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miércoles, 26 de febrero de 2014

¿Tú eres de verdad o no?

Anoche, cuando dormía,
soñé ¡bendita ilusión!

¡Cómo me gusta la sencilla alegría! La de la sencillez. La de aquellos que miran la vida sonriendo con sus pequeños logros. Un viaje, un encuentro, un objetivo más en el fardo. Y sonreír, histéricos, sonreír, sonreír, sonreír....
La sencilla alegría de la inexperiencia, del soñar. La primavera,  unas manos que se entrelazan, un proyecto y los nervios al morderse los labios. Aquel que tiene todo por descubrir, del que no entiende de quedar saciado y sigue y sigue y sigue...
La sencilla alegría de la modestia, de los sutiles ratos a solas, de la propia contradicción resuelta. La sensación del inicio, del principio, del empezar a. La sencilla alegría de una fotografía que hace pensar en la infancia, en la madre, en la sencilla alegría de una cometa que sube y sube y sube...

Aquellos días azules,
aquel sol de la infancia...

 
(No me canso de recomendar este documental. No se cansen de verlo. )




martes, 21 de enero de 2014

Tradición y Vanguardia: el Futurismo es Ahora.


Escritura funcional, esquemática, en la que prima la inmediatez, la rapidez por la que ya abogaban los primeros manifiestos de las Vanguardias históricas. ¿Eran estos oráculos, profecías? ¿Poéticas de la anticipación? Aunque, ¿no son todas las poéticas voz de porvenir, por lo que de aviso tiene hacia el hombre?

Si atendemos a este principio del "ahora" y el "ya mismo", tendríamos una línea recta desde, aprox. 1900.

Expresionismo > Dadaismo > Futurismo > Ruptura Mundial I y II > Estructuralismo > (¿Posmodernida?) Neovanguardia


Todo es experimentación. Desde aquel Realismo de Galdós, esa mirada con vistas al infinito desde la azote, omnipotente, omnipresente, de correveidile que se nos vendía como un bloque entero, un mazacote de realidad uniforme y lisa; desde el realismo, decía, todo ha sido experimentación. Se podría decir, incluso, que el siglo XX ha sido experimental. En todos los sentidos. Experimental y experimento a la vez. Tras la toma de conciencia, del grito munchiano cansado de la realidad, todo se ha basado en experimentar: revoluciones, manifiestos en contra - a favor de, contrarrevoluciones, bombardeos, explosiones, creaciones, transcreaciones, reinventarse.
Véase que, sobre todo, se modifican cinco pilares básicos: el tiempo narrativo (Proust, Woolf o Mann), el espacio (Faulkner), la estructura (Huxley, Dos Passos), el narrador (Valle - Inclán) o el punto de vista ( Robbe- Grillet) y hasta el lenguaje (Joyce).


Si en la Ilustración el poder de la razón, del "yo" cartesiano, el "yo" de los salones y la corte confiaba plenamente en la ciencia y su progreso, el Romanticismo llegó como un recordatorio. Un "yo" subjetivo que se lo veía venir. Porque ya se sabe que antes de llover, chispea. Y los románticos, más temerosos del yo que enamorados, sabían del desencanto frente a una realidad que no daba todo aquello que prometía - de ahí, quizá, la irrompible asociación con el sentimiento amoroso.
Decía Nietzche
El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo.
La Ciudad, la ville de Baudelaire y su carroña. El hombre puesto contra las cuerdas del progreso, contra su propio abismo interior; el hombre que grita y no se le oye; aún más, que grita y no es escuchado por sus iguales, porque ¿acaso quedan iguales? ¿Acaso el "yo" tan individualizado puede esperar encontrar a sus iguales? Si la tribu, como decía el filósofo, es identificación, ahogo de la identidad personal en beneficio a la comunidad, ¿qué pasa con el "yo" ahora? El "yo", y fíjense que siempre es un "yo" en minúscula, está perdido en el mundo que, hasta entonces, le era habitual. ¿Seguro? Si no se reconoce a sí, ¿cómo reconocer al resto, al espacio, al tiempo que venía ubicándoloy en el que ahora no es más que un punto des-ubicado?
Entonces La metamorfosis (1915),  The waste land (1922), la consagración de ese Paraíso perdido de Milton... en 1667. Sí, asusta la prontitud de algunos. ¿Sería Milton un primer vanguardista?
Entonces las vanguardias, el mazazo a esa realidad - tradición; la campana de vidrio bajo la que vivía el hombre - under the dome - se resquebraja en mil y un pedazos. Ya no hay una sola puerta por la que acceder a la realidad. De hecho ya no hay puerta. O sí, quizá se crearon muchas entradas a esa nueva tierra no habitable. Quizá cada uno de esos cachitos de cristal conformase una mirilla, un ángulo por el que asomarse y ver qué sucedía, cómo entender lo que pasaba. La campara era a la tradición lo que esos pequeños cristales a las vanguardias. Una lente = una Vanguardia.
No es casual, pues, que el dadaísmo optase por la destrucción de todos los códigos y sistemas establecidos en el mundo del arte. O en el mundo en general, si lo extrapolamos al pensamiento de Tzara. ¿Pero fue opción u obligación? ¿Qué quedaba en 1918 de lo que el hombre había recibido (¿concebido?) por herencia? Nada más que la necesidad de enfrentamiento y ruptura. El movimiento que siempre nos decían en el colegio, eso de un tal Marinetti, los coches y la Victoria de Samotracia. Tan sencillo como la reacción del dinamismo, de la necesidad de moverse, de salir corriendo frente al estancamiento del mundo que se quedaba obsoleto para el hombre nuevo, moderno, de las ciudades, tan individualizado y olvidado de sí.
De la web www.elarteporelarte.es

¿Les suena eso de o te mueves o caducas? Pues ya ven, puro Futurismo sakiriano... ¿Serían las greguerías las abuelas del twitter?

"Ismos" entonces, como mirada, perspectivas, distancia(s) necesaria(s) para la ruptura.
Con esta separación todo se dilata, los significados, las relaciones son más laxas, se ven alteradas. Todo tiene que re-ubicarse, re-encontrarse, re-crearse. De ahí que en las artes se buscasen y naciesen los nuevos lenguajes para la expresión del nuevo hombre. ¿Recuerdan que al principio les decía que todo venía siendo experimentación desde, aprox. 1900? Pues aquí lo tienen: el Surrealismo o el arte centrado en el Yo, ya en mayúscula, en su busca (casualmente, don Pío ya en 1904, casualmente...) y ese Nuevo Mundo 2.0 a re-descubrir... El Ojo del Surrealismo como un embudo que busca implosionar para poder recomponer el viejo mundo en uno nuevo, darle forma, como un Osiris. 

Pérdida, Experimentación, Búsqueda. 
Estas tres palabras lo resumen todo. Disculpen el devaneo...


***
Fragmentos de comentario y apoyo


1.
 I - The burial  of the dead (pp. 194-215)
The Waste Land (1922) Ed. Cátedra Universales (ed. bilingüe Viorica Patea)
 T. S. Eliot

<<April is the cruellest month, breeding
Lilacs out of the dead land,mixing
Memory and desire, sitirring
Dull roots with spring rain.
Winter kept us warm, covering
Earth in forgetful snow, feeding
A little life with dried tubers.
Summer surprised us, coming over the Stanbergersee
With a shower of rain
[...]and when we were child
[...]My cousin's, he took me out on a sled,
And Iwas frightened. He said, Marie,
MArie, hold on on tight. And down we went.
In the mountains, there you feel free.
[...] What are the roots that clutch, what branches grow
Out of this stony rubbish? Son of man,
You cannot say, or guess, for you know only
A heap of broken images, where the sun beats
[...] And I will show you somethign different from either
Your shadow at morning striding behind you
Or your shadow at evening rising to meet you;
I will show you fear in a handful of dust.
[...] 'That corpse you planted last year in your garden,
Has it begun to sprout? Will it bloom this year?
[...] You! hypocrite lecteur! - mon semblable - mon frère!' >>



2.
VI- Nieve (pp. 680-726)
La montaña mágica (1924) Ed. Poket Edhasa (trad. Isabel Gª Adánez)
Thomas Mann

"Afuera reinaba la nada sombría [...]  como un pálido fantasma, un mortecino reflejo del mundo sensible en medio de aquel paisaje enajenado, convertido en una inmensa nada blanca. Todo parecía haberse disuelto en aquella delicadísima blancura en la que no quedaba ninguna línea que los ojos hubieran podido seguir para guiarse.
[...] El mundo presentaba un aspecto mágico, infantil y cómico. Todos aquellos almohadones blancos tan gordos y esponjosos [...]bajo los que habían quedado escondidos arbustos y rocas, todo aquel paisaje sepultado y agazapado bajo un blanco colchón, embozado hasta los ojos como un personaje de teatro, hacían que la realidad pareciese [...] una jocosa estampa sacada de un cuento de hadas. Mas, si el escenario en el que tan difícil resultaba moverse se antojaba cómico y fantástico, el fondo que se veía en lontananza [...] evocaba lo sublime y lo sagrado.
[...]Nevaba en silencio. Todo se iba borrando. La mirada, perdida en aquella nada de algodón, se tornaba somnolienta [...]. No había sueño más puro que aquel sueño helado, sueño sin sueños, libre de cualquier reminiscencia del peso de la vida, ya que respirar el aire enrarecido, inconsistente y sin olor de allá arriba resultaba tan fácil al organismo como la ausencia de respiración de los muertos. [...] Un baile de fantasmas enmascarados.
[...] Aquello ya no era una nevada, era un caos de oscuridad blanca, una monstruosa locura. Una fenomenal aberración de una región que de por sí ya estaba fuera de los límites de la mesura.

[...]No, aquel mundo, en su silencio insondable no tenía nada de hospitalario; acogía al visitante a su propia cuenta y riesgo; en realidad no lo acogía, sencillamente toleraba su intromisión, su presencia, de una manera un tanto inquietante, como si no respondiera de nada; y de lo que de él se desprendía era una atmósfera de amenaza ante lo absoluto, ante lo más elemental, ante algo que no llegaba a ser hostil sino que era la pura imagen de la indiferencia, de una indiferencia mortal. El hijo de la civilización, ajeno a aquella naturaleza salvaje por su educación y sus orígenes, era más sensible a su grandeza que sus rudos hijos vástagos, aquellos que dependen de ella desde la infancia y que viven con ella en un plano de prosaica familiaridad.
[...]Lo que, sin embargo, no había conocido entonces era la tendencia a acercarse tanto al abismo de esa naturaleza mortífera  [...] él, que era un débil hijo de la civilización, no se había aventurado nunca a mirar al monstruo tan de cerca o, cuando menos, a no huir de él [...] con vergüenza de no ser más que un mero espectador bien guarecido.
[...]Se adentraba en la nada  envuelta de niebla [...] y se encontró sumido  - es más:perdido - en una soledad más profunda de lo que jamás hubiese podido soñar, tanto que le inspiró miedo [...]y se sintió poseído por una emoción, por una simpatía inmediata y ferviente hacia su corazón, hacia el corazón del hombre que latía en medio de ninguna parte, en medio del vacío blanco, a solas con sus interrogantes y sus enigmas.
[...]Sólo había una posibilidad: hacia abajo [...] Aquel miedo le hizo comprender que, hasta aquel momento, se había esforzado de manera inconfesada en perder el sentido de la orientación, en olvidar en qué dirección estaban el valle y la aldea [...]. En lo más profundo del alma de una persona joven [...]se van 'acumulando' muchas cosas que, un buen día, hacen explosión en la forma de un ¡Vamos! o en un ¡Ahora verás! llenos de amarga impaciencia; en una palabra: se traducen en un reto y en una rotunda negativa a ser prudentes. Éste era el estado en que iba deslizándose sobre sus patines por aquella ladera.
[...] Pero así era como caía uno [...] Uno no hacía más que dar vueltas, se agotaba en el intento convencido de que servía de algún provecho, y en realidad describía un enorme círculo totalmente absurdo que se cerraba sobre sí mismo [...]Y sucedía que caminaba y caminaba y no encontraba el camino de regreso jamás."

***

...y en esto andaban los hombres cuando llegó 1939 y los dejó sordos más de seis años...

viernes, 29 de noviembre de 2013

Día de las librerías

Entre los carriles de las vías del tren, crecen flores suicidas.
Ramón Gómez de la Serna

La banalidad en la literatura llegó con la modernidad literaria de principios del XX, a grosso modo, como producto artesano de manos de Mrs. Woolf. No importa el tema, miremos la forma. No el qué, sino el cómo. El vómito de vida sobre el papel. Obviamente, tal soporte de escritura no tenía nada que ver en esto, pues no contaban con ningún medio más.
La banalidad en la litertura de la posmodernidad ha llegado, tal vez, con el e-book... only if we can't see past the end of our nose. La herramienta, el utensilio, no es el cómo -igual que para no lo fue el papel para el grupo de Bloomsbury. Éste no puede ocupar el lugar de un Complemento Circunstancial de Modo - para eso están los movimientos literarios, las corrientes, las tendencias,... Como mucho, un desconocido Complemento Circunstancial de Instrumento que intenta ascender a la alta posición de Sujeto-Tema. En tal caso, si un autor hablase sobre el soporte que utuliza a la hora de esculpir su obra, podríamos hablar de literatura informática o metainformática, de la informática como tema literario,...No cabe ni siquiera incluirlo en una hipotética reformulación del debate forma vs. fondo, 3.0

La banalidad en (y no de) la literatura posmoderna no ha llegado, pues, con el libro digital como nueva experimentación del interrogativo cómo en el siglo XXI, sino con la experimentación elevada a la enésima potencia por parte de ciertos escritores ya en los años 60. Ejemplo: el grupo OuLiPo ("Ouvroir de littérature potentielle" --> "Taller de literatura potencial"): puesta en práctica de las teorías deconstruccionistas del amigo Dérrida. Volvemos al leguaje como puzzle o rompezcabezas, el arte combinatorio de la permutación y la variación empleada por los músicos rusos ya en las Vanguardias históricas; el vestido de gala con el que salen a escena las vedettes Teoría y Crítica de la segunda mitad del XX. Banalidad como tema tratado en manos de la experimentación y los juegos del lenguaje - ¿acaso el siglo XX es algo más que eso?: George Perec, Italo Calvino, Marcel Duchamp o Raymond Queneau, entre otros muchos.

La banalidad en la literatura es una cosa; la atrofia del órgano lector, otra muy diferente. La banalidad en la cultura es algo, además de mal entendido y considerado, diametralmente opuesto a la banalidad de las mentes que conforman esa cultura -tanto como paisaje/paisanaje-, aunque grandes voces se empeñen en diluirlo todo en una sombra llamada "sociedad del espectáculo". Amazon, Google Books, Yahoo!, Apple y demás marcas que nos hacen agonizar en la cultura del consumismo exacerbado, nadan en el medio digital de ese mercado. Si bien es verdad que éste condiciona la cración literaria actual -de ahí el neoboom con los Best Sellers-, estas empresas-que-construyen-ebooks-que-se-creen-algo ,no tienen, ni de lejos, el gran privilegio de ser temas o leitmotivs en ninguna obra literaria hasta ahora.
Necesitamos más perspectiva - más tiempo y espacio, más apertura de mente y de normas canónicas - para afrontar y adaptar lo mejor de nuestra cultura literaria a esta nueva etapa del arte: saber aceptar como tal los mash up, la narrativa tecnológica, la narrativa híbrida, los hipertextos, etc. Al fin y al cabo, el gran especialista en pastiches y collages fue James Joyce en 1922... Y miren la que lió presentando al nuevo Ulises envuelto en una manta cosida con los retales que quedaban de Tradición...

Felíz día de las librerías y los libreros.

lunes, 3 de junio de 2013

Feria del libro_Exposició Facultat Lletres UB

Poco muy poco leían los españoles de mi tiempo. Una edición de dos mil
ejemplares tardaba en venderse ¡qué se yo el tiempo! Y el precio de los libros
mejores era irrisorio: dos, tres pesetas...ahora, estos jóvenes hacen tiradas de
cuatro mil y de cinco mil ejemplares y las agotan en menos de un año. Han
logrado el milagro de que el pueblo se apasione por las novelas
.

Benito Pérez Galdós


La Universidad de Barcelona ha presentado, en la facultat de Lletres, durante el mes de mayo la exposición de La Novela de Hoy. Colecció de novela corta publicada en Madrid entre los años 1922 y 1932 fue  fundada y mantenida por el mecenazgo del también escritor Artemio Precioso. De corte erótico galante, siguiendo los pasos de las revistas de principio de siglo, consta de 526 novelas cortas la colaboración de 95 autores, entre los que encontramos a las grandes letras de la época.

Estas colecciones de novela breve son el fenómeno socio-literario más interesante del siglo XX. Se trata de colecciones de relatos breves, de 40-50 páginas, a precios muy baratos, de venta en quioscos, lo que produce la salida de la novela a la calle, con la consecuente expansión lectora. Encuentra un público que nunca había tenido alcance a la literatura (véase el rol autodidacta del lector anarquista de principios de siglo), llegando a haber tiradas de 50.000 ejemplares semanales ya en el año1907 (cosa que nos parecerá moco de pavo si sabemos que, en los años 20, las tiradas no bajaban de los 150.000 ejemplares). Jacinto Octavio Picón, Jacinto Benavente, Gregorio Martínez Sierra, Eduardo Zamacois, Emilia Pardo Bazán, Felipe Trigo, los Hermanos Álvarez Quintero, Ramón Pérez de Ayala, Benito Pérez Galdós, Ramón Mª del Valle Inclán,  Francisco Villaespesa, Concha Espina, Carmen de Brugos, Pío Baroja, Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset o Sinesio Delgado son unos cuantos ejemplos de la larga lista de colaboradores que participaron en el proyecto.

El éxito entre el público suposo un verdadero beneficio económico para los escritores más veteranos, quienes malvivían con artículos o cuentos cortos publicados en revistas semanales o las rentas de sus obras más extensas - claros ejemplos son Galdós, Valle Inclén o Unamuno -, por lo que tales colaboraciones pasaron a significar todo un modus vivendi. Se sabe, gracias a aquellos que gustaron de recopilar anécdotas y curiosidades de la época -que nunca está demás tener a mano un Mesonero Romanos-, que Unamuno, con sus libros, nunca llegó a ganar más de 3.000 Pts al año, frente a las 60.000 Pts que podían llegar a ganar,  con sus narraciones breves, Felipe Trigo o Blasco Ibáñez, número uno en las listas de los best sellers del momento -estos valencianos siempre partiendo la pana.

Tras este bombazo editorial y económico, o debido a ello -volvemos al punto de si fue antes el huevo o a gallina-, se produce un gran auge de la novela breve que, por extensión, tendió a confundir límites con el relato. De esta manera, los género narrativos breves, tales como el cuento lírico, el poema en prosa o lo que hoy conocemos como microrrelatos, gracias a la Modernidad que los redescubrió, disfrutaron de una gran expansión y reconocimiento. Llega la era de lo breve y lo fugaz. Dª Emilia Pardo Bazán, en un artículo publicado en la revista Helios en 1904 dice del cuento que «es un síntoma de pereza, tanto del autor como del público». Tremendismo, sí, pero breve. Decía Cortázar:

La novela y el cuento se dejan comparar analógicamente con el cine y la fotografía, en la medida en que una película es en principio un "orden abierto", novelesco, mientras que una fotografía lograda presupone una ceñida delimitación previa, impuesta en parte por el reducido campo que abarca la cámara y por la forma en que el fotógrafo itiliza esa limitación.

 Estas colecciones de novela corta ya venían dándose desde mediados del siglo XIX, por lo que contamos con numerosos ejemplos: La novela de ahora, Colección, Galante, Biblioteca de las damas, etc. Sin embargo, la traca final llega con El cuento semanal. Aparecía por primera vez el 4 de enero de 1907, según la idea original del español nacido en Cuba y criado en Francia, Eduardo Zamacois. Aires nuevos que cristalizan, en 1896, en la primera revista erótica, La vida galante, de erotismo moderado, donde prima más la ilustración que el texto –con desnudos muy curiosos...

Grandes aportaciones de estas colecciones de novela corta y revistas fueron la importancia que tomó la imagen, la publicidad o las primeras convocatorias de concursos de relatos. Así, se apostaba por aquello de "una imagen vale más que mil palabras", cumpliendo esta máxima desde el diseño de la portada hasta la más mínima caricatura. Consecuentemente, se alza la figura del ilustrador, no reconocida hasta ese momento. Los más importantes fueron Andrade, Posada, Juan Francés, Apeles Mestres o Castelao. De la mano, va el auge de la publicidad, dato del que podemos analizar y conocer el tipo de público lector al que iban dirigidos tanto los anuncios como la revista en sí.
En octubre de 1907, se convoca el primer concurso de relatos que tenía como premio la cantidad de 500 Pts., cuyo jurado estaba compuesto por Valle Inclán, Felipe Trigo y Baroja, entre otros, resusltando ganador Gabriel Miró.

Tras el Cuento Semanal, pionera de todas las colecciones de novela breve, se suceden hasta mil quinientas compilaciones nuevas entre 1907-1936. A su desaparición, se funda Los Contemporáneos, entre 1909-1926,  siendo colección más extensa, guinda de este psicalíptico pastel que pondría fin a los felices años 20 de la literatura breve de nuestro país.

La novela es como un veneno lento y el cuento, como un navajazo.
Marina Mayoral
***
Para más y mejor información, se puede consultar online la tesis de Mª Montserrat Gª Martínez:
http://eprints.ucm.es/15267/1/T33763.pdf

***








miércoles, 29 de mayo de 2013

Elegía.

Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos.

"Yo sé todos los cuentos",
León Felipe


"Ha muerto Paulino"

He is gone. Igual que se van las palabras o el tiempo o el polvo y la arena del parque. Quizá no es malo, pero sí triste, igual de triste que pisar un charco, un recuerdo, el desequilibrio.

Esta mañana muchos compañeros de facultad hemos recibido el triste mensaje por la desaparición de Paulino Ayuso. Su voz en El Mal poema de Manuel Machado, en la escena del asno y la iglesia de Réquiem por un campesino español, en las palabras de Aub y su opinión sobre el bachillerato y las raíces de uno. Su voz transmitiendo un mensaje: el amor a las letras, a la literatura del siglo XX. Quizá, hace siete años, alguien se quedó con esa voz y alargó el eco, durante muchas lecturas, hasta un doctorado en humanidades.

Gracias.

***

Adiós 
Luciano G. Egido
La única verdad es la literatura.
Fernando Pessoa 
Estaba condenado a muerte y los médicos le echaban de seis meses a un año de vida. Como es sabido el cáncer no perdona y ya era tarde para todo. Él ya se había hecho a la idea y había empezado a despedirse del mundo con una extraña resignación suicida. Hacía mucho tiempo que se había separado de su mujer y los hijos se habían desentendido de lo que le ocurriera. Sus amigos estaban muertos o vivían lejos y no quería darles el espectáculo de su agonía ni el golpe bajo de la crecida de sus remordimiento. Le hubiera gustado visitar por última vez algunos paisajes, que le habían congraciado con la naturaleza, y algunas ciudades donde había sido particularmente feliz, con toda la vida por delante para recordarlas. También hubiera querido encontrarse con algún viejo amor inolvidable, con alguna continuada manera de contemplar el mar, como la primera vez, y con algunos lugares, unidos a lecturas y a situaciones especialmente gratas. Pero todo le parecía irrealizable, porque exigía un esfuerzo que no se sentía con ganas de iniciar y menos de concluir. 
 Le quedaban los libros, más dóciles que su familia y más fieles que sus amigos. Los libros habían sido su pasión más fuerte y más duradera y los que habían ocupado la mayor parte de su pasado feliz. Muchas de las horas de su existencia, tan baqueteada y tan onerosa, las había pasado leyendo y en este ejercicio había aprendido todo lo que le había hecho falta saber. Arrastraba una deuda impagable con sus libros preferidos, inagotables, sorprendentes, luminosos, siempre cercanos. Podía señalar sin error la fecha en que cada uno de ellos había entrado en su biografía y el milagro que había esperado encontrar en el arcano interior de sus páginas cerradas. Recordaba la librería en que los había comprado y por supuesto el sitio exacto que ocupaban en su biblioteca. Le encantaba recorrerlos con la mirada, reconocer su título sin equivocarse y hasta acordarse de los avatares crueles de su encuadernación deteriorada. Coger alguno, hojearlo y comprobar los motivos de su adquisición, le producía un placer renovado, aunque a veces la memoria, después de tantos años, se resistía a completarlo. 
Por eso quería despedirse de ellos, por gratitud, por obligación moral, por lo que si fueran hombres se llamaría honestidad. Aquel deseo era probablemente el trago más doloroso de su enfrentamiento con la muerte. Iba a romper una vieja lealtad de la que no quería deshacerse. Eran muchos años de convivencia y no podía llevárselos con él, allí donde fuera, para perpetuar sus débitos. Calculó el tiempo que le quedaba y no había ninguna posibilidad de leerlos todos otra vez, de resucitar las antiguas alegrías, sus descubrimientos definitivos, los oasis de su fertilidad. Un libro al día, incluyendo los domingos, le daría para muchos años. Se le escapó una lágrima de protesta infantil ante la confirmación matemática de la locura de su proyecto. No eran tantos; pero eran demasiados para el plazo disponible. Por lo menos tardaría de diez a quince años en terminar aquella vuelta de despedida que sería su adiós a la vida, con toda la conciencia de su caducidad y toda la pena de su valor inabarcable. En resumidas cuentas, no había derecho a aquella injusticia desaprensiva, que no respetaba ni los mínimos derechos de un hombre. 
Escoger un libro, para iniciar la ronda, le costaba un disgusto, porque no sabía por cuál empezar. Leer algunos era dejar de leer otros y el tiempo apremiaba. Cada uno tenía su atractivo y el gozo de recuperarlo formaba parte de la felicidad prometida. ¿Cómo no despedirse de Proust, que le había desvelado el don de la mirada de la memoria? ¿Cómo olvidarse de Borges, que le había conmovido como un diamante tallado de una inteligencia artificial? ¿Cómo no releer a Faulkner, que le había enseñado a descubrir al prójimo, al negro que llevamos dentro? ¿Cómo irse sin haber vuelto por última vez a la luz mañanera de los sonetos de Petrarca? ¿Cómo no decirle adiós al pobre Don Quijote, perdido en las alucinaciones de su cerebro y de su tierra, de su marginación perpetua, de su obcecación suicida? ¿Cómo no recorrer el mundo a pie con Baroja, entre asperezas sentimentales? ¿Cómo abandonar al pobre Hamlet y dejarlo vagar a su albedrío sin una mirada de reconocimiento y de solidaridad? ¿Cómo no resucitar los convulsos sentimientos de Dostoievski, que tanto bien le hacían, aunque le dolían como un remordimiento? ¿Cómo renegar de Rilke y de su dolorosa lucidez? ¿Cómo resignarse a no volver a dialogar con Kafka, tan hermano, tan desgraciado, tan solitario y tan sufrido? 
Los días pasaban y no se decidía por ninguno, hasta que cortó por lo sano y optó por el orden alfabético de una selección de sus clásicos amores y que fuera lo que Dios quisiera. Empezaría por San Agustín y hasta donde llegara. Se temía que no alcanzaría ni siquiera la Alejandría de Durrell y mucho menos el Japón de Kawabata y menos todavía el París de Zola. Fue una carrera contrarreloj. Notaba que la enfermedad le iba invadiendo, como el nivel del agua en los cántaros de la fuente. Pero seguía leyendo contra viento y marea, con el gozo renovado de siempre, con el ánimo de un heroísmo cotidiano. Su organismo luchaba no contra la supervivencia, sino contra el tiempo. Notaba que las fuerzas le abandonaban, sobre todo al acercarse el plazo fatal de los seis meses anunciados y descubrir que estaba todavía en Camus. Apuraba las horas de sueño y la luz de los ojos, con el solo paréntesis de la noche para ganar la paz de la lectura mañanera, que a veces se le hurtaba por un cansancio excesivo. No podía más. Pero no se rindió. Vivía exclusivamente para leer y los libros le hacían vivir, no sólo venciendo a la muerte, sino duplicándole el gozo de la precaria vida que le quedaba. Era penoso terminar un libro y esperanzador iniciar otro, que se encendía con la luminosidad de una mañana de verano. 
El plazo definitivo del año se cumplió y esperó serenamente el desenlace con Garcilaso entre las manos y se dijo: «Que venga la muerte cuando quiera; pero me encontrará leyendo». Y no se murió, porque a veces los médicos no aciertan en la difícil previsión de las reacciones del insondable organismo humano. Y poco a poco empezó a creer en el milagro y leyó como si se drogara con una fruición renovada el Ulises de Joyce y hasta tuvo tiempo de coronarlo y cotejar la versión de Salas Subirat con la de José María Valverde. La furia irónica de Larra le vino como anillo al dedo para entretener la espera. A los dos años se enfrentó con La montaña mágica de Thomas Mann y consiguió llegar hasta el final, aunque le parecía imposible. El tiempo se dilataba para su satisfacción y los libros seguían acompañándolo en aquella carrera de fondo, que le dejaba sin aliento. A veces se desvanecía, se le iban las letras y se conformaba con acariciar el lomo de los libros, como si tuvieran piel humana. Aquellas interrupciones le parecían faltas a su deber, desfallecimientos de su moral. Cuando cerraba los ojos creía continuar leyendo de memoria. Los médicos estaban asombrados de aquella recuperación inexplicable. 
Pasó por Melvilla, Novalis, O’Neill, Pessoa, Quevedo, Rulfo, Sade, Tolstói y cuando estaba entrando en Unamuno y creía que había vencido a la muerte, se murió.

jueves, 24 de enero de 2013

Del amor al humor. Y viceversa. Charles Chaplin.

Esta tarde, en la Filmoteca de Catalunya, se proyectaba la película City Lights (1931) de Charles Chaplin. Perteneciendo al ciclo "Carta blanca a Juan Marsé", aparecía éste al inicio en una suerte de presentación filmada, dedicándole al largometraje y al espectador unas palabras-porqués. Decía el escritor que adoraba esta película y, en consecuencia, la había elegido especialmente por la escena final. Es ésta, en palabras del escritor, un homenaje al renegado cine sonoro que entraba, por entonces, pisando fuerte -y machacando- al mudo, por otro lado, campo de batalla del creador de Charlot. En otras palabras, el "Ya puedo ver" con el Virginia Cherrill cierra el film vendría a ser la aceptación del éxito de ese otro cine por parte del director londinense. Una especie de rendición ante lo evidente.

http://25.media.tumblr.com/tumblr_m0dhb4FS7o1qbaielo1_500.gif

Hombre, yo  no digo que no le vaya a gustar por esto. Lo primero porque ¿quién soy yo para desdecir la opinión de nadie? Lo segundo, que es conocida de sobras la ferrea o-posición que los grandes del cine mudo defendían a capa y espada y, de ser así el homenaje/guiño entrevisto, ¡qué grande Chaplin con su "bueno, vale, tenéis razón"! (Casualmente, o no, su siguiente producción sería Modern times en 1935). Y tecero, menos aún contradecir las palabras de Marsé cuando precisamente esta obrita (el diminutivo por el cariño hacia ella) está a caballo entre lo puramente mudo y los primeros conatos sonoros. Vamos, que está en lo cierto Marsé declarando abiertamente su predilección por esta película-puente gracias a estos detalles.

Pero, digo yo, que teniendo joyas como la del siguiente video, pequeños diamantitos pulidos y que resumen TANTO en sólo 6 minutos...  ¿No se merece también una mención especial? No lo neguemos. Nos gusta reirnos. Y si puede ser de otro, mejor. Creo que precisamente eso, esa inocente / infantil malicia humana, era la especialidad chez Chaplin...




You can see now?

***

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Nanas para adolescentes rotos



(Texto de canción de cuna con acompañamiento instrumental y vocal para modernos Peter Pan en momentos de devaneo desconsolado, melancólico o, simplemente, de toma de conciencia de la realidad.)
Ecuación con incógnita despejada [1 día = 10 años]

De mis ojos emigran dulcemente 
los pájaros perdidos de mi infancia.

"Un lugar",
en Árbol agónico (1945).
J. E. Cirlot






***

Berceuse
(del francés, 'canción de cuna')
Adolescentes rotos
flotan dulcemente en esta niebla
que moja mis manos y mi pecho
donde crecen los árboles tristísimos
de un mundo inerte, con ruinas que se mecen
en una canción no cantada por nadie. 
Llega suaves las barcas del silencio
como se fueron. Cada una
con su pálida doncella y su pequeño
pájaro muerto. 
La noche me comprende y yo la escucho
llorar en esta calma caída en mis orillas,
porque acaso no es sólo la esperanza
la enternecida madre que besa nuestros párpados. 
Y hay caminos cortados que nos llaman
como dulces campanas infantiles,
caminos por donde vamos de la mano
de nadie hacia la nada. 
La niebla lentamente va inundando
los valles y las frentes.
Adolescentes rotos
arden silenciosos en sus manos,
tan oscuras como esta voz que se pierde,
pero no tan dolorosas. sí, estas destrozadas ramas
a través de las que se verían estrellas,
si no fuese porque la soledad nos hizo ciegos. 
(Yo tengo en mis cuencas vacías
dos rosas nacidas de mi llanto.)
La noche me comprende y yo la escucho
caer sobre mis sienes desgarradas,
porque acaso es tan sólo en el abismo
donde nacen los trémulos ríos que atraviesan el desierto.
Y, eternamente, como se fueron,
llegan las barcas del misterio,
con la pálida doncella de las trenzas de ceniza,
con su pequeño pájaro muerto. 


Juan Eduardo Cirlot.

En la revista Entregas de Poesía, IV.  Abril 1944.


***


Voy a quedarme ciego, la noche me lo dice;
voy a habitar muy lejos de mis propios jardines,
voy a olvidar mis horas, mis lluvias, mis recuerdos,
mis árboles de plata, mis selvas de jacintos. 

"Ante la noche"

en Canto de la vida muerta (1946).
J.E. Cirlot




martes, 16 de octubre de 2012

Nota del editor


El mundo empírico o real es uno de los diferentes mundos posibles que fue actualizado [...]; es el mejor de los mundos posibles.
G. W. von Leibniz


  • ¿Hasta qué punto el autor crea la realidad en el texto - poiesis - y no es esa realidad, la mirada con la que  él cree crearla en su texto, la que le conforma a él como autor; la que se crea a sí misma?
  • ¿La realidad textual es cuestión de perspectivas empíricas? ¿Una mirada autogenética como transferencia de conocimientos?
  • ¿Es el autor algo más que un simple copista, intermediario entre mundo real y mundo ficcional?
  • ¿Somos el ensayo de un yo en constante actualización a través de la escritura?
  • ¿Dónde está la frontera, el umbral entre el ser y el ser posible? 


O poeta é un fingidor.
Finge tao completamente
que chega a fingir que é dor
a dor que deveras sente.
 

El poeta es un fingidor./ Finge tan completamente/ que llega a fingir dolor/ cuando de veras lo siente.

F. Pessoa 
Autopsicografía, Obra poética.Nova Aguilar, Río de Janeiro, 1990. Pág. 164.

jueves, 14 de junio de 2012

Morralla en la herencia de los nietos del Cid.


"Nos hallamos en un momento de la evolución humana que no debe tener precedentes en la historia. Gran parte de la humanidad, y precisamente esa parte que responde a la que creó hasta aquí los acontecimientos que conocemos con alguna certeza, se desentiende poco a poco de la filosofía moral que la preocupó durante veinte siglos."

Esto comentaba Maurice Maeterlinck en su ensayo 'Inquietudes filosóficas', recogido en su libro de ensayos L'intelligence des fleurs (1907). La despreocupación, o adapatado a la Modernidad, el pasotismo del personal anegaba la vida de los individuos, los cuales iban perdiendo poco a poco, y aun casi sin atisbarlo, ya no razones morales de rancio abolengo. No es cuestión de ética, moral, religión. Era, más bien, la ruptura de lazos con la tradición. El precio de la independencia. De la libertad. Era el rebelarse contra el padre. La vanguardia se aproximaba. "El progreso es el castigo de Dios", decía W. Blake. Y el hijo escupió al padre.

"Que una doctrina se extinga, el hecho no es nuevo. Debe haberse realizado más de una vez en la noche de los tiempos; los analistas de fines del Imperio romano nos hacen asistir a la muerte del paganismo. Pero hasta ahora, los hombres que pasaban de un templo que se hundía a un templo que se edificaba, salían de una religión para entrar en otra; mientras que nosotros abandonamos la nuestra para no ir a ninguna parte. Este es el fenómeno nuevo, de consecuencias desconocidas, en que vivimos."


Y aquí empezaron los problemas. La niebla que ya presagiaba Unamuno se hacía cada vez más densa, convirtiéndose en casi una venda para los ojos del hombre, quien ya no veía el camino y para quien recordar era un lujo demasiado caro al que, dadas las circunstancias de empobrecimiento ético, moral y social, no podía alcanzar. ¡Y eso que aún no sabían lo que era la II Gran Guerra! Aquellas "estelas en la mar" tan machadianamente alegres y esperanzadoras en pleno Modernismo de principios del siglo XX dejaban paso al reguero de migajas de pan por el que un día se perdió Garbancito.  Todos sabemos que, de tanto confiarse por el bosque, luego fue a buscar y no encontró más que su eco. Y el claro se le alejaba cuanto más se acercaba a él. "Mírate y lo verás", Narciso, las consecuncias de volverse y ver la llama...

"Nosotros aún vivimos en los monumentos elevados por la moral nacida de nuestra fe religiosa. Pero sentimos que, a pesar de los sostenes de la costumbre, esos monumentos se agrietan sobre nuestras cabezas, y que ya, en muchos puntos, nos encontramos sin abrigo. Así es que asistimos a la elaboración más o menos inconsciente y febril de una moral premiosa porque se la cree indispensable, hecha con despojos recogidos del pasado, con conclusiones tomadas al buen sentido ordinario, con algunas leyes entrevistas por la ciencia, y en fin con ciertas intuiciones extremas de la inteligencia desorientada que vuelve, dando un rodeo a un misterio nuevo, a antiguas virtudes que el buen sentido por sí solo no puede apuntalar. […] Parece llegada la hora en que muchos se preguntan si, continuando la práctica de una moral elevada y noble en un centro que obedece a otras leyes, no se desarman con demasiada candidez y no representan el ingrato papel de víctimas del engaño. Quieren saber si los motivos que los unen todavía a las viejas virtudes no son puramente sentimentales, tradicionales y quiméricos; y en vano buscan en sí mismos los apoyos que la razón aún puede prestarles."

Pero, ¡ah! siglo XXI. Con su quién sabe si Modernidad, Posmodernidad. ¿La razón? ¿El buen sentido? ¿La fe religiosa? Me pregunto si los que afirman sentirla verdaderamente la sienten, o sólo es el rescoldo de aquella llama amenazante de otras épocas: no harás, no pensarás, no desearás. Pensemos por un momento así, siguiendo las presunciones de Maeterlinck. Aquellos monumentos a medio derruir, las tradiciones - ya sean en forma de costumbres, comida, bailes populares o canciones infantiles - quedan ya muy lejos para los que HOY pueden saltarse el particular Miniver; para aquellos que, obviando al Gran Hermano de turno -evidentemente, sin referirnos al fracaso escolar que puebla las bambalinas televisivas -, se planteen cosas como el dónde vamos. 
El hombre del siglo XX rodeado de adelantos tales como el cinematógrafo, la velocidad de los automatismos, la luz eléctrica, ¿para qué necesitaba recurrir a algo tan quimérico como la idea de un dios si tenía al alcance de la mano algo que hoy conocemos como tecnología punta? El suñeo de cruzar los mares, llegar al espacio incluso, hacía sus primera incursiones en la Realidad. Ya no era sólo Simbad. Era Rubén Darío en París y Lorca en Nueva York - por citar los dos más conocidos y, por ende, sobreestimados y que no se me acuse de erudita pestosa. Era la alucinación de tener al mundo a los pies de uno mismo en formato revista semanal, de periódico diario - valga la redundancia - o de frecuencia radiofónica Marconi. Los adocenamientos de la Iglesia, aunque con muchos fanes aún - ¡y ahora! - quedaban relegados y lo que antes era dogma, ahora ya sólo servía de superstición. Como fantasmas que se fueron con la oscura noche finisecular. El hombre. La ciencia. El renacimiento del homocentrismo. Años 20, 30... Don't rain on my parade! ¡Celebrémoslo!
¿Pero con quién? La razón imperante había mostrado la verdad. Ya no quedaban  creencias, tradiciones, comunidad. La disipación de aquella promesa de vida eterna constituía el mejor carpe diem jamás pensado. El tiempo se había detenido. Ya no se pensaba en un futuro, en un mañana. Aquí, ahora y corriendo que vuela. Esto es, la angustia del hombre de la Modernidad. 
¿Así que la Modernidad era el deslumbramiento inicial para acabar más perdido de lo que se estaba? Bueno, nadie dijo que la Verdad fuese gratuita. Recomenzar una y otra vez. ¿En busca de qué? Tal vez en busca de uno mismo. De tal modo el último cuarto del pasado siglo XX iba sepultándose bajo arena.
¿Y ahora? Siglo XXI. Somos la última morralla de herencia de aquellos nietos del Cid. Ni tan sólo nos queda la duda que en ellos albergaba sobre dioses, espiritualidad, caminos a seguir. Tampoco ese Renacimiento del Homocentrismo, pues la confianza en el Hombre tampoco es nuestra bandera. ¿Pesimismo, pasotismo, individualismo? ¿Confianza en un yo escindido? Ni siquiera
A heap of broken imagen,
a handful of dust.
T.S. Eliot, The Waste Land (1922)

¿Dónde estará nuestro reino?
J. E. Cirlot, Regina tenebrarum (1966)

*Los tres fragmentos citados de Maurice Maeterlinck, en letra cursiva, se encuentran en La Inteligencia de las Flores. Biblioteca personal de Jorge Luis Borges, Hyspamérica, Ediciones Orbis, 1987. Pp. 204-205.

domingo, 25 de marzo de 2012

Domingo

Domingo, flor de luz, casi increíble
día. Bajas sobre la tierra
como un ángel inútil y dorado.
Besas
a las muchachas
de turbia cabellera,
vistes de azul marino
a los hombres que te aman, y dejas
en las manos del niño
un aro de madera
o una simple esperanza. Repartes
golondrinas, globos de primavera,
te subes a las torres
y giras las veletas
oxidadas. Tu viento agita faldas
de colores, estremece banderas,
lleva lejos canciones
y sonrisas, llena
las estancias de polvo plateado.
Los árboles esperan
tu llegada
para cubrirse de gorriones. Sabe más fresca
el agua de las fuentes.
Las campanas dispersan
palomas imprevistas
que vuelan
de otro modo.
No hay nadie que no sepa
que es domingo,
domingo.
Tu presencia
de espuma lava,
eleva,
hace flotar las cosas y los seres
en un nítido cielo que no era
-el lunes- de verdad:
apenas desteñido papel, vidrio olvidado,
polvo tedioso sobre las aceras.


***
A menudo - ahora - se aprende
-o 'com'-
lo breve
de la palabra,
leyendo palabras
- Idea, quizás -
que no durará más de 24 horas.
Reflexión de reflexiones:
todo es día que se va.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Desfaciendo entuertos por vía rápida...

    His significance, his appreciation is the appreciation of his relation to the dead poets and artists [... ] because what happens when a new work of art is created is something that happens simultaneously to all the works of art which preceded it.

***

Que no hay nada nuevo bajo el sol desde que el mundo es mundo, vete tú a saber desde cuando se lleva diciendo... Lo mismo, desde el minuto 2 del ser humano... 

¿Cuántas veces hemos oído aquello del Beatus ille, del locus amoenus, del Tempus fugit;  del cogito virgo rosas, o, incluso, el remanido ubi sunt? Todos estos arquetipos literarios, cuya praxis ha sido confirmada por el paso (y el peso) de la Tradición, ha sido, de igual modo, difamada por todas aquellas plumas que se han adueñado de las máximas de Horacio. 
¿Qué les dice, por ejemplo, la expresión Beatus ille? A algunos, les vendrá a la cabeza el verso incipit de Beatus ille qui procul negotiis - 2Dichoso aquel distante de los negocios" (Horacio, Epodos, 2, 1). A modo de cachondeo, casi, pregunto: y esto, ¿qué quiere decir? Desde la ESO (ESO, ¡qué pitorreo!) se nos viene diciendo, literalmente, que abandera la alabanza al campo, a la vida de retiro en la Naturaleza. Bueno.Para aquellos que esta explicación no signifique nada, no se agobien. Da lo mismo, de verdad. No se crean ni más ni menos. ¿Saben por qué? Porque todo es mentira. Es mentira. Sí. Como la copa de un pino. Mentira y grande, como un piano.  ¿Alguien ha leído hasta el final ese Epodo? 


Haec ubi locutus fenerator Alfius,
iam iam futurus rusticus,
omnem redegit Idibus pecuniam,
quaerit Kalendis ponere.


"Cuando el usurero Alfio terminó de hablar, tan decidido a volverse campesino, dejó su dinero para que venza el interés el día de los Idus, y busca ponerlo para las Kalendas."

¿Y estos latinajos, ahora, qué coñ* es? Pues es que Horacio se estaba riendo de los domingueros, de los chalecitos de fin de semana en la sierra. Que al buen hombre nunca se le pasó por la cabeza irse al campo a vivir de las cosechas, a estropearse las manos con el azada y oler a estiercol de vaca. No, hombre. ¿Pero usted se cree! Si Horacio era un patricio romano que vivia mejor que un cura de fiesta en fiesta, de oda en oda, entre César y el Triunvirato... Anda, que qué es esto del "elogio a la vida retirada"... Pues un invento. Un lavadito de significados (joé... y tener que esperar a Derrida para que alguien se diera cuenta de que la lengua no es inmutable...); un reaprovechamiento de los clásicos. Fray Luis de León, Garcilaso de la Vega son grandes, precisamente y entre otras cosas, por saber coger lo que convenía y reformularlo. ¿Que Horacio se burla? Pues nosotros, lo contrario... Esa especie de "copiar - pegar" del siglo XVI no es el problema. Ya decía Bloom - al que después despacharemos - que "las lecturas erroneas que el poeta joven hace del precursor o padre poético son necesarias para innovar y dar nuevas creaciones a la Tradición, evitando así su agotamiento." Eso está muy bien. El tema es ¿por qué se cuentan las cosas mal? Si es mentira, ¿por qué no se dice? ¿Qué importa que se reutilicen los tópicos literarios al servicio de nuevos intereses? Lo que le indigna a una es que no se explique el concepto. El conceto, querido Wathson, que es taaan importantísimo en nuestra poesía, desde Gracián a Machado, pasando por Quevedo...

Quizá todo se resuma en el paso (y el peso) del Tiempo. En la influencia que el Pasado tiene sobre nosotros. El miedo a no saber hacer honor a un apellido, a una tradición, a un legado que se nos confiere diacrónicamente. Ya que, nos guste o no, el pasado pervive en el presente y tenemos dos únicas maneras de aceptarlo.
  • Una: (me gusta llamarlo"Y el que venga detrás.... ¡que arree! ") dejarnos arrastrar por el torrente del Tiempo, de la Edad de Oro a la que llegamos demasiado tarde y en la que otros, mejores, participaron creándola (de lo cual, se percató hasta la propia Karina, con su "cualquier tiempo pasado nos parece mejor").
  • Dos: (o "El mañana nunca muere") pensar que si A está en B, y el pasado no ha terminado, sino que es también el Hoy concluyéndole, B completa a A. B es el fin de A. B es la gota que colma el vaso. ¿Deuda con la tradición? ¡Qué va! Deuda con el advenimiento que viene a perfeccionar, en un proceso continuo e inacabable, las pinceladas anteriores e imperfectas.
Esto, para aclarar que soy friki pero no una intelectualoide de la Crítica, no lo digo yo. Lo dice Harold Bloom (1930 - ) en sus numerosas referencias a las Influencias (la angustia, la ansiedad, la anatomía de...). El pasado sobre el presente; la revancha de éste sobre aquel. La guerra edípica de poetas jóvenes frente a padres precursores para hacerse un hueco en la Tradición,... Todo este material retrotraido una y otra vez es el que emplea el deconstruccionista para dar a luz el estimado - o no tanto - Canon de la literatura occidental. 600 paginazas que compilan la crème de la crème de la Literatura Universal. A uno le dicen esto y, sólo con el título, agacha la cabeza y piensa "será verdad..." . Pues no. Tampoco. Error.  El cientifismo que, supuestamente, se le aplica a esta selección -que parece la aleatoria del Reproductor Windows - es fruto del propio gusto del autor. Porque, ¿cómo se explica, sino, que todos los autores que aparecen en el "canon" sean blancos, angloparlantes y hombres? Esto, que en los años 90 hubiera sido calificado por la crítica yanqui como "ataque WASP" (para los que, como yo, tiene un nivel de inglés que "ni pa' un Hello".... White, Anglo-Saxon and Protestan = Blanco, Anglosajón y Protestante), para Bloom fue un pequeño matiz sin importancia.... 
Calmando los ánimos, incluso este pequeño amor propio nacionalista hubiera sido pasado por alto (porque para eso es Bloom y para eso la Deconstrucción lo adoptó como hijo allende los mares in USA), fíjense, incluso ese hedonismo se hubiera perdonado... Pero no. Una ve toda esta ampulosidad, estos aires de grandeza y piensa "Con todos mis respetos, no te columpies, Harold..."  Todo hubiera sido redondo salvo por un pequeño detalle: quizá tu premisa básica (ergo, tu punto de vista) en la que apoyas tu razonamiento de "Tradición, Canonización y Clásicos", era de otro antes que tuya. ¡Casualidad o no, aquello que tú mismo declaras en tu obra!Quizá ya hubiese sido formulada por T.S. Eliot en "Tradition and individual talent" dentro de The Scared Wood, en el año 1920. Diez años antes de que tú nacieras, Harold, querido... 
Sin embargo, diré en favor de H. Bloom que, como retoque final, él tuvo en cuenta el elemento del Tiempo y el condicionamiento de éste sobre los textos - evidentemente, una obra del XVIII no puede ser entendida ahora como entonces, ni tiene el mismo público, por tanto, tampoco el mismo efecto estético de recepción, etc. Mientras, Eliot (y los New Critics) optó, paradójicamente, por pasar olímpicamente de la dimensión temporal a la hora de comparar textos como objeto de la crítica.

¿Ven? ¿Ven ustedes con lo que tiene que lidiar una para hacer un mísero trabajo de 10 páginas? 
Menos mal que en mi casa, hogar español de clase media y medianas aspiraciones a estas horas, es tradición irse a dormir. Y como soy consciente del peso de la misma y no quiero que me aplaste, me voy a la piltra...  ¡Y el que venga detrás, que arree...!

martes, 11 de octubre de 2011

El cuervo delator y una triada de trampas e ingenio.

Ilustración de Gustave Doré. Colección The Raven.
Nevermore sobrevoló la cabeza de Edgar Allan Poe, por primera vez, a finales de 1844. Se sentó a escribir The Raven sin pensar por un momento el impacto por contraste de aquel bichejo negro sobre el busto albo de, casualmente y sin querer, de Palas Atenea. Una vez más, la biografía amorosamente desazorada del poeta tapó al genio; algo harto común, por otra parte, en el último Romanticismo, que hacía sus primeros tonteos con el opio de la Modenidad mientras despedía al siglo XIX. Tampoco debió parecerle de mayor importancia al comentario literario que él mismo hizo sobre cómo había escrito tal poema y, por extensión, cómo se debía proceder a la actividad creadora con fines similares a los que él se había enfrentado. Ya, claro. Eso es fácil: contar una experiencia humana...que no fuera suya. Escoger aquella que trate del sentimiento que más hóndamente sienta el ser humano...  la pérdida (ergo, la muerte). Y, de tal pérdida, que se la del otro ser humano que el primero más quiera... total, la Muerte de la Amada. Y con mayúsuclas, sí; con mayúscula de tema Clásico, porque, si lo que quería Poe era innovar, no tuvo demasiado ojo clínico, el muchacho. Tenemos, pues, un escritor romántico de mediados del XIX en lengua inglesa; con un poema en la mano sobre Muerte, Amadas y Noches de tórmeta... Arquetipo que te va. Pero.. ¡no! Vean la estructura perfectamente diseñada del poema (dieciocho estrofas, divididas en periodos de seis versos, con octometro trocaico y estructura rítima ABCBBB); vean la gracia con la que dice que la anécdota del pájaro elegido iba a ser, en principio un loro, ya que es una de las aves capaces de repetir sonidos.. pero claro, en plena tormenta, cayendo rayos, truenos y centellas; hablando de la amada muerta... que apareciera, de repente, un loro... No, hombre, no... No quedaba bien. Mejor un cuervo, de más regusto gótico, más oscuro, y a la vez, capaz de memorizar y reproducir pequeñas unidades fónicas. Si ya añadimos la charla que nos pega sobre su galopante obsesión de encerrarse en la biblioteca para averiguar qué hay después de la muerte, tenemos en nuestras manos lo que podríamso llamar, muy chabacanamente, el Top Ten de los motivos tardorománticos de la literatura (y el Arte en general) del siglo XIX, poco antes de que se alcanzara la Modernidad... Entonces, ¿por qué tanto amor por Poe? ¿Por qué reconocimientos y lauresles si lo que trata son tópicos remanidos? Bien; les he dicho que se harta de manejar recursos típicos, pero ¿les he dicho cómo? Señores, están ustedes ante el primer poeta que, para contar una experiencia personal (ya les dije que la biografía sentimental se come al geino), se distancia de sí mismo, emplea la ironía y hace de lo personal, un universal a través del a ironía, los juegos de palabra y la complicidad con el lector. Eso es ser moderno (creo, aún hoy): salirse de sí mismo para mirarse desde fuera; y enseñar, pero no detallando, sino mostrando detalles. Es la primera vez que no hay necesidad literaria de justificación por parte del escritor de manera lineal. Poe agarra los componentes de siempre, hace lo que siempre se ha hecho pero, en lugar de escribir lo que el lector espera por tradición, le dice  - según hará en The Philosophy of Composition - :
"Toma tú, que entiendes. Y lee."
Ésta es lo que, ahora, comprendemos como supuesta Modernidad... Término que, por cierto, acuñó Charles de Baudelaire cuando se publica su obra póstuma en 1869, Le Spleen de París (Petits poèmes en prose). Si bien el subtítulo sorprende por aquello de "poemas en prosa", género neófito en aquel momento, ¿por qué además, eso de "pequeños"? Parece que Baudelaire, genio de ingenios, supiera la reacción de desconocimiento del lector asombrado y le da respuesta de esa manera tan modesta como lo hacen los grandes: un ejercicio de captatio benevolentiae de pies a cabeza.... ¿Y cómo? Encontramos un prólogo en forma de epístola a Monsieur Arsène Houssaye. En este prefacio, el modesto poeta francés, padre de la Modernidad literaria en Occidente, le comenta a su amigo
"Mon cher ami, je vous envoie ici un peu de travail dont personne ne peut dire qu'il n'a ni tête ni queue, parce que, au contraire, tout y est à la fois tête et queue, alternativement et réciproquement. S'il vous plaît considérer quels sont les avantages de cette combinaison offre bien pour nous tous, à vous, à moi, et pour le lecteur. Nous pouvons couper ce que nous voulons-moi, ma rêverie, vous, le manuscrit, et le lecteur, sa lecture, car je ne lient pas le lecteur impatient dans le fil sans fin d'un complot superflu. Retirez l'une des vertèbres, et les deux moitiés de ce fantasme tortueuses vont se retrouver sans douleur. Hachez-en fragments nombreux, et vous verrez que chacun peut vivre sur ses propres."
Vamos, que el amigo Charles está planteando - y así pasa a la historia - que, ¡oh, sorpresa! ha creado un género literario nuevo. Fragmentos poéticos ¡¡¡en prosa!!! Poesía a renglón seguido. Poesía que desafía, incluso, a la mismísima Poética de Aristóteles. Como dicen ellos mismos Sacre Dieu! la que acaba de liar este muchacho... Pero no es oro todo lo que reluce, y Baudelaire, además de todo esto, fue trilero: sí, menciona que vio una posible influencia en Aloysius Bertrand (de la quinta de Poe, por cierto) y su obra, Gaspard de la nuit (Aquarelles literaires) en algo cercano, que no idéntico, a lo que hoy conocemos "poemas en prosa". Por tanto, ni pionero ni inaugurador del género en Francia: intentona o conato de (yo no diría más). Claro que al escritor dijonais no se le pasó por la cabeza hacer lo que Baudelaire y ¡hala! que me he inventado la Modernidad.. No se le ocurrió tal sacrilegio de intentar ligar una contradicción tan aparente sólo porque a él se le hubiera ido la pinza una tarde y hubiese hecho lo que más tarde haría Santigao Rusiñol o Gutiérrez Solana: escribir breves piezas a raíz de una pintura o viceversa (abreviando muchísimo y de mala manera).
¿De dónde se saca entonces Baudelaire esto de los poemas en prosa? ¿De verdad lo inventa él? No, señores, no. ¿Les suena el nombre de Stéphane Mallarmé? Efectivamente, otro de los poetas del Parnasse du Fin du siècle française. Mallarmé, que, además de poeta, traductor y vividor, sabía que uno tiene que comer y dar de comer a la familia. Así que, casado en Londres, se decidió a dar clases de inglés en Instituto de Tournon. Por lo visto, en aquella época, el fracaso escolar en inglés era, ya, masivo; por lo que, allanando caminos, Mallamé decidió traducir al francés toda la producción literaria anglosajona que cayera en sus manos... ¿Y qué fue una de las cosas que tradujo? Le Corbeau, de Edgar Allan Poe. Sí, señores, sí. Fue él. ÉL, Mallarmé, quien introdujo en Europa el germen de lo que aún no estamos a medio definir: el poema en prosa. No se dejen engañar por la fecha. Si bien esta aportación traducida no fue editada hasta 1875, se sabe que Mallarmé trabajaba con ella ya en 1866, año en el que empieza a trabajar en la revista Parnasse Contemporain, publicando en ella diez poemas de influencia de la estética of Modern Style.
Mallarmé sabía que la Modernidad esta en los versos de Poe y se lo llevó a casa. Vio la imposibilidad que había en traducir todo aquello de modo versificado y prefirió hacerlo en glosas francesas, prosificando, a renglón seguido, la modernidad de Poe. De hecho, lo curioso de todo esto es que, estas traducciones en prosa y no en verso, han dado lugar a que actualmente, Poe sea más conocido como autor de narrativa +/-breve, que por su obra poética.Y todo debido a la imposibilidad de una primera traducción estilísticamente fiel....
Así que, Baudelaire, si fuera francesa, te retaría a un duelo de un guantazo en la cara, tramposín. Tú también tradujiste al francés Le Corbeau (casulamente, al estilo de Le spleen); tú también lo sabías... No te columpies nevermore...

The Raven (Vincent Price, 1976)

jueves, 25 de agosto de 2011

Veladas, versiones y ... más

Versiones y temas para una buena velada "Amparo"...

Michael Jackson & Fred Astaire: Smooth criminal & The band wagon


Ya he puesto aquí referencias al cantante, coreógrafo y bailarín de teatro y cine; también a esta película que en español titularon Melodías de Broadway (1953). Precisamente por esto, compartir con ustedes la versión que Michael hizo de ella treinta años más tarde; exactamente, en 1987.


***

Juan Luis Guerra y Café Tacuba: Ojalá que llueva café

En 1990 salía el disco homónimo de Juan Luis Guerra. Mis recuerdos de esta canción, y de muchas otras compuestas por el dominicano, pertenecen a mi más tierna infancia y La Bilirrubina, por ejemplo, más allá de las connotaciones médica, para mi no es más que aquel gracioso baile de un señor en busca de enfermeras, inyecciones y vitaminas porque su negra no lo quería. De igual modo, una lluvia de café, el campo de batata, la yuca, la pitisa alegre (que no "pitis- alegres"...) y demás alimentos afroamericanos, eran tenían algo de bailes caribeños en las fiestas del pueblo mientras que la orquesta lo imitaba; algo de cuento con muchos colorines. Arcoiris en blanco y negro para la triste realidad que, en la entrelínea, se denuncia...

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SAU y Luz Casal. Boig per tu - Es por ti.

Y, precisamente, en 1990, el grupo de rock catalán Sau formado, casualmente, en 1987, cantaba por primera vez el que es su mayor éxito: Boig per tu, del disco Quina nit. El single fue cantado en público por primera vez un 14 de junio de 1991,en el Palau Sant Jordi. Concierto histórico, por cierto, ya que alcanzó el record de más de 22.000 asistentes en recinto cerrado.  Acudieron, también, artistas invitados como Carles Segarra, Dani Nel·lo o Luz Casal. Compañeros de escenarios que sirvieron de trampolín a Sau, ya que de allí salió la primera versión que se hizo del grupo. Unos meses más tarde, Luz Casal, "daba a luz" A contraluz (1991), álbum de sencillos entre los que se encontraba Es por ti. Como homenaje al grupo, se estrenó en julio del 92 en la Monumental de Barcelona (pinchen AQUÍ para ver el original).
El video que les dejo, ahora con tintes más maduros y rasgados de tiempo, es el resultado del Boig per tu en las cuerdas de la excepcional voz gallega en 2010.

***

Doris Day, The Mamas& The Papas y Michael Bubblé: Dream a little dream with me


Ah!  Y volviendo a la América de Fred Astaire... América de los sueños; de la banca (y la bancarrota...); de los felices años 20 y el Jueves Negro. Negro el cine y las trompetas del Jazz. Los Boulevares, repletos de atisbos de luz eléctrica. Chicago, Manhhatan, el humo y la neblina... El esplendor de sus voces; el lujo de sus actores; la falsa felicidad de sus apariencias....América, way of life.... ¿Perdón? No, mejor nos quedamos con Frank; con Barbra; con The Mamas&The Papas; con Louise; con Elvis y Michael. Y, por supuesto, con Ella. Sí, sí, Ella y Count Basie.
  Dream a Litlle dream of me es una canción atribuida a Fabian Andre y Wilbur Schwandt, cuya letra fue escrita por Gus Kahn. Fue grabado por Wayne King y su orquesta, cantada por Ernie Birchill el 8 de febrerio de 1931.  Después fue notablemente cantada por Doris Day (quien, en 1957, fue el primer cantante que la grabó en el tiempo lento en la que fue compuesta),  Louis Armstrong, Count Basie y Ella Fitzgerald. Posiblemente la interpretación mejor conocida es la que hizo The Mamas&The Papas. 

Y, para quienes no pudimos disfrutarlos vivos, dejo la pequeña intentona de Michael Bublé acercándose al sueño americano (en el video inmediatamente superior al texto. Si les ha gustado, recomiendo vean, pinchando sobre el título, el tema de Michael Bublé, Feeling good... y demás versiones que el canadiense hizo de La Voz)

***

(Y un regalito más... Era imposible resistirse a poner ésta hablando de veladas, versiones y sueños "en aquella ciudad que nunca duerme...")