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lunes, 21 de octubre de 2013

De-forma

En poesía, la forma va por dentro. JRJ
En música, también. A. M. Molina.

A fin y al cabo, poesía es ritmo, palabra y música atrapadas bajo la forma o gracias a ella, forma que canta y cuenta. A. Machado.

Apre(he)nder una lengua mediante el ejercicio lector es desarrollar un instinto de detective: qué misterios hay en cada una de esas formas – que llamaremos palabras – desconocidas presentadas por primera vez; acabar con la incertidumbre que la hace extraña a ella y desconfiados a nosotros. Apre(he)nder una lengua mediante el ejercicio lector es abrazar esas formas como queriendo desabrochar el sujetador del ser deseado; la liberación del anillo de hierro (G.A. Bécquer) para que se desparrame sobre la mesa derramando todo su significado abrupto y pulible, arcilla maleable sobre la mano izquierda, que es la que moldea desde dentro. Pero, ¿se puede tener a la forma sólo como a una argolla del significado? ¿Es, pues, estanca o busca restallarlo desde dentro para dotarle de nuevos contextos?

Un ejercicio para ver esta cuestión de-forma son los Diarios de Colón (dejemos de lado cualquier tipo de interpretación que del texto se haga basándose en la demagogia política actual. Aquí sólo literatura y hombres). Monólogo-desvarío, pues, de quien se topa con lo inesperado, con un ente oculto al individuo que va más allá, tentando; como uno mismo atrapado en un cuento de ciencia ficción: visión de palmeras sevillanas en los montes venezolanos. Casi un surrealismo realista.
Ante esa nueva realidad, maravillosa, el léxico diario del hombre se agota en sí mismo, se ve sobrepasado por aquello que ven los ojos más allá de sus narices. Se pierde el sentido y substancia del lenguaje conocido a causa de la novedad y la otredad de, en y a través de la experiencia. Estamos, de nuevo, con lo que la literatura moderna dio en llamar “incomunicación o incapacidad de expresión del lenguaje” y la consecuente deconstrucción del mismo – preguntarle al hombre porqué es hombre o al lenguaje porqué dicen lo que dicen de modo tan arbitrario. Debido a esta inhabilidad léxica aparece un hueco: en el vacío de las ropas gastadas e inservibles que revestían nuestra terminología básica sólo queda la percha – si seguimos con la metáfora –,  el frasco que mantuvo la esencia: la forma. Ésta permite, sin separarnos de nosotros mismos, re-inventar lo in-existente hasta ESE momento para NUESTRA realidad mental e imaginaria. Agarrar la realidad y darle – o darnos a conocer – otro perfil, hacerla poliédrica y mutable. Cuestionable y válido en su conjunto, porque eso recién contado ya es real gracias a que se ha verbalizado. Ya no es una idea: es un algo que existe. Como un escocés con falda en un pueblo de la Castilla profunda tocando la gaita, un marciano en busca de Gurb o tres barcos perdidos en mitad del océano. Colón, cuando levanta la vista y ve lo que ve, intenta describirlo empezando, de nuevo y sin saberlo, el verdadero viaje: el periplo lingüístico y léxico. Durante aquel ejercicio de escritura no era más que otro lector enfrentado a una nueva realidad que se le muestra y que él trata de re-crearla a través de la palabra. Un círculo perfecto donde caben realidad, ficción y re-creación mediante el poder de lo escrito.

Así, la novedad que supone comenzar a desentrañar la forma, ya sea de una visión o de una lengua extranjera, no es más -ni menos- que el enfrentamiento a la lectura de lo desconocido e indecible, de aquello que nos asusta por no tener realidad definida ni delimitada, siquiera por la palabra. El único descubrimiento positivo a celebrar fue, pues, el de la re-creación a través de las palabras del continente americano, que transmutaba aquella neovisión al ignorante hombre "de este lado del océano" hacia planos más reconocibles para él, ya apre(he)ndidos.

¿Podríamos decir lo mismo de la traducción? Hay quien dice - Consuelo Berges, "la voz de Stenhal"  en nuestra lengua - que la traducción es un género más de la literartura, como un tejido regenerado gracias a otro ya existente: 
«una buena traducción no debe de ser nunca una transposición. Es ya de por sí un género literario, porque si el autor pone el alma y el hueso, el traductor pone la piel». 

La traducción como un ente invertido, patasarriba, una tela dada la vuelta, reversible. La piel como forma, quizá, que dé nuevas realidades a aquello desconocido puesto a nuestro alcance. 

La forma, por tanto, va por dentro, muy al contrario de lo que se cree o se nos dice desde definiciones oficiales – configuración externa demolde en que se vacía algo… 
Que la forma va por dentro es, en definitiva, el único camino que tiene de no ser opresora (de-formadora) del fondo, sino su motivo de vida, expresión y desarrollo.

lunes, 14 de octubre de 2013

Pandora's box

Toparse con un viejo baúl cerrado e indagar su forma.
Ángulos rectos y cortantes delimitando su mundo y su poder, la fortaleza con alabarderos, arqueros y retaguardia. Dibujos y cenefas que lo envuelven como un regalo del día de Reyes, como las serpientes, curiosonas, de una historia interminable, del eterno pecado que baja y esposa las manos de Deseo y Saber. Bisagras que abrazan, indispensables, los contrarios como amantes. Cerradura, ojo de espía incesante, asomado con lujuria a la tierra prometida. Candado, el silencio de un libro cerrado, de una boca callada con un dedo índice, la meditación tras la indagación, la investigación de las palabras que crean un mundo como caminos a base de pasar por ellos. Un pequeño universo estampado en ángulos, dibujos, cenefas, bisagras, cerradura y candado. El Aleph de un pequeño Bastián.  Leer en un cofre sus secretos más inmediatos, quedarse con la forma, atraparla y domarla para hacer tuyo el fondo, el contenido, el alma.
Apre(he)nder una lengua.

viernes, 5 de abril de 2013

À la recherche de l'ent perdu...

Llegó el momento de hablar de Derrida. Ya es hora de que haga aparición aquí el temido teórico, bandolero en fuga de cualquier dogma academicista y/o académico (que no es lo mismo) o regla preestablecida sobre la lengua, el lenguaje y los mundos que a través de la palabra crea el lector/autor/hablante. Porque, en resumidas cuentas, Derrida, Bloom, De Mann, etc. no son más que los "anti", herederos del Postestructuralismo que viene a tirar por tierra las apuestas de hacer científica a la Lengua. 
A esta especie de ansia de derribo ante todo aquello que el Estructuralismo intentó hacer norma y dogma puede añadírsele otra premisa básica "No es lo mismo... que parece que sí...pero no". La différance, en resumidas cuentas.
La différance o el Tiempo en la palabra. Un "Todo pasa y todo queda",solo que teniendo en cuenta ambos estados, porque Pasar y Quedar, igual que Ser, son condición y condicionante de lo que ya es. El acuse de los años, el peso de esa arena en el reloj que cae y recae en el mundo de la lengua y el lenguaje, insaciable vector arrojado ad infinitum aun sabiendo y aceptando su telicidad. Pero también el paso del Tiempo. También la huella que deja, el rastro de salivas en el políglota boca a boca de la lengua. De tal modo, la différance pasa a ser ese pequeño detalle, ese gesto de preocupación por el hoy o la esperanza ante el futuro o la intención que no terminó de salir de esas puntas de los dedos o de las lenguas y que quedó detenida, retenida en ese retrato nuestro. 
"mi dios y yo que ya soñábamos con este hoy" (1)
Différance como ese rasgo que hace que nos sorprendamos en el presente, pues quizá es éste lo único del todo fugitivo, al vernos huídos, mudados, en una foto de hace 15 años sosteniendo en la mano izquierda una tacita rota de la abuela, cuando ¡caray! qué extraño, si jamás fuimos zurdos... Différance como palabra-imagen, testigo de lo que aún no, pero. Différance en el lenguaje y éste como álbum de fotos, como memoria donde buscar(nos) y reconocer(nos) (en) la nada que sustantiva el no, lo que no (somos pero está por ser); esa primera mirada de veraneantes perdidos que acabará en una casa, un coche, dos hijos y quién sabe cuantos casamientos y velorios compartidos de a dos. Différance como la identidad desconocida o por conocer, lo no pulido de la palabra, su esencia, aquella que es sistematizada anacrónica, atópica e incluso utópicamente en los diccionarios: aquel estado cambiante, en continuo flujo, inalcanzable, que se adapta al entendimiento de quien lo emplea para encontrarse a sí misma y continuar formándose en la ardua tarea de transformarse en lenguaje viviente más allá. Creyéndose lista para debutar, vistiéndose para acabar desvestida y, en su desnudo encontrar la nueva piel que la revista. 

"desnuda mía para siempre!" (2)
Vitra Design Museum, Frank Gehry, (Weil am Rhein)
Différance o casualidad. O causalidad. O Què sais-je?, tempus fugit lexicografiado. Différance o el ente perdido en continua formación. Un  yo que se construye, que se edifica: geometría no euclídea, forma no rectilínea. Palabra o yo o edificio en obras perpetuas. Différance como Palabra-yo frente al espejo, reconociéndose en un otro por el camino. 

Aunque,
 "¿para qué llamar caminos/ a los surcos del azar?" (3)
---

(1) "Floración primera", J.R.Jiménez
(2) "Vino primero pura...", J. R. Jiménez
(3) Probervios y Cantares, II. Antonio Machado.

jueves, 4 de octubre de 2012

Handke, Wenders y la importancia de las preposiciones.

En 1942 Peter Handke compone su Lied vom Kindsein, más conocido por su primer verso "Als das kind kind war". Este breve incipit se elevó al estrellato curenta y cinco años más tarde, cuando Wim Wenders recurre a él para abrir su Der Himmel über Berlin, nada extraño si sabemos que el guión lo escribió al alimón con el propio autor de poema.
"Esta debía de ser la estación de la que tanto hablaba la abuela.
No en la que paraba el tren, sino en la que se paraba la estación
."
Lo curioso de todo esto, dejando a un lado el improvisatorio cameo de Colombo en un continuo happening haciendo de sí mismo (muy a lo Fred Astaire en The Band Wagon, 1953) y diciendo 'Compañerou'; lo curioso, decía, es el juego de traducción que se hace desde en el título tanto de la obra poética como fílmica y que conforma la visión que de ellas tendrán -tendremos- los receptores según el país de estreno/ publicación. Y bien sabrán ustedes que en una película como ésta el tema de la visión, la mirada en blanco y negro - jugando con la luz, la contraluz, la obscuridad no sólamente lumínica; con todas las gamas posibles de gris - o a color es la clave. Todo depende de cómo y desde dónde sea mirado en un mundo donde la voz se convierte en ruido y, quizá por eso, el escaso diálogo, el cuidado de las palabras que lo conforman, será decisivo. Creemos, pues, será más que importante remarcar ciertos matices que jugarán con esta carta de presentación de las obras de Handke y Wenders. No son más que apreciaciones de filólogo aburrido en tarde de jueves, pero igual a alguien se le guiña un ojo o se le enciende un nervio la próxima vez que lo lea/vea.


Así, se tradujo al inglés como Song of Chilhood, al francés Le Chant De L'Enfance, al castellano como Canción de niñez.
Son simples matices, pero si nos remitimos al origen de lied este término puede sernos ambivalente - con mucahs comillas - a la hora de traducirlo, ya que en alemán acapara tanto la acepción de canción lírica breve para voz solista y acompañamiento - ergo, oralidad -, como la composición poética escrita, culta - ergo, no oralidad- también expresada bajo el término genérico de gedicht - poema. Este grado de oralidad de lied se mantiene en las traducciones al inglés y al español. Sin embargo, la elección francesa de chant - canto - en lugar de chanson - canción - le da al título del poema y, porqué no al poema entero, un rasgo de solemnidad propia de la escritura de este tipo de composiciones poéticas que siguen la línea del canto, la oda, el himno, etc. Algo que, a nuestro parecer, acompaña bastante a la materia que trata, al yo que lo escribe y se nos muestra anhelante de esa infancia - adivinamos, pensativo, melancólico, gris, como la mirada de Damiel y Cassiel. Para que luego digan que con las traducciones se pierde; que si "traduttore, traditore".

En consecuencia, si es cierto que Song of y Canción de remiten perfectamente a esa tradición de oralidad de las caciones populares e infantiles - sin que esto riña con lo artístico -, se quedan un poquito flojas respecto a este viso de suntuosidad que le aporta el francés (no nos engañemos: Alemania, años 40, Peter Handke... No suena muy divertido).
M
antiene, de este modo, esa mirada hacia la infancia desde un tiempo que ya se sabe pasado. La mirada que ya tiene perspectiva para reflexionar(se) y, precisamente por eso, ya ha perdido aquello que le permitió mirar atrás: la infancia, la inocencia, el tiempo y el espacio -siempre cambiante- que lo conformaron.
*Nota: veáse cómo varía el tono referencial entre los sustantivos canción y niñez si cambiamos el de por un a: Canción de > Canción a.
*Nota 2: Otra cosa digna de comentario sería porqué "niñez" y no "infancia". Si alguien se anima, ya sabe...


 De El cielo sobre Berlín al inglés Wings of desire y Les ailes du désir en francés. Estos tres ejemplos reflejan la bifurcación traductológica en la que se vió el largometraje de Wenders. Decir primeramente que ambas alternativas parecen bastante adecuadas; veremos porqué.  Siendo la más literal y tradicional, es natural que la traducción al español continue mostrando esa mirada -nuevamente, la importancia de la mirada, esta vez física - de los protagonistas. La preposición -que luego dicen que, vacías de significado, no sirven para nada- über ("por encima de", pero sin contacto con el objeto) se corresponde con ese sobre en español que hace que nos posicionemos junto al vuelo de los protagonistas; junto a la cámara de Wenders que sobrevuela un Berlín devastado o una biblioteca llena de ruidos; planeando sobre la memoria de la humanidad encerrada en esa preposición alada. Y, precisamente, este atributo -insisto en la importancia de las preposiciones aquí como portadoras de significado- es el que motiva la segunda traducción, aquella que más liberal, es empleada en inglés y  francés (entre otras lenguas como el portugués o el español de Argentina). Wings of desire o Les ailes du désir, traducciones literales entre sí, muestran esa importancia que antes nos transmitía el über/sobre, ya no porque los protagonistas sean ángeles -que también, natürlich- o que jueguen continuamente con el binomio cielo/infierno, luz/oscuridad, etc. Lo importante sigue siendo la mirada y ésta viene desde arriba; desde el gris de aquellas alas que miran; desde aquella conciencia que, guardiana del todo eterno de la humanidad que vigila, está cansada de ese no-tiempo en el que se prolonga y habita - aquel "to be continued..." con el que se cierra la obra.
"Aquello que el conocimiento no alcanza, el sentimiento lo desea", le dijo Gerardo Diego a Juan Larrea en una de sus cartas. Así, esa alas -wings, ailes- anhelantes de humanidad, de la explosión sensorial puesta en manos de Marion y Colombo ya aterrizado, nos posicionan de manera más compleja e inexacta, ubicación que en alemán y español se nos ofrecía, magnificamente, con una simple y perfecta preposición.



***
Cuando el niño era niño
andaba con brazos caídos,
quería que el arroyo fuera un río,
el río, torrentera,
y este charquito, el mar.
Cuando el niño era niño
no sabía que lo era,
todo tenía un alma,
todas las almas eran una.
Cuando el niño era niño
de nada tenía opinión,
no tenía costumbres,
se sentaba con las piernas cruzadas,
echaba a correr,
tenía un remolino en el pelo
y no ponía caras en las fotos.
era el tiempo de estas preguntas:
¿Por qué yo soy yo y no soy tú?
¿Por qué estoy aquí y no allí?
¿Cuándo comenzó el tiempo,
dónde acaba el espacio?
¿La vida bajo el sol es sólo un sueño?
¿Esto que veo y oigo y huelo
es reflejo de un mundo sobre el mundo?
¿De verdad existe el Mal
y personas que son Los Malos?
¿Cómo es posible que yo, que soy yo,
antes de ser no fuera,
y que yo, que soy yo,
deje un día de ser el yo que soy?
Cuando el niño era niño
no tragaba las espinacas,
los guisantes, el arroz con leche
ni la col estofada,
y ahora lo come todo, y no sólo en apuros.
Cuando el niño era niño,
se despertó una vez en una cama extraña,
y así es cada día,
muchas personas le eran bellas
y ahora sólo cuando hay suerte,
veía claro un paraíso
y ahora, como mucho, lo presiente,
no podía imaginar la nada
y hoy tiembla ante ella.
Cuando el niño era niño
jugaba entusiasmado,
y ahora hace lo mismo, pero sólo
si el juego es su trabajo.
Cuando el niño era niño
le bastaba comer pan y manzanas,
y así sigue ocurriendo.
Cuando el niño era niño
las moras en su mano sólo eran moras,
y sigue siendo así,
las nueces verdes le raspaban la lengua,
y sigue siendo así,
en cada monte anhelaba
el monte aun más alto,
y en cada ciudad anhelaba
la ciudad aun mayor,
y así hace hoy también,
el entusiasmo le llevó a lo alto del cerezo,
como aún hace hoy,
la timidez con los extraños
que todavía tiene,
esperaba las primeras nieves,
y todavía espera.
Cuando el niño era niño
tiró una vara como lanza al árbol,
y allí sigue temblando.
Lied vom Kindsein, Peter Handke (1942).

domingo, 5 de febrero de 2012

e.e.cummings [realidad, ficción o el poeta y su (m)visión]

Entraba hoy por aquí con la intención de mostrarles la lógica que se esconde tras lo individual.
Por otra parte, déjenme comprobar qué ocurre si yo les digo la palabra:

P-O-E-T-A

Impresiona, ¿eh? Sé que la mayoría de ustedes - de nosotros - ha tenido, según leyó las cinco letras, cierta tentativa de coger el ratón, ponerlo sobre la X roja de la ventana y salir corriendo... Y es que la poesía siempre ha sido algo durilla de leer. No digamos de entender. Curioso cómo el hombre ha ido dando a la prosa un carácter de veracidad y comodidad que en su origen no tenía- para Aristóteles, ni siquiera tenía consideración de género literario. En cualquier caso, el término 'poeta', 'poesía', y demás aledaños de su familia léxica - esto es, los que tienen algo que ver con ella como 'poema', 'poemario' o 'poetisa' - nos resultan bastante incómodos. Porque no nos engañemos, querido lector: a nosotros nos sacan de los sonetos de Garcilaso, las coplas de Jorge Manrique o los llánticos amorosos de Bécquer y nos echamos las manos a la cabeza. Y es que, amigos míos, les voy a descubrir la panacea: los poetas son difíciles, son enrevesados, son... Pues como todo lo que les envuelve: neblinoso... 
¿Sí? ¿De verdad? ¿Seguro? ¡Pues no! ¡MENTIRA! Nada, hombre, nada. Si es que no nos enteramos. Que todo es más fácil de lo que parece. Que estamos otra vez con lo mismo. Nos ofuscan con "uy, que hablan en verso...que tienen ideas,... que piensas cosas raritas...". Nos ciegan con afirmaciones académicas: "adelanto de las estéticas vanguardistas", 'búsqueda de nuevos lenguajes", "consagración del laureado poeta de mi pueblo"... ¿Pero qué dices? Nada. No hagan caso. ¿Saben qué es la poesía? ¿Etimológicamente, me refiero? Qué coj**** quiere decir la palabra 'poesía', vaya. Que todos nos las damos de sabios diciendo que es griego, pero, ¿qué significa? - obsérvese, para próximas ediciones, que esta pregunta tan aparentemente infantil, ayuda a desenmascarar una gran parte de las incógnitas del mundo (además de a los pedantes pseudointelectualoides que las transmiten sin entender). 
Pues 'poesía' (gr. ποίησις), mis bienamados, es 'creación'. Lo que sea. Cualquier cosa que se pueda crear era poesía para los griegos. Desde una casa hasta una canción.  Poesía era todo aquello que, de la cabeza del hombre, poblada de ideas, se plasmaba en realidad. Porque crear no es más que eso: hacerlo real. Así que, querido De la Concha, se ha cambiado usted de ministerio sin aclarar el estado de la cuestión. ¿Por qué ésta es la séptima acepción del DRAE y no la primera? Porque, que yo sepa, primero va la creación - vamos, el ponerse a la faena -  y, después, la forma de crearlo o tomar forma plástica; sea ésta prosa, verso o plastidécor.
En fin, dejemos a un lado estos academicismos y volvamos al tema. Tras esta somnífera explicación previa, ¿dónde quiero llegar? Pues convencer al respetable de que no es tan difícil ni leer ni entender poesía. El poeta ya salió de su torre de marfil donde escribía, taciturno y ensimismado, letras a los sedosos cabellos de una dama casada, convertida, sin saber porqué, en espiga dorada, collar de perlas diamantí o lecho de plumas y seda . El poeta se marchó de ese exilio medio escolástico, medio místico. El poeta duerme, trasnocha, come, trabaja - o no, no nos engañemos, está en el paro. ¡Qué digo! ¡El poeta, incluso, cag*! El poeta es un hombre, y no un vate de las Musas. Para entenderle, pues, sólo hay que pensar como un hombre. Sólo hay que confiar, de vez en cuando, en el instinto humano - por muy depreciado que esté - para entender, a vista de pájaro, la voz del poeta. La voz del hombre.

Externamente sufro como todos
las huellas cotidianas, indelebles.

[...]separado del cielo,ciudadano
inscrito en el cemento y en el sordo
rumor inconsolable de las plazas.

 JE Cirlot

Y para demostrarles toda esta tralla mental y propagandísitca pro-poesía, les presentaré un poema cortito. ¿Les apetece comprobar que lo que les decía es cierto? Si no están de acuerdo, acepto todo tipo de reclamaciones, quejas, discursiones, etc.
El poema es en inglés. Sé que la inmesa mayoría de ustedes podría entenderlo - más que nada, porque hasta yo pude comprenderlo sobre la marcha. Pero para los que no puedan o no quieran hacer el esfuerzo de meterse en mente yanqui, -lo entiendo-, ¡tranquilizarse! Dejo una traducción, lo más finel posible, con letras más pequeña, justo debajo, cuando empecemos a destripar el significado 'oculto', aparentemente, tras las palabras. Tómense el tiempo que necesiten. Y, aunque no entiendan nada, continúen. Lo desmenuzaremos todo poc a poc. Les dejo, pues con my sweet old etcetera, de e.e.cummings.

my sweet old etceteraaunt lucy during the recent
war could and what
is more did tell you just
what everybody was fighting
for,
my sister
isabel created hundreds
(and
hundreds)of socks not to
mention fleaproof earwarmers
etcetera wristers etcetera, my
mother hoped that
i would die etcetera
bravely of course my father used
to become hoarse talking about how it was
a privilege and if only he
could meanwhile my
self etcetera lay quietly
in the deep mud et
cetera
(dreaming,
et
cetera
, of
Y
our smile
eyes knees and of your Etcetera

¿Qué es lo primero que se les viene a la cabeza nada más leer este poema? Nada de grandes interpretaciones. No queremos exégesis. Sólo apreciaciones sencillas, que muchas veces es sencillez lo que se esconde detrás de aparente artefacto.
Pues claro... la ortografía. Para ser más exactos, dos cositas:
  • El uso, aparentemente, indiscriminado de la minúscula (observen que sólo aparecen dos letras mayúsuclas en todo el texto y que no se conrresponden con las reglas de ortografía; es decir, ni en el comienzo del texto, ni en los nombres propios - ni siquiera en el del autor, al final).
  • La forma, tanto del poema como de algunas palabras. A eso lo llamaremos morfosintáxis poética, de la que nos atreveremos a decir que es bastante fragmentada (que no incorrecta, mucho ojito). 
  • ¿Algo más? ¡Claro que sí! La repetición de algunas palabras. ¿Algunas? Fíjense bien.... Exacto. La repetición - excesiva, si se quiere - del término "etcétera". 
Bueno, ya tenemos estas tres cositas técnicas. Ahora, en español, vean el significado literal, para después, ahondar en literario. 

mi dulce anciana etcétera
tía lucy durante la reciente
guerra pude y lo hice

contarte por lo que

todo el mundo
luchaba,

mi hermana

isabel haciendo cientos

(y

cientos)de calcetines por no

mencionar las orejeras resistentes a las pulgas

etcétera brazaletes etcétera, mi

madre esperaba que

yo muriese etcétera

valiente por supuesto mi padre
comentaba ronco que era

un privilegio y si tan sólo él

pudiera mientras yo

mismo etcétera yazgo en silencio

bajo el fango et
c
étera
(soñando,

et
cétera, con
Tu sonrisa

ojos rodillas y tu Etcétera)


¿Qué se les viene a la cabeza nada más empezar a leer? Supongo que esa peculiar entradilla con vocativo de "mi dulce anciana.... Tía Lucy" les hará pensar en una carta. Un encabezado antiguo, típico del género epistolar ya en desuso. Bien. Por tanto, el poema podría ser, perfectamente y puesto en prosa, una carta. De esta manera, nos topamos con el primer 'etcétera' - en adelante, etc. - y, con ello, la primera incógnita de una serie de 'etc.' que surgirán a lo largo del texto y que, por si no se han dado cuenta, encierran su veradero y trágico significado. 
Del lat. et cetĕra, y "lo demás", nos dice el DRAE que es utilizado para sustituir el resto de una exposición o enumeración que se sobreentiende o que no interesa expresar. Así, este primer etc. que sigue a "dulce" y "anciana" podría estar remplazando adjetivos calificativos como, por ejemplo, "querida" (un gran tópico en las cartas). Evidentemente, cabe la posibilidad de encuadrar aquí cualqueir adjetivo que sea acorde con la situación. Es decir: libertad de elección, pero coherente. Así, si en lugar de querida, prefieren ustedes, "bienamada", "respetada", "ilustre", "añorada"... es igualmente válido. 
Seguimos adelante y vemos una referencia espacio-temporal muy concreta: la guerra. Esto ya se lo añado yo, tipo chascarrillo extrapoético. La guerra referida es the World War. La Gran Guerra. Resulta que Cummings se alistó junto a John Dos Passos -autor de Journeys between wars (1938)- en las Norton-Harjes Ambulances Corps. Pero no nos liemos en salsas-rosas-literarias. Vayamos al grano.  
Después de esta mención a la guerra, aparece otro personaje femenino: la hermana del yo que habla. Esta buena muchacha se las pasa en casita bordando calcetines orejeras etc. brazaletes etc. ¿Para qué? Obviamente, para su hermano; para los soldaditos del frente. Por ello, este segundo enigma lleva detrás un sinfín de elementos de abrigo: "bufandas", "guantes", "gorros", "mantas",... Qué curioso que, detrás de un 'etcétera', empiece a colarse en nuestro texto el frío que siente el protagonista. El hielo de la guerra. Para que se hagan una idea, Orwell nos lo contó claramente en su Homenaje a Cataluña:
"el frío era indescriptible [...] Una noche glacial anoté en el diario las prendas que llevaba [...] camiseta y calzoncillos de paño grueso, camisa de franlea, dos jerséis, una chaquetilla de lana, una cazadora de cuero, bombachos de pana, polainas de vendas, calcetines gruesos, botas, un impermeable grueso, bufanda, guantes forrados y gorro de punto, y a pesar de todo tiritaba." (Tusquets, 2010:91)
Y no solo eso. Observe, atento lector, que detrás de tanta ropa de abrigo, de tanto tricotar a la luz del fuego, aparece, cándida, redimida y suspirosa, la figura atenta y desconsolada de la buena mujer, amita de su casa. El papel eternamente femenino de obediencia y abnegación.
No acaba aquí la cosa. El cuarto etc. , la mamá del chaval aparece en escena evocada con unas palabras mordaces y que, muy posiblemente, sean un adelanto - catáfora - del desenlace del yo poético.  "Mi madre esperaba que/yo mueriese etcetera/ valiente". Aquí casi da más miedo el verbo 'esperar', que la dificultad de desvelar qué término(s) esconde este etc. ¿Una madre 'espera' que su hijo muera? Es casi gore pensar esto, pero, ¿esperar como sinónimo de desear?¿Una madre que sabe que su hijo es una ofrenda por la patria? Y si no muere el chiquillo,valiente, ¿qué? ¿Ya no sería un valiente para ella? ¿Es consuelo para una madre saber que un hijo muere, pero al menos es por un ideal? Y, de cualquier modo, ¿de quién es ese ideal? No nos enrollemos, que aún queda. Dejando a un lado estos devaneos, el etc., en este caso, bifurca las posibles interpretaciones. Por un lado, podríamos añadir cualquier otroa adjetivo que sea coherente con "valiente". Por otro, podríamos poner un sintagma con función circunstancial -ya saben, eso de Lugar/Tiempo/Modo...-  que concordase con el verbo. Así "yo muriese por la causa/por la patria/para defender a los justos". Lo que ustedes vean. 
Nos acercamos al final y aparece la figura paterna. Un padre ronco de emoción al hablar de su hijo soldado, luchando. El valor y la honra de la familia, del país. Un privilegio. Recuerda esto a las palabras de Robert Graves en su autobiografía Goodbye to All That (1929) al llegar a 'casa' tras la Primera Guerra Mundial: Una gigantesca e histérica masa sobrepasó la barrera y lanzó un nuevo rugido [...] Mientras escrutaba la multitud, vi que una figura destacaba por sí sola: para mi vergüenza, reconocí a mi padre, dando saltitos sobre su única pierna, agitando el paraguas, vitoreando como el que más... 
El padre de nuestro protagonista también aclama el valor de su hijo, de los combatientes jóvenes que han ido a darlo todo a frente. Fíjense hasta qué punto, en menos de un verso, el entusiasmo del padre decae hasta llegar a insinuar "si al menos él también pudiera..." ¿También pudiera qué? ¿Ir a matar o a que lo matasen por la causa - por ese etc. de la madre-?
Por fin, "myself". "Yo / mismo etcetera" Atención porque, en tres palabras se lía una de tres pares... ¿Ven cómo el "yo /mismo" aparece partido? ¿Entienden la ruptura sintáctica del propio sujeto? Ya no de la oración. El sujeto es el que está roto. La escisión del YO; la ruptura interior del individuo. Y es que algo se rompe. Aparece algo que divide al individuo después de algo así; que lo separa del mundo que conoce la guerra desde el sofá y los medios de comunicación. "Inglaterra nos parecía extraña a los soldados que regresábamos. No podíamos entender aquella locura que aclamaba la guerra salvajemente por todos sitios. Los ciudadanos hablaban una lengua extraña. Probé a hablar seriamente con mis padres, pero fue imposible..." (R. Graves). Si algo está roto, ¿qué mejor manera que adecuar forma y contenido? He aquí la explicación de porqué se destruye el orden lógico de la sintaxis, de las palabras.
Por tanto, el etc. que continúa a "Yo/mismo" no puede ser sustituído por algo que no haga refenrecia a la idea de 'y otros como yo': "y el resto de soldados", "y mis compañeros", "y los otros muertos en la trinchera",...  yazgo (yacemos) en silencio/ bajo el fango etcétera ¿Qué más? "En la mierda", "entre ratas/sangre/muertos"... Y los dos últimos etc. entre paréntesis. Momento de recogimiento e intimidad del YO que se rompe:"soñando / etcétera", podemos poner cualquier verbo de pensamiento - pensando, recordando, ...- , pero lo ideal sería que encajara con la preposición "con" que enlaza con aquello en lo que sueña - lingüísticamente, con el término del sintagma preposicional-:  "con/ Tu sonrisa/ ojos rodillas y tu Etcétera."  ¿Qué vemos aquí? ¡Dos mayúsculas! A estas alturas de la película, donde se ha visto una tía anciana tomando el té en el jardín de alguna posh house; una joven que se desvive por el bienamado hermano que lucha en el frente; una madre decidida a sacrificar hijos al dios Tor si con eso se consigue ago -lo que sea, no importa-; un padre que se sabe viejo, incapacitado para la batalla y que manda al hijo en su lugar; una sociedad, un mundo roto por el trauma belicista, en un texto en el que los Etcéteras van cada vez a mayor - y a peor -, volviéndose más fuertes, escodiendo cosas cada vez más horribles como es el deseo de una madre de cómo ha de morir el hijo o de cómo un hombre se siente avergonzado de no poder ir a matar.... ¿Creen ustedes que al pobre chaval le importa algo de todo esto? ¿Creen que entiende por qué está ahí? ¿Creen que esa causa era la suya?Pues claro que no. Ese chaval, "soñando...con/Tu ... Etcétera" ¿quées lo que quiere? ¿Con qué sueña; en qué recuerdos piensa en esos momentos de intimidad para seguir en ese sinsentido? Evidentemente, esa T mayúscula esconde una chica. Sueña con ella - aunque esto ya parezca la canción de los Camela - y ella es lo único que le importa en ese momento. Por eso emplea ahí, y sólo ahí, las letras mayúsculas. Ella; y su Etcétera... Hay quien apunta a que su Etcétera es el Amor, el Corazón de la amada. Yo, personalmente, me inclino más por otras partes del cuerpo, aunque coincido con ellos en que también empiezan por C...

Por la recuperación de la memoria histórica.


***


Y ahora, si han llegado hasta aquí, relean el poema y contéstenme de manera sincera. ¿Estaba todo en el texto, ahí escrito o no? ¿Sigue siendo Poeta o ya es poeta? ¿Será la poesía algo tan extraño como la voz de un hombre?


Foto: Humor Indignado 100%
Traducciones de los textos citados: JudithDDM

martes, 11 de octubre de 2011

El cuervo delator y una triada de trampas e ingenio.

Ilustración de Gustave Doré. Colección The Raven.
Nevermore sobrevoló la cabeza de Edgar Allan Poe, por primera vez, a finales de 1844. Se sentó a escribir The Raven sin pensar por un momento el impacto por contraste de aquel bichejo negro sobre el busto albo de, casualmente y sin querer, de Palas Atenea. Una vez más, la biografía amorosamente desazorada del poeta tapó al genio; algo harto común, por otra parte, en el último Romanticismo, que hacía sus primeros tonteos con el opio de la Modenidad mientras despedía al siglo XIX. Tampoco debió parecerle de mayor importancia al comentario literario que él mismo hizo sobre cómo había escrito tal poema y, por extensión, cómo se debía proceder a la actividad creadora con fines similares a los que él se había enfrentado. Ya, claro. Eso es fácil: contar una experiencia humana...que no fuera suya. Escoger aquella que trate del sentimiento que más hóndamente sienta el ser humano...  la pérdida (ergo, la muerte). Y, de tal pérdida, que se la del otro ser humano que el primero más quiera... total, la Muerte de la Amada. Y con mayúsuclas, sí; con mayúscula de tema Clásico, porque, si lo que quería Poe era innovar, no tuvo demasiado ojo clínico, el muchacho. Tenemos, pues, un escritor romántico de mediados del XIX en lengua inglesa; con un poema en la mano sobre Muerte, Amadas y Noches de tórmeta... Arquetipo que te va. Pero.. ¡no! Vean la estructura perfectamente diseñada del poema (dieciocho estrofas, divididas en periodos de seis versos, con octometro trocaico y estructura rítima ABCBBB); vean la gracia con la que dice que la anécdota del pájaro elegido iba a ser, en principio un loro, ya que es una de las aves capaces de repetir sonidos.. pero claro, en plena tormenta, cayendo rayos, truenos y centellas; hablando de la amada muerta... que apareciera, de repente, un loro... No, hombre, no... No quedaba bien. Mejor un cuervo, de más regusto gótico, más oscuro, y a la vez, capaz de memorizar y reproducir pequeñas unidades fónicas. Si ya añadimos la charla que nos pega sobre su galopante obsesión de encerrarse en la biblioteca para averiguar qué hay después de la muerte, tenemos en nuestras manos lo que podríamso llamar, muy chabacanamente, el Top Ten de los motivos tardorománticos de la literatura (y el Arte en general) del siglo XIX, poco antes de que se alcanzara la Modernidad... Entonces, ¿por qué tanto amor por Poe? ¿Por qué reconocimientos y lauresles si lo que trata son tópicos remanidos? Bien; les he dicho que se harta de manejar recursos típicos, pero ¿les he dicho cómo? Señores, están ustedes ante el primer poeta que, para contar una experiencia personal (ya les dije que la biografía sentimental se come al geino), se distancia de sí mismo, emplea la ironía y hace de lo personal, un universal a través del a ironía, los juegos de palabra y la complicidad con el lector. Eso es ser moderno (creo, aún hoy): salirse de sí mismo para mirarse desde fuera; y enseñar, pero no detallando, sino mostrando detalles. Es la primera vez que no hay necesidad literaria de justificación por parte del escritor de manera lineal. Poe agarra los componentes de siempre, hace lo que siempre se ha hecho pero, en lugar de escribir lo que el lector espera por tradición, le dice  - según hará en The Philosophy of Composition - :
"Toma tú, que entiendes. Y lee."
Ésta es lo que, ahora, comprendemos como supuesta Modernidad... Término que, por cierto, acuñó Charles de Baudelaire cuando se publica su obra póstuma en 1869, Le Spleen de París (Petits poèmes en prose). Si bien el subtítulo sorprende por aquello de "poemas en prosa", género neófito en aquel momento, ¿por qué además, eso de "pequeños"? Parece que Baudelaire, genio de ingenios, supiera la reacción de desconocimiento del lector asombrado y le da respuesta de esa manera tan modesta como lo hacen los grandes: un ejercicio de captatio benevolentiae de pies a cabeza.... ¿Y cómo? Encontramos un prólogo en forma de epístola a Monsieur Arsène Houssaye. En este prefacio, el modesto poeta francés, padre de la Modernidad literaria en Occidente, le comenta a su amigo
"Mon cher ami, je vous envoie ici un peu de travail dont personne ne peut dire qu'il n'a ni tête ni queue, parce que, au contraire, tout y est à la fois tête et queue, alternativement et réciproquement. S'il vous plaît considérer quels sont les avantages de cette combinaison offre bien pour nous tous, à vous, à moi, et pour le lecteur. Nous pouvons couper ce que nous voulons-moi, ma rêverie, vous, le manuscrit, et le lecteur, sa lecture, car je ne lient pas le lecteur impatient dans le fil sans fin d'un complot superflu. Retirez l'une des vertèbres, et les deux moitiés de ce fantasme tortueuses vont se retrouver sans douleur. Hachez-en fragments nombreux, et vous verrez que chacun peut vivre sur ses propres."
Vamos, que el amigo Charles está planteando - y así pasa a la historia - que, ¡oh, sorpresa! ha creado un género literario nuevo. Fragmentos poéticos ¡¡¡en prosa!!! Poesía a renglón seguido. Poesía que desafía, incluso, a la mismísima Poética de Aristóteles. Como dicen ellos mismos Sacre Dieu! la que acaba de liar este muchacho... Pero no es oro todo lo que reluce, y Baudelaire, además de todo esto, fue trilero: sí, menciona que vio una posible influencia en Aloysius Bertrand (de la quinta de Poe, por cierto) y su obra, Gaspard de la nuit (Aquarelles literaires) en algo cercano, que no idéntico, a lo que hoy conocemos "poemas en prosa". Por tanto, ni pionero ni inaugurador del género en Francia: intentona o conato de (yo no diría más). Claro que al escritor dijonais no se le pasó por la cabeza hacer lo que Baudelaire y ¡hala! que me he inventado la Modernidad.. No se le ocurrió tal sacrilegio de intentar ligar una contradicción tan aparente sólo porque a él se le hubiera ido la pinza una tarde y hubiese hecho lo que más tarde haría Santigao Rusiñol o Gutiérrez Solana: escribir breves piezas a raíz de una pintura o viceversa (abreviando muchísimo y de mala manera).
¿De dónde se saca entonces Baudelaire esto de los poemas en prosa? ¿De verdad lo inventa él? No, señores, no. ¿Les suena el nombre de Stéphane Mallarmé? Efectivamente, otro de los poetas del Parnasse du Fin du siècle française. Mallarmé, que, además de poeta, traductor y vividor, sabía que uno tiene que comer y dar de comer a la familia. Así que, casado en Londres, se decidió a dar clases de inglés en Instituto de Tournon. Por lo visto, en aquella época, el fracaso escolar en inglés era, ya, masivo; por lo que, allanando caminos, Mallamé decidió traducir al francés toda la producción literaria anglosajona que cayera en sus manos... ¿Y qué fue una de las cosas que tradujo? Le Corbeau, de Edgar Allan Poe. Sí, señores, sí. Fue él. ÉL, Mallarmé, quien introdujo en Europa el germen de lo que aún no estamos a medio definir: el poema en prosa. No se dejen engañar por la fecha. Si bien esta aportación traducida no fue editada hasta 1875, se sabe que Mallarmé trabajaba con ella ya en 1866, año en el que empieza a trabajar en la revista Parnasse Contemporain, publicando en ella diez poemas de influencia de la estética of Modern Style.
Mallarmé sabía que la Modernidad esta en los versos de Poe y se lo llevó a casa. Vio la imposibilidad que había en traducir todo aquello de modo versificado y prefirió hacerlo en glosas francesas, prosificando, a renglón seguido, la modernidad de Poe. De hecho, lo curioso de todo esto es que, estas traducciones en prosa y no en verso, han dado lugar a que actualmente, Poe sea más conocido como autor de narrativa +/-breve, que por su obra poética.Y todo debido a la imposibilidad de una primera traducción estilísticamente fiel....
Así que, Baudelaire, si fuera francesa, te retaría a un duelo de un guantazo en la cara, tramposín. Tú también tradujiste al francés Le Corbeau (casulamente, al estilo de Le spleen); tú también lo sabías... No te columpies nevermore...

The Raven (Vincent Price, 1976)