simultaneously to all the works of art which preceded it.

***

Que no hay nada nuevo bajo el sol desde que el mundo es mundo, vete tú a saber desde cuando se lleva diciendo... Lo mismo, desde el minuto 2 del ser humano... 

¿Cuántas veces hemos oído aquello del Beatus ille, del locus amoenus, del Tempus fugit;  del cogito virgo rosas, o, incluso, el remanido ubi sunt? Todos estos arquetipos literarios, cuya praxis ha sido confirmada por el paso (y el peso) de la Tradición, ha sido, de igual modo, difamada por todas aquellas plumas que se han adueñado de las máximas de Horacio. 
¿Qué les dice, por ejemplo, la expresión Beatus ille? A algunos, les vendrá a la cabeza el verso incipit de Beatus ille qui procul negotiis - 2Dichoso aquel distante de los negocios" (Horacio, Epodos, 2, 1). A modo de cachondeo, casi, pregunto: y esto, ¿qué quiere decir? Desde la ESO (ESO, ¡qué pitorreo!) se nos viene diciendo, literalmente, que abandera la alabanza al campo, a la vida de retiro en la Naturaleza. Bueno.Para aquellos que esta explicación no signifique nada, no se agobien. Da lo mismo, de verdad. No se crean ni más ni menos. ¿Saben por qué? Porque todo es mentira. Es mentira. Sí. Como la copa de un pino. Mentira y grande, como un piano.  ¿Alguien ha leído hasta el final ese Epodo? 


Haec ubi locutus fenerator Alfius,
iam iam futurus rusticus,
omnem redegit Idibus pecuniam,
quaerit Kalendis ponere.


"Cuando el usurero Alfio terminó de hablar, tan decidido a volverse campesino, dejó su dinero para que venza el interés el día de los Idus, y busca ponerlo para las Kalendas."

¿Y estos latinajos, ahora, qué coñ* es? Pues es que Horacio se estaba riendo de los domingueros, de los chalecitos de fin de semana en la sierra. Que al buen hombre nunca se le pasó por la cabeza irse al campo a vivir de las cosechas, a estropearse las manos con el azada y oler a estiercol de vaca. No, hombre. ¿Pero usted se cree! Si Horacio era un patricio romano que vivia mejor que un cura de fiesta en fiesta, de oda en oda, entre César y el Triunvirato... Anda, que qué es esto del "elogio a la vida retirada"... Pues un invento. Un lavadito de significados (joé... y tener que esperar a Derrida para que alguien se diera cuenta de que la lengua no es inmutable...); un reaprovechamiento de los clásicos. Fray Luis de León, Garcilaso de la Vega son grandes, precisamente y entre otras cosas, por saber coger lo que convenía y reformularlo. ¿Que Horacio se burla? Pues nosotros, lo contrario... Esa especie de "copiar - pegar" del siglo XVI no es el problema. Ya decía Bloom - al que después despacharemos - que "las lecturas erroneas que el poeta joven hace del precursor o padre poético son necesarias para innovar y dar nuevas creaciones a la Tradición, evitando así su agotamiento." Eso está muy bien. El tema es ¿por qué se cuentan las cosas mal? Si es mentira, ¿por qué no se dice? ¿Qué importa que se reutilicen los tópicos literarios al servicio de nuevos intereses? Lo que le indigna a una es que no se explique el concepto. El conceto, querido Wathson, que es taaan importantísimo en nuestra poesía, desde Gracián a Machado, pasando por Quevedo...

Quizá todo se resuma en el paso (y el peso) del Tiempo. En la influencia que el Pasado tiene sobre nosotros. El miedo a no saber hacer honor a un apellido, a una tradición, a un legado que se nos confiere diacrónicamente. Ya que, nos guste o no, el pasado pervive en el presente y tenemos dos únicas maneras de aceptarlo.
  • Una: (me gusta llamarlo"Y el que venga detrás.... ¡que arree! ") dejarnos arrastrar por el torrente del Tiempo, de la Edad de Oro a la que llegamos demasiado tarde y en la que otros, mejores, participaron creándola (de lo cual, se percató hasta la propia Karina, con su "cualquier tiempo pasado nos parece mejor").
  • Dos: (o "El mañana nunca muere") pensar que si A está en B, y el pasado no ha terminado, sino que es también el Hoy concluyéndole, B completa a A. B es el fin de A. B es la gota que colma el vaso. ¿Deuda con la tradición? ¡Qué va! Deuda con el advenimiento que viene a perfeccionar, en un proceso continuo e inacabable, las pinceladas anteriores e imperfectas.
Esto, para aclarar que soy friki pero no una intelectualoide de la Crítica, no lo digo yo. Lo dice Harold Bloom (1930 - ) en sus numerosas referencias a las Influencias (la angustia, la ansiedad, la anatomía de...). El pasado sobre el presente; la revancha de éste sobre aquel. La guerra edípica de poetas jóvenes frente a padres precursores para hacerse un hueco en la Tradición,... Todo este material retrotraido una y otra vez es el que emplea el deconstruccionista para dar a luz el estimado - o no tanto - Canon de la literatura occidental. 600 paginazas que compilan la crème de la crème de la Literatura Universal. A uno le dicen esto y, sólo con el título, agacha la cabeza y piensa "será verdad..." . Pues no. Tampoco. Error.  El cientifismo que, supuestamente, se le aplica a esta selección -que parece la aleatoria del Reproductor Windows - es fruto del propio gusto del autor. Porque, ¿cómo se explica, sino, que todos los autores que aparecen en el "canon" sean blancos, angloparlantes y hombres? Esto, que en los años 90 hubiera sido calificado por la crítica yanqui como "ataque WASP" (para los que, como yo, tiene un nivel de inglés que "ni pa' un Hello".... White, Anglo-Saxon and Protestan = Blanco, Anglosajón y Protestante), para Bloom fue un pequeño matiz sin importancia.... 
Calmando los ánimos, incluso este pequeño amor propio nacionalista hubiera sido pasado por alto (porque para eso es Bloom y para eso la Deconstrucción lo adoptó como hijo allende los mares in USA), fíjense, incluso ese hedonismo se hubiera perdonado... Pero no. Una ve toda esta ampulosidad, estos aires de grandeza y piensa "Con todos mis respetos, no te columpies, Harold..."  Todo hubiera sido redondo salvo por un pequeño detalle: quizá tu premisa básica (ergo, tu punto de vista) en la que apoyas tu razonamiento de "Tradición, Canonización y Clásicos", era de otro antes que tuya. ¡Casualidad o no, aquello que tú mismo declaras en tu obra!Quizá ya hubiese sido formulada por T.S. Eliot en "Tradition and individual talent" dentro de The Scared Wood, en el año 1920. Diez años antes de que tú nacieras, Harold, querido... 
Sin embargo, diré en favor de H. Bloom que, como retoque final, él tuvo en cuenta el elemento del Tiempo y el condicionamiento de éste sobre los textos - evidentemente, una obra del XVIII no puede ser entendida ahora como entonces, ni tiene el mismo público, por tanto, tampoco el mismo efecto estético de recepción, etc. Mientras, Eliot (y los New Critics) optó, paradójicamente, por pasar olímpicamente de la dimensión temporal a la hora de comparar textos como objeto de la crítica.

¿Ven? ¿Ven ustedes con lo que tiene que lidiar una para hacer un mísero trabajo de 10 páginas? 
Menos mal que en mi casa, hogar español de clase media y medianas aspiraciones a estas horas, es tradición irse a dormir. Y como soy consciente del peso de la misma y no quiero que me aplaste, me voy a la piltra...  ¡Y el que venga detrás, que arree...!