Páginas

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Bon appétit

Hoy me voy a dar un homenaje.
Quién sabe si hoy habrá sido un día bohemio....
He comprado un queso (Forez) con el que, por casualidad, he acertado. Un pedazo de Quiche Lorraine de espinacas y salmón me espera en la cocina, para cuando ataque el hambre y yo le ataque a él. Le he cogido prestada una cerveza a Nicolás. He adquirido nuevas sustancias para el deleite (o eso espero). Pero no me gusta el olor a barniz rancio con mezcla de lejía que desprende mi cajita de 0'20€... Como tampoco me agrada que la mejor compañía de estos días se rocíe de malos aromas. Ya se sabe, las malas influencias...
Como decía, voy a pegarme el gustazo de cenar bien e intentar dormir mejor que esta noche. El vino peleón, aunque sea de denominación francesa, sigue siendo demasiado malo para el hombre...
Por fin he podido disfrutar del fotoshop y he retocado algunas fotos. Aunque de la vida que refleja, por ahora, no puedo mejorar prácticamente nada. Echo un vistazo a las últimas horas de mi vida española y aún siento el apretón de Gema en Barajas.
La pesadilla de voz que emplea mi madre-coraje cuando a su niña le hacen descalzarse en el control del aeropuerto. Reflexiono sobre mi tirantez con ella.
Los mensajes nocturnos con mi hermana en la habitación de al lado haciéndose la dormida.
Mi padre y mi hermano apoyándome en el vicio del "botellón" y la buena vida.
Pensé también en todo esto justo ayer, en la plaza de la catedral, mientras escabiaba aquel vinagre (que no vino) con Esteban. La reconcha de su madre... Y esos frascos de jarabe con nombre de cerveza...
Esta mañana aguardé una cola de dos horas para entrevistarme con una francesita constipada que me preguntaba porqué Clermont, qué hago en mi tiempo libre y qué haría en una clase de niños aprendiendo español.... Bueno, dependiendo de la edad, le dije. Todos sabemos que sigue habiendo niños con más de veinte años.
Salí.
Paseé.
Leí mails de amigos a los que añoro en la hora del café. Don Guillermo de la Mancha. Juanki al borde de un ataque de nervios , de vuelta a Madrid. Javi, siempre al servicio del ciudadano; el teléfono de su oficina, siempre al servicio de su beneficio.
Escuché Jazz durante toda la tarde.
Intercambié opiniones de posibles planes para una noche en la que el Madrid se disputa un partido perdido de antemano con el Marsella. Pongo cara de póker (en francés, oui-oui) y me marcho con viento fresco. Una no ha venido aquí para hacerle ascos a nada, como diría Paco, o Azcona en su libro Los Ilusos, pero recorrer 1000km para quedarme con lo de siempre... Estoy segura que cuento con su apoyo.
Elena prepara maletas. Dos aviones en menos de una semana. Demasiado para su reposo acostumbrado.
Siento dolor en partes del cuerpo demasiado inexactas para ser localizadas. La randonée de ayer fortaleció el cansancio, pero me llenó de aire. Un parapente a más de 1400 metros de altitud. Eso sí es dejar volar la imaginación... Por desgracia, el escabio no termina de levantarme los pies del suelo.
Un día que me quieras cantado a voz en grito rodeado de una sociedad demasiado bumbublé como para permitirse el gusto de cuchichear. Hubiera sido mejor todo a media voz, pero la promesa de ahumarme con la piva de Tierra del Fuego me pareció relinda... para qué poner pegas.

Sólo recibo mensaje de Orange FR.... Hic et nunc, me creo casi un M-Clan huyendo de La Tierra, sin esperar contestación...
*****
Hoy, como posible día bohemio, me gustaría compartir con Rober cualquier documental que pasen por la 2 de madrugada y reirme con su zapatilla echando humo.

lunes, 28 de septiembre de 2009

La bicicleta de Íñigo

Íñigo es un personaje.

No literalmente, claro, pero lo es. Vida costrosa (según él) y padres con visa. Sí, es una buena manera de ver la vida...especialmente la económica.

Ya apuntó maneras en nuestro primer encuentro cuando a los dos nos salió del alma arrimarnos a una bolsa llena de ropa tirada en la calle.

Ayer descubrimos lo bien que se nos da regatear en el mercadillo de Clermont, y salimos con las manos llenas por menos de 2€... Te sientes tan realizado cuando consigues este tipo de gangas.... Aneta, desde Móstoles, tenía razón: quien no amuebla su casa es porque no quiere. O porque no tiene un cubo de basura localizado.

Volviendo a Íñigo, seguimos buscando una bicicleta para movernos por la ville. El intento de levantársela al vendedor de ayer nos salió mal. No porque nos cazasen; sólo que los pedales estaban desencajados, las ruedas no tenían cámara y las pastillas de freno... Sí, también pensamos en Estopa.

Después, acabamos reuniendo unas maderas para construirnos una estantería. Él, en su habitación (sin baño y cocina compartida) de 9 metros cuadrados. Yo, en ese extraño hueco que queda entre la cama y la pared, para tapar el desconchón de forro cutre que alguien puso algún día. ¿Puede entenderse que haya una huella de tiznón negro con forma de mano en la pared, a más de dos metros del suelo?

Reflexiones a parte, lo mejor con o de Íñigo es la vuelta a casa, después de llevar toda la tarde buscando una brasserie abierta, una caña o, simplemente, sin hacer nada. No es comenteo, siquiera, porque la confianza es mutua, pero las distancias de recién conocidos también. No obstante, la cosa es no quedarse callados, nada de silencios incómodos en nuestra nueva vida de aprendices. Hablamos de vuelta, siempre recorriendo la misma calle. La charla no es demasiado tranquila; más bien, un tanto nerviosa, pero sin ser forzada. Parece, con lo delgadurrio que está, que se curva y apoya en mí, y me permite que yo me recueste en él. Nada de vulgaridad física; me refiero a lo emocional. Chacun es chacun (en nuestro mediocre francés) pero es divertido compartirlo "todo" con personas que están a tu lado, como tú al suyo, por mera casualidad, suerte, destino,... llámese "equis". Compartir hasta el pan de la cena, pero cada cual en su mesa.

No creo que esto llegue mucho más allá; quiero decir, a crear una gran amistad, aunque, qui sait?

Fue la primera cara que coloqué en el álbum del que hablaba el otro día, con quien tomé la primera coca-cola en Clermont e intercambié primeras impresiones en mi lengua, sin pensar (como acostumbramos nosotros, los españoles).
Creo, que sólo por las causas-efectos que lo ya dicho conlleva, merecía la pena nombrarle en un blog que sólo yo leo.... Aunque sea de esta manera tan infantil, imitando hacer, empero, una brutal descripción galdosiana...
Soñar es gratis; vivir en Clermont, pas du tout....



*****


Es sorprendente lo integrados que tienen los alemanes la cultura McDonald. También, la cara con la que miran cuando dices que ni eres católico, ni practicas el capitalismo yanki y para tí, una catedral, es arte y no rito.

Me gustaría mencionar, sin perder credibilidad, que ayer recordé, reflexioné y comprendí al profesor C.M., J.A. Justo delante de la que, por poco tiempo, mi sombra soñó que sería nuestra nueva casa. Fue un momento magdalena proustiana ,como cuando tu padre lleva media vida diciéndote siempre lo mismo y, sin saber por qué, un día ves la luz y lo entiendes todo... En 3º de carrera, para Literatura española del siglo XVII, suena raro leerse Encuentro en Telgte , de Günter Grass; en 5º, haciendo erasmus, cuando intentas relacionarte con oriundos de Münster, ya no parece tan estrambótico.
La lectura de Alatriste , sin embargo, sigo sin pillarla... Supongo que tendré que esperar a relacionarme con españoles....

La bureaucratie saca lo peor de mi. Aguantar una cola de chinos intentado comunicarme con ellos en francés, también... Podría estar diciendo improperios sobre esto toda la tarde, pero prefiero optimizar el tiempo pensando en los magníficos rollitos de primavera que compró Gema en Gran Vía. Cada noche hacemos videoconferencia. Veo su cama, su sillón y su gran melena de pelos al viento (como diría Luis Ramiro) tapando el frío...

sábado, 26 de septiembre de 2009

¿Y Clermont? Bueno, es mejor que la muerte....

Paso el primer fin de semana como apátrida haciendo café para postreras confesiones de malos hábitos. Mejor dicho, políticamente incorrectos... La casa necesita un orden que entre semana se olvida en la esquina que une mi habitación con el toilette. No sé quién eligió tal sitio para el mocho...

Creía haber entendido que Mesié Caseré venía hoy para hacerme el ágape de bienvenida que obliga la politesse francesa. Pero me quedé con el queso y el vino en la mano... "como un gilipo...llas, madre..."
Recuerdo a Javi y los días que pasamos de tren en tren. De chiflo en chiflo, y siempre con maletas, recorriendo mapas.

(Continuará...)

Son pocos los días que llevo aquí; pocos mis devaneos. Sin embargo, la sombra de la catedral, que emerge de repente -como en Vetusta- no deja de sorprenderme. A la hora que sea. Siempre tiene una iluminación adecuada para el momento en el que, entre dos callejuelas, la descubres solemne, observadora, quemada -como su color- por la quietud entre la muchedumbre y los borrachos que evacúan en ella.
Por un momento, medio tumbada a sus pies, me parece la catedral de Mary Poppins, con los santos mirándote, y la señora de las palomas desmigándose las manos en la escalera...
No sé por qué siempre acabo comparando algo con esta película... Me marcó, quién sabe la razón. Quizá se me condenó a ser un eterno Peter Pan porque nunca llegó a mi ventana la "Mary" que yo esperaba...

Es extraño sentirse gótico perdido bebiendo cerveza caliente en un banco; más aún si eres abordado por un ser ebrio permanentemente que te confiesa que está loco como Don Quijote : Él sólo quiere dormir en este mundo lleno de chicas bonitas, donde todo se mueve por "monedas" y para quien los molinos es todo aquel que se mueve... Cervantes y su Galatea deberían sentirse orgullosos...
Finiquitando el tema del mad men, los últimos coletazos de la Movida madrileña hicieron verdaderos estragos al sobrepasar sus propias fronteras. Ya comenté algo del mal que nos hace el exportar lo peor de nosotros: no lo que nos hace conocidos mundialemente, sino no saber dónde, cómo y por qué acaban las cosas. La no aceptación de un posible final feliz. Punto pelota. Nuestra ansiedad de alargar la agonía, la muerte anunciada -en boca de García Márquez-: condenarse, irreversiblemente, al fracaso.

Ana dice que le daría miedo salir por aquí. Ambas sabemos que el savoir faire française entraña mucho más que unos colines, una bicicleta o una camisa a rayas y boina... Pero, ¿qué? ¿Intercambios culturales en la calle, tal vez? Peut-être....

(2:26 a.m.)

viernes, 25 de septiembre de 2009

Hielos nerviosos en una coca-cola que nunca se acaba

Se abre la tapa del álbum de caras desconocidas que prometen ser compañeras para un semestre. ¿He de alegrarme por su patriotismo clandestino meneando un té nervioso -que no tic-? Supongo... Citas a ciegas de "llevaré una gorra negra para que me conozcas"... Intentar comportarse comme d'hab cuando me encuentro con una mirada Made in Spain. ¿También se supone que es reconfortante, no? Ah....
Pero no me gusta salir a la calle y escuchar un "Hola" desesperado y por obligación.
No me he venido hasta aquí para escuchar, en nuestro honor, la versión clasic-pasodoble de Paquito el Chocolatero, precediendo a "la loba" de Shakira.
No quiero quedarme con lo de siempre, porque para eso... ¿a qué he salido? Cada acento español, agradecido, es como una atadura hacia atrás. Espartaco es encadenado y no puede seguir huyendo/luchando con su carro.... Según se vea.
¿Orgullo de Mister Marshall?

Es increíble cómo la fuerza de voluntad y el miedo a estar solo -principalemente esto último- hace que toda la babilonia concentrada en una terraza de bar se resuma en una única gramática de conocimientos inexactos y rudimientarios combinados como si fuese un San Francisco.
Digan lo que digan, la filología está ahí. Como Berlanga, Azcona y Gardel.
Aunque me parece que con tanto sentimiento, no recuerdo muchas de las entradas del diccionario que creía saber de memoria. Y no me refiero sólo al Larousse... ¿El paso a la Modernidad es la desmemoria?

La confianza se excede, pero se perdona, cuando el otro lado del auricular sabe que ambos sois la mampara que protege contra la soledad, el hastío y las puertas de los nuevos edificios que te tragan si te dejas perder durante un paseo. No comprendo por qué tanto reparo... Como tampoco entiendo el por qué de las presentaciones en inglés si estamos donde estamos, rodeados de rumanos, turcos e italianos. Nos viene muy mal que se nos suban los humos patrióticos en una ciudad que apenas vende ceniceros...

Clermont-Ferrand se despierta temprano y acaba a la hora de la merienda.
Las calles empiezan a soltar un hedor frío que me hace querer recogerme más pronto de lo que la fama española exporta al extranjero. Aquí todo huele a leña cuando deambulas de un lado a otro, en busca de una tasa impagada, un formulario incompleto o una sombra olvidada mirando precios. Me gustaría tener chimenea, pero me conformo con una estufa que caliente el cuarto de baño cuando me duche, por menos de lo que vale un sofá de cuero.

La Gran Europa te va absorbiendo con sus horarios de "bon après-midi"...

Pequeños triunfos diarios que provocan el primer campanario de sonrisas con la vendedora de teléfonos móviles.

Y ya me parezco a McCarthy... Mente gastada y cuerpo gastado y sombra gastada que apague la lamparilla de noche con un "ya está bien por hoy".

martes, 22 de septiembre de 2009

1 hora de retraso....3 de viaje en tren...Una sevillana sin casa

(Último tren Lyon- Clermont Ferrand)
Empiezo a notar el frío. Los pies parecen de piedra y sube por el gemelo como una enredadera que me obliga a estar siempre en esta misma postura. Temo por mis maletas.
Cortinas rojas y compartimentos acristalados... Vichy... Tengo hambre; Michael Buble me distrae: imagino que una gran mujer de traje a juego con las cortinillas se contonea hacia mi y el hombrecillo que tengo sentado enfrente. Nos echa el humo a la cara y, a lo Audrey, sonríe.
Las notas de Sam me calientan la punta de mi nariz desde Casablanca.
Quiero abrir mi paquete de galletas. Y tengo miedo, y frío, y ganas de llegar ya donde sea... I'm singing in the rain..... ¿Premonición o mal agüero?
Cuánta hermandad se encuentra lejos de casa....
*****

Una habitación con eco. Y un Principito colgando del llavero.
¿De verdad toda una vida puede resumirse en dos maletas y una caja de galletas Príncipe?
Aquí, las puertas y las llaves abren al revés.
Y tengo miedo de estraviar mi sombra de noche, en un callejero mojado y desgastado por el roce del viaje en tren.
Me apetece leer.... Don Quijote y Sancho reposan los jumentos en el patio al que da mi ventana.
Ojalá en Buenos Aires fuese la misma hora que aquí.
Demasiadas espectativas me apabullan. Prefiero el limbo.
El dominio .es hace que vuelva a casa en sólo un click.
Ruidos raros y cama rara... y un montón de nicotina ahogando la luz del fondo.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Una maleta de 21kg y 15€ por demasía...

(Recuperación de fragmentos)
Es la primera vez que escribo inspirada en el ordenador, y es verdaderamente complicado. Prefiero sentir cómo aprieto el lápiz y con qué dureza hace resistencia hasta hacerme señal en la yema del dedo.
Borrar.
Tachar.
Hacer flechas que mueven en un arriba-abajo las ideas.
Leer.
Releer.
Apagar el cigarro y apartar la ceniza que ha caído sobre la hoja.
De repente, jugar a ser alguien desdoblado, ser otro, o tú, según te apetezca. Sentir como baja, desde la cabeza a la mano, una corriente que sólo se preocupa de no ser olvidada, si no materializarse, recorriendo cuello, hombro y brazo. Sin duda, el mejor momento es cuando lo sientes en el codo.
Y un escalofrío te zarandea de lado a lado, como en una tormenta de aire.
(lunes 7 de septimbre de 2009)
*****
¿No hay ningún tratado que hable del vacío nervioso cuando todo el yo está esparcido en cajas
polvorientas de supermercado?
*****
Mi mente es más rápida que la materia; mi sombra ya espera bajo el asiento que tengo reservado.
¿Volar puedes suponer, además, un viaje en el tiempo?
La crispación queire atraversar la piel y resquebrajar lo codos.
Y me cuesta abrir los ojos cuando me despierto.
Y los "adioses" ya no significan nada.
Habito un limbo en el que no sé cuándo entré ni hasta cuando voy a pasear.

sábado, 19 de septiembre de 2009

21 esperanzas que se tiran del puente

El deleite de Nunca Jamás me atrapa, me hace vaga, "melancólica, taciturna, hipocondríaca" (Machado). Y no me resisto, porque me niego a ser otra cosa. Con chaleco y sombrero... paseando por las gotas que el Puente de Segovia dejó tras meses de hacer maletas y moverse de aquí para allá con un único punto fijo... que era tu puesto de trabajo. Y mientras, el horizonte buscaba tus silencios.
Por eso, cuando aún no hace lustros que dejé de verte, te pienso a mi lado, sin frío. Y los nervios, el miedo, recorren los pasillos rodantes que me llevan a la meta de no sé muy bien qué. Sin pertenencias que agobien, sin sentido común, sólo inercia. Ando de un lado a otro buscando tu voz, pero no encuentro otra cosa que un hilo hecho añicos. Es como llegar para volver a marchar. El juego de nunca acabar, donde el tiempo tampoco te deja estar presente esta vez...
Te recuerdo...
Mi sombra, abandonada delante de tu escritorio...