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viernes, 29 de noviembre de 2013

Día de las librerías

Entre los carriles de las vías del tren, crecen flores suicidas.
Ramón Gómez de la Serna

La banalidad en la literatura llegó con la modernidad literaria de principios del XX, a grosso modo, como producto artesano de manos de Mrs. Woolf. No importa el tema, miremos la forma. No el qué, sino el cómo. El vómito de vida sobre el papel. Obviamente, tal soporte de escritura no tenía nada que ver en esto, pues no contaban con ningún medio más.
La banalidad en la litertura de la posmodernidad ha llegado, tal vez, con el e-book... only if we can't see past the end of our nose. La herramienta, el utensilio, no es el cómo -igual que para no lo fue el papel para el grupo de Bloomsbury. Éste no puede ocupar el lugar de un Complemento Circunstancial de Modo - para eso están los movimientos literarios, las corrientes, las tendencias,... Como mucho, un desconocido Complemento Circunstancial de Instrumento que intenta ascender a la alta posición de Sujeto-Tema. En tal caso, si un autor hablase sobre el soporte que utuliza a la hora de esculpir su obra, podríamos hablar de literatura informática o metainformática, de la informática como tema literario,...No cabe ni siquiera incluirlo en una hipotética reformulación del debate forma vs. fondo, 3.0

La banalidad en (y no de) la literatura posmoderna no ha llegado, pues, con el libro digital como nueva experimentación del interrogativo cómo en el siglo XXI, sino con la experimentación elevada a la enésima potencia por parte de ciertos escritores ya en los años 60. Ejemplo: el grupo OuLiPo ("Ouvroir de littérature potentielle" --> "Taller de literatura potencial"): puesta en práctica de las teorías deconstruccionistas del amigo Dérrida. Volvemos al leguaje como puzzle o rompezcabezas, el arte combinatorio de la permutación y la variación empleada por los músicos rusos ya en las Vanguardias históricas; el vestido de gala con el que salen a escena las vedettes Teoría y Crítica de la segunda mitad del XX. Banalidad como tema tratado en manos de la experimentación y los juegos del lenguaje - ¿acaso el siglo XX es algo más que eso?: George Perec, Italo Calvino, Marcel Duchamp o Raymond Queneau, entre otros muchos.

La banalidad en la literatura es una cosa; la atrofia del órgano lector, otra muy diferente. La banalidad en la cultura es algo, además de mal entendido y considerado, diametralmente opuesto a la banalidad de las mentes que conforman esa cultura -tanto como paisaje/paisanaje-, aunque grandes voces se empeñen en diluirlo todo en una sombra llamada "sociedad del espectáculo". Amazon, Google Books, Yahoo!, Apple y demás marcas que nos hacen agonizar en la cultura del consumismo exacerbado, nadan en el medio digital de ese mercado. Si bien es verdad que éste condiciona la cración literaria actual -de ahí el neoboom con los Best Sellers-, estas empresas-que-construyen-ebooks-que-se-creen-algo ,no tienen, ni de lejos, el gran privilegio de ser temas o leitmotivs en ninguna obra literaria hasta ahora.
Necesitamos más perspectiva - más tiempo y espacio, más apertura de mente y de normas canónicas - para afrontar y adaptar lo mejor de nuestra cultura literaria a esta nueva etapa del arte: saber aceptar como tal los mash up, la narrativa tecnológica, la narrativa híbrida, los hipertextos, etc. Al fin y al cabo, el gran especialista en pastiches y collages fue James Joyce en 1922... Y miren la que lió presentando al nuevo Ulises envuelto en una manta cosida con los retales que quedaban de Tradición...

Felíz día de las librerías y los libreros.

lunes, 21 de octubre de 2013

De-forma

En poesía, la forma va por dentro. JRJ
En música, también. A. M. Molina.

A fin y al cabo, poesía es ritmo, palabra y música atrapadas bajo la forma o gracias a ella, forma que canta y cuenta. A. Machado.

Apre(he)nder una lengua mediante el ejercicio lector es desarrollar un instinto de detective: qué misterios hay en cada una de esas formas – que llamaremos palabras – desconocidas presentadas por primera vez; acabar con la incertidumbre que la hace extraña a ella y desconfiados a nosotros. Apre(he)nder una lengua mediante el ejercicio lector es abrazar esas formas como queriendo desabrochar el sujetador del ser deseado; la liberación del anillo de hierro (G.A. Bécquer) para que se desparrame sobre la mesa derramando todo su significado abrupto y pulible, arcilla maleable sobre la mano izquierda, que es la que moldea desde dentro. Pero, ¿se puede tener a la forma sólo como a una argolla del significado? ¿Es, pues, estanca o busca restallarlo desde dentro para dotarle de nuevos contextos?

Un ejercicio para ver esta cuestión de-forma son los Diarios de Colón (dejemos de lado cualquier tipo de interpretación que del texto se haga basándose en la demagogia política actual. Aquí sólo literatura y hombres). Monólogo-desvarío, pues, de quien se topa con lo inesperado, con un ente oculto al individuo que va más allá, tentando; como uno mismo atrapado en un cuento de ciencia ficción: visión de palmeras sevillanas en los montes venezolanos. Casi un surrealismo realista.
Ante esa nueva realidad, maravillosa, el léxico diario del hombre se agota en sí mismo, se ve sobrepasado por aquello que ven los ojos más allá de sus narices. Se pierde el sentido y substancia del lenguaje conocido a causa de la novedad y la otredad de, en y a través de la experiencia. Estamos, de nuevo, con lo que la literatura moderna dio en llamar “incomunicación o incapacidad de expresión del lenguaje” y la consecuente deconstrucción del mismo – preguntarle al hombre porqué es hombre o al lenguaje porqué dicen lo que dicen de modo tan arbitrario. Debido a esta inhabilidad léxica aparece un hueco: en el vacío de las ropas gastadas e inservibles que revestían nuestra terminología básica sólo queda la percha – si seguimos con la metáfora –,  el frasco que mantuvo la esencia: la forma. Ésta permite, sin separarnos de nosotros mismos, re-inventar lo in-existente hasta ESE momento para NUESTRA realidad mental e imaginaria. Agarrar la realidad y darle – o darnos a conocer – otro perfil, hacerla poliédrica y mutable. Cuestionable y válido en su conjunto, porque eso recién contado ya es real gracias a que se ha verbalizado. Ya no es una idea: es un algo que existe. Como un escocés con falda en un pueblo de la Castilla profunda tocando la gaita, un marciano en busca de Gurb o tres barcos perdidos en mitad del océano. Colón, cuando levanta la vista y ve lo que ve, intenta describirlo empezando, de nuevo y sin saberlo, el verdadero viaje: el periplo lingüístico y léxico. Durante aquel ejercicio de escritura no era más que otro lector enfrentado a una nueva realidad que se le muestra y que él trata de re-crearla a través de la palabra. Un círculo perfecto donde caben realidad, ficción y re-creación mediante el poder de lo escrito.

Así, la novedad que supone comenzar a desentrañar la forma, ya sea de una visión o de una lengua extranjera, no es más -ni menos- que el enfrentamiento a la lectura de lo desconocido e indecible, de aquello que nos asusta por no tener realidad definida ni delimitada, siquiera por la palabra. El único descubrimiento positivo a celebrar fue, pues, el de la re-creación a través de las palabras del continente americano, que transmutaba aquella neovisión al ignorante hombre "de este lado del océano" hacia planos más reconocibles para él, ya apre(he)ndidos.

¿Podríamos decir lo mismo de la traducción? Hay quien dice - Consuelo Berges, "la voz de Stenhal"  en nuestra lengua - que la traducción es un género más de la literartura, como un tejido regenerado gracias a otro ya existente: 
«una buena traducción no debe de ser nunca una transposición. Es ya de por sí un género literario, porque si el autor pone el alma y el hueso, el traductor pone la piel». 

La traducción como un ente invertido, patasarriba, una tela dada la vuelta, reversible. La piel como forma, quizá, que dé nuevas realidades a aquello desconocido puesto a nuestro alcance. 

La forma, por tanto, va por dentro, muy al contrario de lo que se cree o se nos dice desde definiciones oficiales – configuración externa demolde en que se vacía algo… 
Que la forma va por dentro es, en definitiva, el único camino que tiene de no ser opresora (de-formadora) del fondo, sino su motivo de vida, expresión y desarrollo.

lunes, 22 de julio de 2013

Verano fenicio (IV)

Parafraseando
al poeta
que la vida
era
reversible
como la cazadora de mi hijo
uno lo empieza a comprender más tarde
cuando se ven las dos caras,
el argumento de la obra:
vanidad e hipocresía.

jueves, 23 de mayo de 2013

Expertos en lo No

¿Qué pasa con aquellos que somos expertos en no-ser-expertos-en-nada? El término, seguramente, cambie de significado. Ser experto en no-ser, que sería igual que ser experto en (la) Nada, tan diferente y lejano de no ser experto en nada.

La experiencia de no haber escogido con suficiente praxis, por ejemplo, una carrera, y reincidir en ello, por ejemplo, con el máster o el doctorado o el segundo idioma o el cúmulo de estudios habidos y por haber en el haber mismo del Experto en lo No. La experiencia en no tener un sueldo fijo, un trabajo, una idea compartida con más de equis millones de votantes. La experiencia de no haber viajado a la X que marca el lugar. La experiencia que te da no haber visto tal o cual película. O verla y poseer la experiecia de quien comprende que che, tampoco fue tanto, entiendo porqué era experto en no haberla visto... La experiencia de no haber leído el libro cumbre y necesario para ese momento de encrucijada. Un dúo de voces ajenas en la Cava Baja, alternando, jamás leí Borges, che, no sabes qué envidia, me encantaría ser tú que aún no le leíste nada y poder volver a ese punto cero, para redescubrirlo con ese orgasmo tan propio de las letras y de la soledad.
Creo que el experto en lo No prefiere ese tipo de reflexiones, de bajadas a su tierra de la Expericneia en lo No, antes que las del erudito que escupe babas de azufe, el que se sabe experto en Todo, mirando de pies a cabeza, comiéndoselo entero de un bocado, por el pecado mismo que conlleva el ser experto en, devorándolo con los ojos como la serpiente al sombrero de El principito. La experiencia en no saber diferenciar entre los numerosos Alfonso V peninsulares, tan de moda, tan vecinos, muertos tan jóvenes todos. O no. La experiencia de no saber(lo) con seguridad. La experiencia de no caminar seguro (o lo que podría ser igual, la experiencia del sonambulismo, cuerda floja sosteniendo el ir y venir del sueño, pero a través de él. A ver quién reprueba ésa, carajo, ni Derridá con su Différance adivinaría el puente entre una f y una s). La experiencia de no saber quedarse sólo con la teoría y necesitar dejar de filosofar un poco, porque, che, quizá haya que hacer algo en este mundo de mierda. La experiencia en no saber, en definitiva, ser otros, tan expertos en sus noes particulares, tan empecinados en hacerte ver que, che, atiende a razones, fijate en mí, perito confiable, negando lo relativo, tienes que ver o leer o viajar o tocar instrumentos más allá de la cuchara de madera de la cocina, o qué sé yo.

Aquello, dicen, para ser digno de la Experiencia, que es vida, que es error, que es prueba, ensayo posible gracias a la naturaleza del que se mueve detrás y por encima del hombro engreído y a costa suya. Experiencia existente y altivez gracias al concepto del ser Experto en lo No de otros, de aquel no-ser-experto-en-nada...

sábado, 7 de julio de 2012

Defensa de tesina: lo que nunca nos contaron sobre ella (o el sanfermín académico).

Lo que abajo aparece fue el discurso que el personaje que les habla-escribe (ya como en 1984) se marcó para la defensa de su tesina o, académica y rimbombantemente llamaado, trabajo de fin de máster.
El único propósito es aliviar con algún ejemplo lo más pragmático posible a aquellos que, como una servidora, a escasas 12 horas de la encrucijada con las máximas potencias oscuras de la Academia no sabía qué debía/podía decir, ni cuáles eran los argumentos para batirse a capa y espada contra todo aquel que decidiese hacer afrenta a la tesis principal del trabajo. Y, cómo no, para los que siguen (como yo) pensando "¡Ah! ¿Pero que hay una tesis/idea principal en el TFM? No me había parado a pensarlo..." 
Decir que de NADA vale tanta preparación, tanto nervio, tanto ensayo absurdo delante del espejo. A no ser que uno quiera acabar psicótico perdido creyendo que, si dice tres veces el nombre del poeta, éste acabará apareciéndose sentado en el sofá de casa o calentándole una leche con crispis. Los puntos más importante se olvidan. Las frases más chulas salen enredadas. Los finales apoteósicos preparados para dejar al Tribunal con la boca abierta acaban siendo una broma del amigo Steve Urkel cuando te lías con la paginación de tu ejemplar del TFM, te abandonas al balbuceo o, en el peor de los casos, se alinean los planetas y ¡oh, sorpresa! te das cuenta de que la cita no tiene absolutamente nada que ver ni con el tema del trabajo, ni con el autor y su obra.
Sabiendo lo que sé (frase muy de moda en las bocas más ancianas de Sansueña), aconsejo, a lo mucho, un whisky cortito y con hielo, un par de padresnuestros para que sea un parto rapidito y, a la salida, aprovisionamiento de pañales y patinete para salir corriendo de allí.
Cuatro apuntes formales sobre la estructura:
  • La duración ha de ser de entre 10 y 15 minutos, por lo que dedicaremos un párrafo a cada apartado, exceptuando el del corpus discursivo, en el que nos extenderemos algo más (entre 4 y 6 párrafos).
  • Saludo inicial y agradecimiento al Tribunal y al público.
  • Declaración de intenciones o qué vas a contar. Se recomienda encarecidamente no hacer un resumen del trabajo, pues quien lo haya leído se aburrirá y quien no, seamos sinceros, en 10 minutos es imposible de que se entere de algo.
  • Corpus del discurso. Motivación inicial. Recorrido de la idea. Metodología o qué has esta haciendo un año de tu vida para acabar engendrando tal monstruo académico.
  • Cierre. Conclusiones (siendo realistas, ¿quién concluye nada en un párrafo con un trabajo de 60 páginas?), líneas futuras o qué te gustaría hacer/que se hiciera para seguir adelante con tu tema.
  • Despedida. Reiterar el agradecimiento (muy formulístico y bastante pedante, pero a estas alturas se agradecen las frases hechas y automáticas para acabar cuanto antes con esta tortura).

Para quien necesite o quiera consultar el documento como ejemplo y ayuda, postee comentario abajo y le paso el enlace de manera segura. Por razones lógicas, el documento no se hace público por problemas con el copyright.


Tras esta especie de monólogo con la pared blanca de enfrente (o cólico-vómito de palabras sin sentido, temblonas y cargadas de sudor), ahora toca aguantar el tirón. Si bien hasta aquí nos hemos dedicado a soltar el rollo, casi vomitando las palabras, ahora  serán ellos los que hablen. En orden, y por antigüedad, el Vocal 1, el Vocal 2 y el/la president@ de mesa, como en el recuento de votos en las elecciones de tu pueblo.
Normalmente, el/la tutor@ suele ser la parte blanda y maternal del acto, haciendo una captatio benevolentia cada 2x3. Con las otras dos personas, que suelen ser profesores que te hayan impartido alguna clase durante el máster, no queda más remedio que encomendarse a la Providencia. Suele haber alguna china (como las que se meten en el zapato,no confundamos razas ahora) y, mira, si toca, ha tocado. Cabeza alta, apretar dientes y culo y llevar a la práctica aquello que, sabiamente, objetó un día la Pantoja "Sonríe. Dientes, que es lo que les jode". 
Ante todo:
  • No interrumpir mientras se realizan las observaciones.
  • No contestar directamente a las preguntas. Esperar a que el/la president@ te dé el turno de palabra.
  • Cuando ést@ te lo dé y puedas responder a las preguntas, hazlo de forma ordenada. Es imposible responder a todo, más que nada porque, de los propios nervios, no te enteras de lo que te están diciendo y tu ortografía es casi rúnica a estas alturas. Toma apuntes, aunque sea, de palabras sueltas. Al menos, has de hacer alguna referencia, en tu réplica, a una o dos de sus observaciones. 
  • Drígete SIEMPRE al tribunal en general. No especifiques con frases como "A la pregunta que realizó el Doctor Fulanito" o "Contestando a la pregunta de la Doctora Menganita...". Si atacas, te atacan. Y, colega, si eso pasa, estamos jodidos...
La mayoría de las veces, más que una contrarréplica, suele establecerse una suerte de diálogo entre tribunal y candidat@ (resígnate: para ellos sólo eres eso....). Ya hay menos nervios, las ideas empiezan a fluir otra vez, te ves capaz de hacer cavilaciones del tipo "2+2=4", cosa que hace diez minutos eras completamente incapaz de hacer por ti mismo. Por lo que ya puedes estar tranquil@.
Respira. Ya ha salido.
Es un perfecto esperpento de 57 páginas.
Sano, rollizo y con buena capacidad pulmonar para proferir toda clase de palabros.

Por último, vuelves a dar las gracias y esperas, pacientemente, a que convengan tu nota (propuesta, por otro lado, por tu tutor@).

Así que nada, suerte y al toro... 

domingo, 11 de diciembre de 2011

Desfaciendo entuertos por vía rápida...

    His significance, his appreciation is the appreciation of his relation to the dead poets and artists [... ] because what happens when a new work of art is created is something that happens simultaneously to all the works of art which preceded it.

***

Que no hay nada nuevo bajo el sol desde que el mundo es mundo, vete tú a saber desde cuando se lleva diciendo... Lo mismo, desde el minuto 2 del ser humano... 

¿Cuántas veces hemos oído aquello del Beatus ille, del locus amoenus, del Tempus fugit;  del cogito virgo rosas, o, incluso, el remanido ubi sunt? Todos estos arquetipos literarios, cuya praxis ha sido confirmada por el paso (y el peso) de la Tradición, ha sido, de igual modo, difamada por todas aquellas plumas que se han adueñado de las máximas de Horacio. 
¿Qué les dice, por ejemplo, la expresión Beatus ille? A algunos, les vendrá a la cabeza el verso incipit de Beatus ille qui procul negotiis - 2Dichoso aquel distante de los negocios" (Horacio, Epodos, 2, 1). A modo de cachondeo, casi, pregunto: y esto, ¿qué quiere decir? Desde la ESO (ESO, ¡qué pitorreo!) se nos viene diciendo, literalmente, que abandera la alabanza al campo, a la vida de retiro en la Naturaleza. Bueno.Para aquellos que esta explicación no signifique nada, no se agobien. Da lo mismo, de verdad. No se crean ni más ni menos. ¿Saben por qué? Porque todo es mentira. Es mentira. Sí. Como la copa de un pino. Mentira y grande, como un piano.  ¿Alguien ha leído hasta el final ese Epodo? 


Haec ubi locutus fenerator Alfius,
iam iam futurus rusticus,
omnem redegit Idibus pecuniam,
quaerit Kalendis ponere.


"Cuando el usurero Alfio terminó de hablar, tan decidido a volverse campesino, dejó su dinero para que venza el interés el día de los Idus, y busca ponerlo para las Kalendas."

¿Y estos latinajos, ahora, qué coñ* es? Pues es que Horacio se estaba riendo de los domingueros, de los chalecitos de fin de semana en la sierra. Que al buen hombre nunca se le pasó por la cabeza irse al campo a vivir de las cosechas, a estropearse las manos con el azada y oler a estiercol de vaca. No, hombre. ¿Pero usted se cree! Si Horacio era un patricio romano que vivia mejor que un cura de fiesta en fiesta, de oda en oda, entre César y el Triunvirato... Anda, que qué es esto del "elogio a la vida retirada"... Pues un invento. Un lavadito de significados (joé... y tener que esperar a Derrida para que alguien se diera cuenta de que la lengua no es inmutable...); un reaprovechamiento de los clásicos. Fray Luis de León, Garcilaso de la Vega son grandes, precisamente y entre otras cosas, por saber coger lo que convenía y reformularlo. ¿Que Horacio se burla? Pues nosotros, lo contrario... Esa especie de "copiar - pegar" del siglo XVI no es el problema. Ya decía Bloom - al que después despacharemos - que "las lecturas erroneas que el poeta joven hace del precursor o padre poético son necesarias para innovar y dar nuevas creaciones a la Tradición, evitando así su agotamiento." Eso está muy bien. El tema es ¿por qué se cuentan las cosas mal? Si es mentira, ¿por qué no se dice? ¿Qué importa que se reutilicen los tópicos literarios al servicio de nuevos intereses? Lo que le indigna a una es que no se explique el concepto. El conceto, querido Wathson, que es taaan importantísimo en nuestra poesía, desde Gracián a Machado, pasando por Quevedo...

Quizá todo se resuma en el paso (y el peso) del Tiempo. En la influencia que el Pasado tiene sobre nosotros. El miedo a no saber hacer honor a un apellido, a una tradición, a un legado que se nos confiere diacrónicamente. Ya que, nos guste o no, el pasado pervive en el presente y tenemos dos únicas maneras de aceptarlo.
  • Una: (me gusta llamarlo"Y el que venga detrás.... ¡que arree! ") dejarnos arrastrar por el torrente del Tiempo, de la Edad de Oro a la que llegamos demasiado tarde y en la que otros, mejores, participaron creándola (de lo cual, se percató hasta la propia Karina, con su "cualquier tiempo pasado nos parece mejor").
  • Dos: (o "El mañana nunca muere") pensar que si A está en B, y el pasado no ha terminado, sino que es también el Hoy concluyéndole, B completa a A. B es el fin de A. B es la gota que colma el vaso. ¿Deuda con la tradición? ¡Qué va! Deuda con el advenimiento que viene a perfeccionar, en un proceso continuo e inacabable, las pinceladas anteriores e imperfectas.
Esto, para aclarar que soy friki pero no una intelectualoide de la Crítica, no lo digo yo. Lo dice Harold Bloom (1930 - ) en sus numerosas referencias a las Influencias (la angustia, la ansiedad, la anatomía de...). El pasado sobre el presente; la revancha de éste sobre aquel. La guerra edípica de poetas jóvenes frente a padres precursores para hacerse un hueco en la Tradición,... Todo este material retrotraido una y otra vez es el que emplea el deconstruccionista para dar a luz el estimado - o no tanto - Canon de la literatura occidental. 600 paginazas que compilan la crème de la crème de la Literatura Universal. A uno le dicen esto y, sólo con el título, agacha la cabeza y piensa "será verdad..." . Pues no. Tampoco. Error.  El cientifismo que, supuestamente, se le aplica a esta selección -que parece la aleatoria del Reproductor Windows - es fruto del propio gusto del autor. Porque, ¿cómo se explica, sino, que todos los autores que aparecen en el "canon" sean blancos, angloparlantes y hombres? Esto, que en los años 90 hubiera sido calificado por la crítica yanqui como "ataque WASP" (para los que, como yo, tiene un nivel de inglés que "ni pa' un Hello".... White, Anglo-Saxon and Protestan = Blanco, Anglosajón y Protestante), para Bloom fue un pequeño matiz sin importancia.... 
Calmando los ánimos, incluso este pequeño amor propio nacionalista hubiera sido pasado por alto (porque para eso es Bloom y para eso la Deconstrucción lo adoptó como hijo allende los mares in USA), fíjense, incluso ese hedonismo se hubiera perdonado... Pero no. Una ve toda esta ampulosidad, estos aires de grandeza y piensa "Con todos mis respetos, no te columpies, Harold..."  Todo hubiera sido redondo salvo por un pequeño detalle: quizá tu premisa básica (ergo, tu punto de vista) en la que apoyas tu razonamiento de "Tradición, Canonización y Clásicos", era de otro antes que tuya. ¡Casualidad o no, aquello que tú mismo declaras en tu obra!Quizá ya hubiese sido formulada por T.S. Eliot en "Tradition and individual talent" dentro de The Scared Wood, en el año 1920. Diez años antes de que tú nacieras, Harold, querido... 
Sin embargo, diré en favor de H. Bloom que, como retoque final, él tuvo en cuenta el elemento del Tiempo y el condicionamiento de éste sobre los textos - evidentemente, una obra del XVIII no puede ser entendida ahora como entonces, ni tiene el mismo público, por tanto, tampoco el mismo efecto estético de recepción, etc. Mientras, Eliot (y los New Critics) optó, paradójicamente, por pasar olímpicamente de la dimensión temporal a la hora de comparar textos como objeto de la crítica.

¿Ven? ¿Ven ustedes con lo que tiene que lidiar una para hacer un mísero trabajo de 10 páginas? 
Menos mal que en mi casa, hogar español de clase media y medianas aspiraciones a estas horas, es tradición irse a dormir. Y como soy consciente del peso de la misma y no quiero que me aplaste, me voy a la piltra...  ¡Y el que venga detrás, que arree...!

viernes, 16 de septiembre de 2011

Sessió de benvinguda: el pensamiento de una Fregona o la figura del Agua.

A teoremas "absurdos"- como "¿Por qué la caja negra de los aviones es de color naranja?" o "Telepizza, ¿qué desea? Magdalenas, no te jode...", sumo yo el mío: Si para hacer limpieza mi casa he de fregar, ¿por qué tengo que limpiar, primero, el cubo de la fregona? 
 ***
Los tres conatos de independencia en las distintas ciudades que he vivido han sido bien diferentes. 

El primero, Madrid. 2008. Verano, calor. Miles de cajas apiladas durante dos meses. Hasta que un día, te plantas en la puerta de la cocina, te miras con tu compañera de piso (en este caso, esconderemos su identidad bajo el pseudónimo de "Aneto") y, tras el parapeto del mandil, los guantes y el KH7, buceas en un universo desconocido, tenebroso (a la par que temeroso) y repleno de una materia indefinible que, fina y eufemísticamente, llamaremos "Roña Ajena Acumulada" (a partir de ahora, RAA). Moja, enjabona, rasca y refriega. Y así, sucesivamente, aplíquense estas cuatro acciones durante los días que fueren necesarios para desprender del alicatado la RAA. ¡Y no andes descalza, que este parquet me da asco!
La RAA es algo que te persigue. Es como el amigo que llevas en la bici de paquete cada verano. Y es que, últimamente, cada verano, yo me encuentro con algo parecido... El segundo conato independentista que citaba arriba, vino, digámoslo metafóricamente, en bicicleta también. Julio de 2009. Tour de France en los talones (y esto es literal). La llegada a Clermon-Ferrand, tierra de pneumáticos, "michelines" (por Michelin) y zulos terroristas, se augurió bastante menos escabrosa de lo que resultó ser. Verano, también. Calor, considerable para el microclima siberiano que se gasta entre Octubre y Mayo. Venga sudores arriba y abajo con el traqueteo insoportable de los ruedines de la maleta. "Joselito o el niño de Vallekas" (pseudónimo del segundo informante) juraba y perjuraba que nunca le había pasado aquello: de mear la cerveza, había pasado a sudarla... Toda aquella diversión desapareció con la lluvia y la nieve del Puy; tras los desconfiados reojos auvergnats. Cuando me apeé con mis dos baúles en aquella ciudad eternamente gris, tuve la misma sensación que tuvieron, encima de una carreta, Madame Bovary, la Mila en Solitud o Andres Hurtado en El árbol de la ciencia... ¿Pero dónde coj... me he ido yo a meter! Y luego... Limpieza de suelos; limpieza de armarios; limpieza de baño y salle de bain; limpieza y desinfección de cocina; limpieza del patio -con la nieve no podías entrar a casa- ; limpieza dental -que también la hubo...-;  limpiar, limpiar, limpiar... Nunca he fregado tanto unos suelos; eso es lo que más recuerdo de la entrada en aquella casa. RAA en forma de nieve deshecha, barro, polen, pelusas, polvo, pelos...
La última vez que hice esta misma reflexión sobre este mismo tema sucede durante estos días. Es decir que, ahora msimo, estoy sentada en un sofá, mirando entre gotas de sudor unas baldosas que bien podrían calificarse "adoquinado Alcántara", por el recuerdo de otros tiempos... Memoria patrocinada por toda la RAA que hay acumulada en sus juntas. Una, hija de añbañil, sabe que el mejor remedio para eliminar - o, al menos soslayar - este problema sería darle al suelo una buena "lechada". Así, a las bravas. (Por favor, nadie piense cosas obsecenas aunque sea bastante proclive al chiste....). Pero preferimos intoxicarnos con Estrella, Lejía La Concha - o Conejo... también, proclive a la bromita...- y ese sinfín de productos de droguería -¿quién elige los nombres en español?- y dejarlo todo bien limpito.... Sin duda, de este último transvase hogareño, me queda el sabor salado de la limpieza. El sudor por la humedad de esta ciudad condal. El sudor de limpieza entre hedores de zafarrancho y escobetón. Y la infinitud de duchas que me doy cada día por dichos motivos....
***
Para terminar de hablar sobre el apasionante tema de la limpieza, alguien me dijo hace tiempo (para este tercer informante, hemos elegido el pseudónimo de "Chechu") que alguien le había contado que una vez conoció a una mocita que, nada más dejar de ser doncella, toda su obsesión era ducharse. Lavarse continuamente de pies a cabeza... como para quitarse el sudor de aquello.
***
Pues con todas estas cosas, una se pregunta a veces -también puede que sea unos de esos teoremas absurdos del principio- "¿Qué tendrá el agua?" Este elemento, según mi último informate -a quien denominaremos "Amparo"- es clave en culturas tan dispares como la cristiana, la mesopotámica, la egipcia o, incluso, las precolombinas maya y azteca. Diluvios, odiseas en barco, inundaciones, desbordamientos, etc. Todas estas culturas, el pasado más ulterior a las raíces de nuestro presente, manifestaban mediante la Idea del "agua" una creencia, un rito/respeto, incluso un miedo atávico - no hay que retroceder tanto si nos acordamos de los recientes tsunamis en Haití o Japón. No obstante, esto "del agua" siguió adelante. Y evolucionó (de ahí que sea considerado motivo clásico). Así, en el teatro español de los Siglos de Oro o en dramas shakespearianos, vemos recurrentes castigos, venganzas, crímenes, deshonras,... y siempre, siempre, encontramos una figura - LA figura, que diría mi informante enfáticamente - con las manos llenas de sangre que, por mucho que las lave con agua - evidentemente- , no es capaz de quedar limpio. 

¿Qué poder tiene el agua sobre la condición humana? ¿Por qué o en qué punto se conmuta esta relación entre materia y espíritu, en cuanto a limpieza física y psicológica del hombre?

***
Pues en esas estoy yo... Creo que no fue buena idea, para una sessió de benvinguda, mezclar lejía y amoniaco...

miércoles, 25 de mayo de 2011

Propias Impresiones desde el Sol

A la orilla de tu carne,
máscara, escalera.
Exilio, camino dormido;
más allá, quizá,
un suspiro...
Tarde para errar,
para escuchar,
para mirar más lejos
que la orilla de la carne.




Es lo más hermoso que he sentido nunca. Qué cantidad de tiempo para sentir cosas. Un cuerpo que se abre al hablar. Un sema golpeándote en la cabeza. Volar. Caer de bruces en su lecho impreso. El polvo que abraza entre el abrazo de unas manos, de unos dedos que sujetan, inquietos, la dureza del fin no deseado; apresurándose... El ritmo del verso palpitante en la nuca cuando pasas... y pasas... y sigues pasando filos. Búsqueda de una intuición verbal; una complicidad entre las comas. El instinto es tachar, apuntar, glosar. Re-corregir. Una propia experiencia de la sensatez, vuelta sobre sí misma. La actitud re-inventándose. Imprescindible dar(se) forma. Re-correr. "Haz el mundo,ya estás." Base técnica y paciente. Soñarse otro en ellos: hacerse pajas en el durante... y echarlo de menos al concluir. El punto final. Pasta dura, contraportada. Sello de papiro al cofre de su historia. Alzar el brazo, estantería. Luz apagada. "Fue un gusto conocerte. La próxima vez, serás ya distinto para mí. Y te tomaré como nuevo amante. Re-encontrarte los puntos. Y volver a disfrutar la tristura de re-acabarte..."

miércoles, 23 de febrero de 2011

"Les Snob" VERSUS "Les Bobo" sous le ciel de Paris...

El Mercurio de Chile publicó una lista de 10 libros que todo "Snob" debería odiar...

Bella del señor (Albert Cohen)
El extranjero (Albert Camus)
El amante (Marguerite Duras)
El Principito (Antoine de Saint Exupery)
La condición humana (André Malraux)
Las uvas de la ira (John Steinbeck)
El viejo y el mar (Ernest Hemingway)
La náusea (Jean Paul Sartre)
La espuma de los días (Boris Vian)
En el camino (Jack Kerouac)

Snob, o en la abreviatura de su étimo S.NOB = "sans nobilité" ("sin título noble", remontable hasta el latín), se viene oponiendo en la actualidad parisina-chick al nuevo término Bobo. Éste último referido a aquellos individuos denominados, a la inglesa, como "bourgeois bohemian". No es difícil imaginar, si se conoce un poquito la fama de los vecinos, la extraña mezcla entre capitalismo y la filosofía hippie-bohemia de tales miembros de la sociedad gala...

Estas dos son las clases sociales -olvidándonos ya de más o menos poder adquisitivo, jerarquías estamentales, etc. pues a todos les iguala la ruindad mental- que uno puede contemplar sous le ciel de París . Compre un vuelo barato a Orly, unas cervezas Kronenbourg 1664 (de 0.37€ la lata) en el badulake de la place de Saint-Michel y se sienta en el parque con forma de proa a la izquierda del Pont Neuf. Disfrute de la vista... Tome asiento en uno de sus bancos y contemple a estas dos genuínas especies humanas que se mueven por París y se dan cita, de manera variopinta y casi sin discriminación, en este adorado jardincillo, junto a las embarcaciones de "Tour par la Seine en bateau, 21€ aller-retour".

Decía, en esa especie de jardín de las delicias francés, se reúne una sociedad que se inventa nombres para "normalizar" ciertos desequilibrios contraculturales. Ya no se lleva ser de una ideología o su contraria; no mola ser de un equipo u otro. No. Hemos aprendido a mezclar, a tomar, de cada cosa buena, lo mejor. Y explotarlo... Ahora, lo que nos pone de verdad es tirar por el camino del medio y hasta que el cuerpo aguante...

En fin. Que yo pensaba que Boris Vian había quedado en una simple broma des années 70 pour les parisiens y no...

Se ve que el tiempo pasa para todos, es verdad. Y según se fue, vuelve. Ya no son las lágrima de cocodrilo (o de Karina) por "cualquier tiempo pasado fue mejor". Ya no es "todo pasa y todo queda", querido Antoñito... No. La putada es que eso vuelve.
Como cíclica es la Historia, cíclicos son sus periodos, sus modas... (sustantivo que, perdón, me acojona y me cabrea). Esto de las modas (o "anti-modas" ), vuelve... Cuánto daño hace el "querer ser, sin serlo" (ya lo decía Galdós en La de Bringas... Las apariencias que no tenemos pero que sí damos de nosotros mismo se repiten y reiteran a lo largo de nuestra vida...)
Porque, al fin y al cabo, ¡qué coño es, sino un mero afán de ostentosidad, de diosfraz social, esto de inventarse motes, nombres de grupo -¿secta?-, clasificaciones sociales...? Somos un todo, nos guste o no. Una masa cutre, gris y pacata... Puede que, siguiendo a Ortega, esos pocos deban conocerse y reconocerse entre los muchos y combatirlos, pero tío, con algún fin. No por el simple hecho de autofelación y orgasmo antisocial.... ¿Por qué no aceptarlo? ¿Por qué no saberse y sentirse de la masa? Yo me siento bien considerándome de pueblo, algo ruda en ocasiones, borde, altiva, asentando cátedra como aprendí a hacer en el bar del pueblo sobre sentencias más o menos dudosas, que no llegan más allá de un breve comentario durante la cena. Y eso si logran escapar del tapete de cartas o los chatos de vino.... Pero también me río por cualquier cosa; lloro con las cartas del banco; me cago en la madre que parió a la sartén si se me pegan los huevos fritos... Sin embargo, y pese a esto, trambién pertenezco a grupos sociales -¿marginales?- como "los culturetas de Gran Hermano", "los coristas del Sofá", "la frikifilología", etc. No sé, creo que se pueden concebir ambas ideas. El grupo y la masa. Sin que haya que crucificar a la una cuando se habla/es de la otra....

No sé porqué estoy haciendo esta apología de "mi lado humano" cuando yo he venido aquí a hablar de París... Decía, en una ciudad como París, la vorágine causa la necesidad del individuo para sentirse inserto en un grupo. Individualizado, eso sí. Pero protegido. Rodeado de su élite; bien snob, bien hippie-consumista, bien rematadamente gilipollesca.... No importa. Eso sí, es sumamente necesario elegir un nombre grupal que, a la par que describa la esencia de ese todo que engloba, no sea ridículo. Entonces, ¿alguien me puede explicar cómo es posible que un grupo social se autodenomine "BOBO"? Creo que el ser humano ha llegado a la gilipollez suprema de su propia esencia...

Y ya extrapolarizando lo imposioble y sin olvidar el frikismo filológico como élite a la que pertenezco, ¿qué me dicen de la lista de libros "anti-snob"? ¿Qué sentido tiene -si tiene alguno-? ¿Cuáles serían los libros anti-Bobo (con mayúscula, porque libros anti-bobos...)? ¿Existe los "antilibros-de-lo-que-sea"?

Se agradecerán respuestas del personal. Y si no las hay, me haré yo mi propia paja mental, que esto de las élites es una de las cosas buenas que tiene...

jueves, 27 de enero de 2011

Taco de apuntes (PARTE 1ª)

Bendito mes de enero...
Con sus días y sus noches de más de 72 horas...
Cigarros en el balcón, y litros, muchos litros, pero de café....









I'm on the highway to hell,
don't stop me,
and I'm going down all the way...
I'm on the highway to hell



Se abre el coto de caza...
Comienza, un año más, FEBRERO...


(Ya podía venir ahora el cab*** del calvo a repartir suerte...)



lunes, 13 de diciembre de 2010

Mariano José de Larra (1809-1837)


No voy a buscar virtudes a las máscaras...

Es por ventura un apetito desrodenado de hallarse donde se hallan todos, hijo de la pueril vanidad del hombre? ¿Es por aturdirse a sí mismos y creerse felices por espacio de una noche entera? ¿Es por dar a entender que también tienen un interés y una intriga? [...] ¡Qué empeño de no parecer Julianita lo que es! ¿Para eso sólo se pone un rostro de cartón sobre el suyo? ¿Teme que sus facciones delaten su alma? [...] Miradla por dentro, observadores de superficies.

- La casualidad... Se está vistiendo de grande uniforme, es decir, disfrazando; con ese disfraz todos los que así le ven, creen que ya no es un hombre como todos.

*****

-Ya lo ves; en todas partes hay máscaras todo el año [...] Sal a la calle y verás las máscaras de balde. sollo te quiero enseñar, antes de volverte a llevar donde te he encontrado -concluyó Asmodeo-, una casa donde dicen especialmente que no las hay en este año. Quiero desencatarte.

Al decir esto, pasábamos por el teatro...


El mundo todo es máscaras: todo el año es carnaval.
(Aparecido en El Pobrecito Hablador, fechado a 14 de marzo de 1933.)

miércoles, 14 de julio de 2010

SOLITUD (o fruto de añejas fumadas)

Ensayo sobre la solitud, o

la sola compañía de la memoria.


Y verte cómo cambias
-y lo llamas vivir-
en todo, en todo, sí,
menos en mí, donde te sobrevives.
Pedro Salinas

El hombre es un lobo.
El hombre está mejor en soledad.
El individualismo del hombre.
Esta era la tesis que defendía Rousseau.

La falsa sociabilidad del ser humano iba en detrimento directo contra este principio, el de que el hombre es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo corrompe. Si es así, ¿por qué ese afán de establecer vínculos con los demás?
El instinto de relación que conlleva el contrato social que nos determina -también entra en juego el determinismo que achica la conciencia humana, su capacidad de desarrollo propia e intransferible- se basa, en cierto modo y conforme a según qué perspectiva, en el miedo. El terror que cualquier ser, condicionado a priori, tiene a quedarse solo. Porque, definitivamente, la raza humana está dominada por la irracionalidad animal del pánico y las necesidades básicas a cubrir, como puedan ser el hambre o el deseo sexual.

Entonces, tampoco diferiríamos tanto de los cánidos u otros tipos de cuadrúpedos.

Empero, retomando el tema del acondicionamiento social del hombre, observamos un miedo humano a la soledad; abstracción que como dije, aterra.
¿Por qué? No es nada fuera del margen volver solo a casa después de la tarea del día; no encontramos anormal el ir a la compra acompañados únicamente de nuestros pensamientos, que desvarían entre cocinar patatas o huevos; como tampoco lo es el realizar los quehaceres domésticos contando para ello solo con la bayeta y el detergente o la lejía -entes concebidos como poco animados-. Sin embargo, sí es raro e incluso, tomado por costumbre, criticar a aquellos que, sumidos en sus proposiciones y cláusulas mentales, mueven los labios en soledad y para sí mismos, como diciéndose algo. Esto es, hablar uno solo; algo que todos practicamos con frecuencia. Pero como decía, mal visto y comentado con feroz hipocresía.
Tal vez, la gente que frecuenta dicha actividad sea la única que verdaderamente entiende, y por tanto, sabe que el hombre está solo.

Aquí nos unimos a la propuesta individualista del autor francés. Crítica a la soledad consabida y aceptada. ¿Por qué? Me pregunto yo -sí, en soledad y para mí-. Se critica, pues, algo que no se tiene como norma, o, en este caso, algo que no se asimila.
El pavor a estar solo.
A saberse solo.
A sentirse solo.
Algo que acentúa esta problemática, es verse amenazado por ella - la soledad - cuando una multitud desconocida e impertinente rodea el espíritu. De nuevo, el determinismo social.

Existe, en cambio, un reducido número de individuos -quizá aquellos que habitúan a hablar consigo mismo- que eligen libre y deliberadamente, nunca por albedrío locuaz, esta opción de tener en estrecha amistad el ámbito de la solitud.
Y digo solitud, término catalán -lo cual, también traerá problemas por lo ya sabido respecto al agudo nacionalismo que recientemente han adquirido las lenguas y sus instrumentos de expresión en la realidad común- porque me resulta una realización material de lo abstracto más bonita de la que se tiene en porción de lo que verdaderamente es.
La soledad, sí.
Ese camino a seguir, escogido por unos cuantos de toda la multitud, que lleva a la realización plena que persigue, instintivamente, nuestra razón.
Recreación individual entendida como exaltación de la porción de libertad que nos corresponde a cada cual dentro del irremediable entorno social en el que un día fuimos expulsados y con el que, día a día, hemos de convivir.
Dentro de esa bifurcación escogida, rayaría una nueva separación: la de aquellos que, en un intento de escapismo extremo, pierden la noción del tiempo, del espacio, y que, sin saber muy bien dónde se sitúan, quedan desviados completamente y descuidan la línea separatista del imaginario colectivo y el suyo propio. O lo que es igual: la frontera entre la realidad y la imaginación.

Dejando a un lado dicho asunto, lo cual ya sería de absoluta gravedad para la integridad de la mente humana, seguimos en el sendero de la solitud. En él encontramos entes, sí, en plural, porque elegir el derrotero de la soledad no significa que uno se vaya a encontrar, de repente, en una llanura deshabitada, colindante con la nada. Error de comprensión que provoca, en parte, dicha aprensión a ese "estado" (porquela soledad lejos de ser un acto, es, más bien, un estado; uno "está solo", voluntariamente o no; pero lo está, lo es; no lo crea o lo realiza; simplemente, lo acata y actúa).

Estos entes, como decía, caminan con las manos en los bolsillos; los ojos bien abiertos, mirando, rastreando todo vestigio de esa extraña especie bípeda con la que se cruzan, aunque muy de vez en cuando. Se impresionan de ver prójimos como ellos, con su misma solitud adquirida; y, sabiendo que cada vez que se encuentren con uno, evidentemente, son uno más, han de rascan toda superficie que ven hasta extraer de ellos su máxima exhalación. No se debe confundir esta laboriosa tarea de arañar la superficie callosa del alma, con la tendencia popular que se tiene al otro lado del camino: la del fisgoneo interesado.
En absoluto. Para ellos, es un aprovechamiento intelectual, cultural, espiritual, si cabe, que agranda como persona a quien posee, como máxima, el deseo de expandir su abstracto.

Un goce privado.
Un disfrute autonómico.
Una dicha independiente.

Mas no todo el recorrido se presenta tan placentero.
¿Cuál es el precio de la soledad? Aquí empleo ya el término castellanizado, porque entiendo que la comprensión del lector estará más facilitada, al estar más vinculado a su uso.
¿Cuánto cuesta estar, saberse y sentirse completamente solo?
Aunque, ¿es eso posible? Sin duda, los seres que caminan por la ruta solitaria, mantienen -y de manera frecuente, pues tampoco deben ser considerados como aislados, pese a que así sea- contactos con esa ancha avenida transitada por la masa (tómese, para más y mejor claridad, el ejemplo que Ernesto Sábato hace en la descripción de El túnel).
Que las noticias venideras de sus antagonistas, sean perecederas y sin posibilidad de usufructo, no quiere decir que no las reciban, pues, como se explicó, igual viven en sociedad, se relacionan, aunque módicamente, con ella. Con lo cual, es difícil aclarar si el ser , digámoslo así, solitario, está por completo sólo.
No. En mi opinión, no lo está; pero es normal que así lo sienta.
Cumple, a duras penas y con acatamiento impasible, esa parte que se le adjudica dentro del contrato social del que, en ocasiones, tanto reniega.

El ser solitario sufre la marginación dentro de un mundo no pensante, no concluyente, y por lo tanto, sin principio ni fin. Sin razón de ser. Entreveo más comprensible su existencia, dedicada a la reflexión de los acontecimientos presentes, pasados, y, por qué no, futuros, o enunciados posibles dentro de una mente que atiende a las señales que otros le van dejando.

Verdaderamente, el precario dilema para el que apoya la noción de la soledad, de la manera más práctica posible, esto es, con su propia existencia, es justamente esto: las marcas o pistas de extraños, la aparición de los recuerdos.
Mi convencimiento me da razones para creer que, aquel que vive feliz en soledad, nunca se arrepiente de ello. Nunca, salvo cuando una señal externa le daña la tranquilidad; le excita el ánimo. Y éste, solo puede ser perturbado por algo que marcó un antes y un después. La pérdida de algo o alguien. El paso dado entre ser presente y ser pasado. Ser el recuerdo de alguien. No imagino hasta qué punto esto es algo positivo. Mientras todo cambia, evoluciona o, simplemente, se deja arrastrar por el paso del tiempo, el recuerdo queda quieto. Impune a todo. No sufre, no se transforma. Nada puede alterarlo. Es y será como en su día fue. El mismo. El último apretón de manos, los dos corteses besos finales; ver cómo desaparece en la lejanía una figura. Eso es lo que permanece. Incluso la pesadumbre; o la tranquilidad, en caso contrario, que deja el adiós con un semejante, es lo que finalmente selecciona la memoria. Y ahí está. Pasa un tiempo (tanto más cuanto más importante sea) y su nombre, reverberando en cualquier punto del planeta - incluyendo si pertenece a alguien que componga el lado de los "no solitarios" -, hará que vaya esa instantánea a hacerle una visita al alma transeúnte en solitud.
Y, de nuevo, confusión. Ser recuerdo es ser pasado. Ya no hay posibilidad de retorno.
Todo reencuentro -entre solitario y el personaje que conforma su recuerdo- , si es que lo hubiera, estará encabezado por un "¿Te acuerdas cuando...?" Con este supuesto, y tras las previas etapas, cual duelo, de negación e incredulidad ante la reciente pérdida, llega la aceptación de la realidad.
¿Dónde está todo aquello que, pensaba en soledad, seguía vivo? ¡Ah! Increíble la posibilidad de que algo fuese como creía que era. Subjetivos recuerdos...
"¿Se puede confiar en los sentidos?", dijo Kant. Atrofiados, distorsionan lo que nos hacen percibir. Ilusiones y recuerdos no son más que eso: precaria veracidad que nosotros mismos nos hacemos creer. El consuelo de los tontos. Alivio sintomático para los avispados que huyen del ayer. Aunque, resignándose estoicamente, el discernimiento alcanza a comprender que siempre será mejor ser recuerdo pasado que nunca vivido. O, peor, sujeto irreconocible ante los ciegos ojos del insensible.

Por ello, la memoria mata el deseo de liberación en soledad. Hace llorar por la añoranza de compañía externa; provoca, incluso, al solitario avergonzarse de su elección. Y es entonces, cuando surge el retrotraerse del individuo. La desmemoria que rompe la unión entre la mente y el alma es el bálsamo que cicatriza los tijeretazos de ciertas incursiones realizadas, descabalmente, al lado del camino donde no pertenece el solitario, y por el que regresa al que nunca debió abandonar.
Entonces, de nuevo, deseo incontrolable de olvido y redescubrimiento de soledad a solitud.

El deleite de volar en solitario, sin que las alas de la imaginación, el entendimiento, la razón y el sentimiento, se vean cercenadas por lo arbitrariamente establecido, acordado y acomodado a esa otra parte del camino que sin duda es la opción más fácil y holgada de asumir.

Tomar decisiones en una vida que se plantea, desde el nacimiento de la misma, basada en la dualidad bipartidista del laissez faire, laissez passer, no es otra cosa que el reflejo fisiócrata de esa despreocupada ruta poblada de cretinismo mental e ideológico.

Enlazando el último punto, doy conclusión al adentrarme en el lodazal de las ideas. Quede claro que las defendidas por la soledad no son una contraposición o cabezonería ilógica de sus incondicionales. Son, por decirlo de manera sencilla para la intelección de aquellos que se vean aludidos con tal término -pues será que la dominan- , la única manera de expresar la individualidad que surge de la felicidad -y/o viceversa- cuando ésta, postreramente, es encontrada. Y no precisamente al final de una marginada existencia ubicada siempre en un plano inferior, de identificación simpatética, sino en aquellos pequeños momentos de deleite en el que uno y uno, recién encontrados y aún sorprendidos, dejan de ser dos en soledad.

Supongo, que, para el común de los mortales, llegar hasta este punto ha sido algo bastante amargo.
Afirmo, lo es.
Sin embargo, para el osado que haya continuado, solo por convicción propia -y tal vez, algo egoísta- ha de significar dos méritos. Uno, el de haber resistido un obstáculo más en el empedrado camino. Dos, el de saberse descubridor de la más profunda soledad que impera detrás de estas líneas.

Tú, que has llegado hasta aquí, puedes considerarte abiertamente y sin tapujos como un verdadero ser en solitud; pues si no, ¿hubieras podido emplear este tiempo disfrutado en compañía de intereses ajenos?

lunes, 7 de junio de 2010

Que da en no creer en nada... en nada.

A veces pienso ¿para qué pasar un domingo en familia si no es con la tuya?
Pero aún así, se intenta.
Sigues la promesa de pasar un buen rato en medio del campo.
Conatos de convivencia con gente que debería ser próxima a ti, por lo vivido, por la situación actual.
Acudes al evento con alguna vianda en la mano; bebidas, calor y naturaleza. ¡Qué domingo tan especial!
No. Error.
Y al toque te ves, una vez más, de vuelta a casa. El estómago llenode una sensación de vacío, pensando... ¿Me faltará alguna pieza para ser como el resto?
Es la pregunta que siempre viene a la cabeza en el ineludible camino de regreso. Ya a solas, la mente desvaría, a sus anchas. No quiere decir esto que no lo haga cuando está en compañía. Solo que, rodeada de otras, la mente procura centrarse en los hechos, no vaya a ser que otra esté pululeando a su alrededor y sea capaz de captar alguna señal de S.O.S.
La señal... La maldita señal que parece perdida. Más o menos, perdida como el fugitivo de su propia vida.
Seguidamente, uno piensa ¿He perdido el don de gentes, la labia para con los demás?
Nada hay que llame su atención; distraída desde hace meses, relaciona cosas aparentemente irreconciliables, con el único objetivo de creerse motivada, alterada, conmovida por algo que hace reír o llorar a la multitud. Es imposible (o eso creía) verse rodeada de una gran masa de gente que celebra y una, impávida, impertérrita, inmutada, piensa ¿en serio está pasando?
En estas ocasiones, pongo la mano en el pecho y el latido sigue su ritmo constante. Nada de aceleraciones. Nada de letargo en el sístole-diástole. Nada...
Y te sientes como un fantasma que recorre la ciudad. Parece que nadie te viese. Te paras a pensar; te detiene la pausa obligada del fumador. Un cigarro, un poco de humo que despeje esa mente quasi-atrofiada, o la turbe un tanto. Sentada en la acera, un aparcamiento vacío en el que estás sola.
Ves pasar un coche que continúa la marcha. Ni siquiera se preocupa de la luz roja del semáforo. Y desaparece...
Ves correr, sin ademán de detención al tipo que cada día, a esa misma hora, hace su sesión de footing matinal. Y zambullido en sus auriculares, la música de "apareamiento de ballenas" (mundialmente conocida como "chill out") le aleja de la metonimia de vida que hay sentada en la acera...
Un perro se cruza. Pasea su pachanga. Su rabo, agitado izquierda-derecha-izquierda, continúa la marcha. Y, de repente, el milagro: te ladra... ¡Sigues existiendo para el mundo!

Todo un consuelo....

*****

Al fin, una pulmonía
mató a don Guido, y están
las campanas todo el día
doblando por él: ¡din-dan!

Murió don Guido, un señor
de mozo muy jaranero,
muy galán y algo torero;
de viejo, gran rezador.

Dicen que tuvo un serrallo
este señor de Sevilla;
que era diestro
en manejar el caballo
y un maestro
en refrescar manzanilla.

Cuando mermó su riqueza,
era su monomanía
pensar que pensar debía
en asentar la cabeza.

Y asentóla
de una manera española,
que fue casarse con una
doncella de gran fortuna;
y repintar sus blasones,
hablar de las tradiciones
de su casa,
escándalos y amoríos
poner tasa,
sordina a sus desvaríos.

Gran pagano,
se hizo hermano
de una santa cofradía;
el Jueves Santo salía,
llevando un cirio en la mano
—¡aquel trueno!—,
vestido de nazareno.
Hoy nos dice la campana
que han de llevarse mañana
al buen don Guido, muy serio,
camino del cementerio.

Buen don Guido, ya eres ido
y para siempre jamás...
Alguien dirá: ¿Qué dejaste?
Yo pregunto: ¿Qué llevaste
al mundo donde hoy estás?

¿Tu amor a los alamares
y a las sedas y a los oros,
y a la sangre de los toros
y al humo de los altares?

Buen don Guido y equipaje,
¡buen viaje!...
El acá
y el allá,
caballero,
se ve en tu rostro marchito,
lo infinito:
cero, cero.

¡Oh las enjutas mejillas,
amarillas,
y los párpados de cera,
y la fina calavera
en la almohada del lecho!
¡Oh fin de una aristocracia!
La barba canosa y lacia
sobre el pecho;
metido en tosco sayal,
las yertas manos en cruz,
¡tan formal!
el caballero andaluz.





( http://www.youtube.com/watch?v=grGHUNRd8Iw
Música J.M. Serrat.)

viernes, 9 de abril de 2010

La buena letra, R. Chirbes

NOTA A LA EDICIÓN DE 2000.
"El lector que conozca anteriores ediciones [...] descubrirá que a ésta [...] le falta el último capítulo. No se trata de un error de la casa editorial [...], sino de un arrepentimineto del autor, o, mejor aún, de la liberación de un peso[...]. Cuando escribí el libro, me pareció que, por respeto al lector, al final de la novela debía devolverlo al presente narrativo del que lo había hecho partir, y, por ello, puse, casi a modo de epílogo ese capítulo que aparecía en anteriores ediciones [...]. Había algo de voluntarismo literario en tal propósito, cierto criterio de circularidad, un concepto que se manifiesta en numerosas obras, a veces con escasa justificación. Pasado el tiempo me pareció que el libro no necesitaba de ninguna circularidad consoladora y que al haber añadido ese final había cometido un error de sintaxis narrativa, más grave aún por la filosofía que venía a expresar, y que no era otra que la de que el tiempo acaba ejerciendo cierta forma de justicia, o, por decirlo de otro modo, acaba poniendo las cosas en su sitio. De la blandura literaria emanaba, como no podía ser menos, cierto consuelo existencial.
Si cuando escribí La buena letra no acababa de sentirme cómodo con esa idea de justicia del tiempo [...], hoy, diez años más tarde, me parece una folosofía inaceptable, por engañosa. El paso de una nueva década ha venido a cerciorarme de que no es misión del tiempo corregir injusticias, sino más bien hacerlas más profundas. Por eso, quiero librar al lector de la falacia de esa esperanza y dejarlo compartir con la protagonista [...] su propia rebEldía y desesperación [...]"

*****
Con este fragmento "confesión" de uno de nuestros mejores escritores actuales, me despido por unos días. Vacances de printemps. París, Lyon, Madrid... Oh la la! Lo necesito un poco... Mientras, mis queridos (miles de millones de) lectores, pueden aprovechar y leerse este maravilloso libro, La buena letra, de Rafael Chirbes. 156 páginas, en la editorial Anagrama, segunda edición en "Compactos", del año 2000. Disfrútenlo, si finalmente siguen mi recomendación. Si no, yo lo haré por ustedes.
Un saludo y, abriendo boca para el próximo día 14.... ¡Salud y República! (es lo que tiene juntarse con gente de cierta edad....)

miércoles, 31 de marzo de 2010

El sentimiento de la Naturaleza en la pintura rusa. (3ªparte). Primeros años del siglo XX. Triunfo del individualismo o llegada de la Vanguardia

"¡Puede que yo quisiera ser más espíritu libre de lo que pudiera serlo!"
Nietzsche.

En 1905 tiene lugar en París el "Salón de Otoño", donde se reúnen artistas de toda Europa para presentar sus obras maestras, dándose cita a todas las disciplinas artísticas. Sergei Diaghilev, director del ballet y representante de Rusia, elige a Natalie Goncharova, quien le preparaba decorados para sus representaciones de danza, para que lo acompañe. Tras mostrar el arte que engendró la Escuela de Moscú durante el fin de siglo XIX y los primeros años del XX, quedó claro que el espíritu vanguardista ruso, desvinculado con anteriores tradiciones y movimientos pictóricos, era clave para el posterior desarrollo artístico en todo el mundo.
Animados tras tal éxito, y viendo que éste iba en aumento, a partir de 1910 la asociación "Mundo del Arte" organiza exposiciones artísticas. Autores A. N. Benois, C. A. Somov y/o L. S. Bakst son los primeros en enseñar los resultados de este nuevo arte ruso. Remontándose a los años de "les Lumiéres" (siglo XVIII), retoman concepciones artísticas de la época, pero con otro enfoque. Esto es, en palabras de Olga Rozanova (autora de la imagen, Un Herrero, de 1912) "liberar la pintura de la servidumbre formal que ofrece la realidad, con moldes ya preparados [...] realizando un arte nuevo y no simples reproducciones." Así pues, en la década de 1910, se realizan obras que van desembocando en corrientes pictóricas desconocimas, neófitas, que aportan novedades al sistema utilizado para reflejar la naturaleza.
Veamos el ejemplo de Kazymir Malévitch. Junto con Kandinsky, del que hablaremos más tarde, es el autor más prolífico y voluble. Desde un suprematismo inicial, pasa por el futurismo; el cubo-futurismo; cubismo analítico y sintético; concluyendo con un cezanismo paisajístico impresionante. Su obra más famosa, Negro sobre blanco, se expuso por vez primera en 1915. No obstante, como mi tema es la Naturaleza, les dejo una pequeña vuestra de evolución.

Provincia. 1912 // Inglés en Moscú. 1916. // Paisaje de Kiev. 1930.

Kostantin Korovin, fue el impresionista que se preguntaba a qué nivel cerebral e separaban las manchas de colores que confeccionaban el total atmosférico del cuadro. La Naturaleza, para él, era color; y le daba al hombre un papel más activo que nunca en el ámbito artístico. El hombre de la calle que se parase delante de sus cuadros, debería entender su naturaleza ya no como mezcla de colores en la paleta, si no en el cerebro. Y por ello, comprender la concepción con la que el artista había plasmado la imagen en la tela. Imprsionismo psicológico. Su antagonista, Marc Chagall utilizaba el color, con el que plasma la naturaleza, como modo de expresar su propia memoria. Trazos del pasado, de historia, se mezclaban en la paleta y salpicaban una tela que apuntaba hacia el expresionismo sentimental del artista. Esto es, la experimentación del color com nexo de unión Hombre-Historia-Naturaleza. Una cópula artística pensada en el cerebro del un hombre, combinada en su paleta, con sus manos, y terminada sobre el lienzo. Esto es el expresionismo: de dentro hacia afuera. Aquí, París por la ventana, de 1913.
El fovismo ruso fue capitaneado por la artista ya citada, Natalie Goncharova. Directora de las exposiciones "La cola del burro", a partir de 1912, se caracteriza por su colección de naturalezas muertas y representaciones de jardines. La utilización de formas cilíndricas es casi su firma personal. La alta luminosidad de sus cuadros y los planos angulares recreados en ellos, dan protagonismo a los personajes de sus cuadros. Asimismo, se puede observar una mezcla de elementos folklóricos con tintes rayonistas en cierto periodo de su obra. Pese a todo, pintora de una naturaleza en la que los hombres eras bestias que la transformaban una y otra vez (he aquí la razón primordial de su fovismo), pongo, aquí a la derecha, la obra que la llevó a la fama y la encumbró, El ciclista, de 1913. En ella, además de todos los rasgos característicos de su paleta, se dan cita elementos futuristas, denominados por Marinetti en sus manifiesto de 1909. Véase las líneas (y la gran importancia que este elemento empieza a cobrar) que remarcan el movimiento y la velocidad que con ellas se quiere mostrar.


Y para finiquitar con los numerosísimos "-ismos" que nacieron, coesxixtieron, se mezclaron, se reinventaron y acabaron muriendo (en su gran mayoría, de manera efímera), no podemos olvidar al más grande, que, si hablásemos de cante, sería Rocío Jurado. Pero no, seguimos con pintura rusa, y, bromas a un lado, es hora del Wassily Kandinsky. Esta bestia humana del ingenio pictórico vivió por amor al arte. Además de pintar, reflexionó sobre el génesis pictórico, su uso, sus formas, sus elementos, y concluyó escribiendo obras sobre teorías estéticas (recordemos que este subgénero literario está a la altura de Platón, Aristóteles o el mismísimo Kant). Así, por ejemplo, su El sonido amarillo, de 1912 (donde reivindica la sinestesia como "base común de todas las artes"; y, ya que se abogaba por la obra de arte total de la que habló Nietszche, tal recurso sinestésico sería la clave para llegar hasta ella). También su De lo espiritual en el arte, donde lo sentimental se basa en el amplio cromatismo de colores y él busca la respuesta que de ello da el alma humana. Como ya dijimos antes, su obra se balancea por una infinidad de movimientos vanguardista picturales, acincopándose, especialmente, en la Abstracción lírica. Creador, en 1901, del grupo "Phalanx", fue primordial en el Der Blaue Reiter, a la que concedió la visión de la Naturaleza como ente de poder, inconformista, como todo ente que vive. Inspirado por el vacío cultura de la época de entreguerras, estableció, como el camino para encontrarse, la abstracción y la síntesis de todas las artes. Conceptos como la línea, el yo-Naturaleza que no se conforma, sus teorías basadas en las consecuencias de toda negación a lo anterios, etc. mantienen una estrechísma relación con los escritos filosóficos y ensayísticos de personajes tales como F. Nietzsche, o W.Worringer. En los años 20, década de agitación política en Rusia, Kandinsky se aleja de ella, para entrar a dar clase en la Escuela de la Bauhaus, hasta que en el 33, ésta es clausurada por el Tercer Reich, y , asentándose en París definitivamente, escribe la continuación a su anterior tratado pictórico, Punto y línea en el plano. Contribución al análisis de los elementos pictóricos (1926).

Templado Elam. 1944. Wassily Kandinsky

Con su última obra toca fin el estudio de la naturaleza en la pintura rusa durante el siglo XIX y la primera mitad del XX. Espero, haya servido de algo, tanto para ustedes, como para mí (abogemos por ese "egoismo" individualista de las vanguardias).

La gran mayoría de las imágenes que les he ido mostrándoles a lo largo de estas tres entradas relacionadas con la pintura rusa, han sido sacadas de la página web "Olga's Gallery" http://www.abcgallery.com/ , a la que remito a todo aquel amante de la pintura.

Sin más dilación...

sábado, 27 de marzo de 2010

El sentimiento de la Naturaleza en la pintura rusa. (2ªparte). 2/2 siglo XIX. Del análisis de la realidad al individualismo vanguardista.

Chica con ropa lavada en el yugo. (1874)
I.N. Kramskoï.

"Un cuadro de la vida contemporánea no es perfecto si el mundo interior que se agita en sus coetáneos, hombres de la época, [...] no encuentra en él su reflejo."

Pues así dió I.N. Kramskoï, líder de la Sociedad de los Ambulantes, el pistoletazo de salida al verdadero Realismo ruso.
Corrían los años 60 en la agitada Rusia aún zarista, cuando a un grupo de catorce jóvenes les dió por reivindicar, desde su taller , la libertad de expresión artística. Y así empezó todo. Unas quedadas por aquí; reunión de amigos por allá y lo que empezó siendo un pequeño grupo de soñadores armados con pincel y paleta, acabó dando la vuelta al vasto imperio ruso. Y con gran éxito, por cierto. Su objetivo, en palabras del guía Krmaskoï: "someter el arte a las necesidades del pueblo y sacarlo de las tinieblas medievalistas" en las que aún se encontraba la mayor parte de sus habitantes.
Vasili Pérov secundó tal proyecto y se atrevió a dar un paso más. Reflejar a los aflijidos, a los más machacados por esa naturaleza que pintaban. Esto es, poner en relación Historia (no sólo como paso del tiempo, sino como suerte y destino)-Naturaleza(medio)-Humanidad(evolución de los dos términos anteriores); sentir la indignación del ser humano ante la imposibilidad de cambiar ninguno de los reveses de la Fortuna. Él no se daba cuenta, pero influiría, de manera directa, a pintores posteriores cuya duda pictórica era "Lo que somos ahora, ¿es consecuencia única de lo que fuimos? ¿O influye también en lo que vendrá?" Esto es: aúnar Pasado-Presente-Futuro. Pero no nos adelantemos... Por ahora:
Último día, de 1865.


Si se fijan bien, podrían decirme hasta quién va dentro de ese ataúd... En fin, realismo. Tras él, Fiódor Vasilyev, el jovencito niño prodigio que, de tanto que vivió sus pinturas, acabó muriendo a la tierna edad de 23 años. Si ven cualquiera de sus cuadros en relación a las montañas de Crimea, pueden ver que se dejó el alma en ellas. ¡Hasta creía en el poder redentor del paisajismo! Medio bohemio, medio romántico (murió de tuberculosis, fin fatalista y romántico donde los haya) , fue tan realista que defendió a capa y espada el nacionalismo de su tierra, llegando a decir que "para qué quiero yo salir de aquí, si tengo paisajes para recrear la vista, pintura para plasmarlo; alcohol para evadirme y sexo con el que celebrarlo." ¡Bravo Rusia y sus rusos! ¡Anda que no saben! Por el momento, quédense con las Montañas de Crimea. Después de la lluvia. (1871-73), justo aquí abajito, a la derecha.
Pese al fallecimiento tan temprano del pintor, puedo éste hacer todo un estudio del color que más tarde volvería a verse en las telas posteriores, como su condescendiente Isaac Levitán. Pero antes, déjenme hablarles de las dos corrientes paisajísticas que se crearon a partir de Vasilyev. Tras la estela que dejó el nuevo enfoque de la naturaleza manida por el hombre, pensada por Ivan Chichikine, se dijo que sobre el paisaje ruso se había creado una poética basada en la búsqueda de la armonía Naturaleza-Hombre. ¡Ah! Olvidé decirles que Chichkine era un cazador nato de oso en sus ratos de asueto... Quizá por eso lo de buscar un lirismo a tales asuntos. Pero eso, ya digo, son comentarios superfluos...
Quien se dió cuenta de esto y llamó al orden fue Isaac Levitán. Realista objetivo, en plenos años 70, él se basa en el estudio de la gama de colores que la naturaleza nos muestra en sus diferentes estados. Esto es, la contemplación de su belleza desde diferentes puntos de vista. Tales como reflejar el efecto de la nieve en el mes de marzo, el reflejo del sol en las ramas que flotan en un estanque tras una tormenta veraniega, o las juguetonas formas de la sombra de la luna. Me le imagino desfrutando hasta el éxtasis de esos "movimientos imperceptibles de la Naturaleza tan armoniosamente unidos al alma humana". Su obsesión era captarlo todo, pero siempre dentro deun contexto psicológico. A la izquierda, sus Inundaciones de primavera. 1897.

Cambiando de tercio, en la medida de lo posible, y haciendo gala de los consejos de mi querido Roberto (¡ey, Rober, un saludo!) , hablo ahora de los dos autores que más se cuestionaron el destino del hombre. Ilya Repin y Vasili Surikov. Ambos decidieron relacionar los conceptos de "verdad-belleza". No sé ustedes, pero a mí me recuerda, con solo ver esas dos palabras unidas, a las teorías estéticas de Platón y Aristóteles ("lo bello es bueno, y lo bueno, virtud"). Elucubraciones a un lado, en el caso de Repin, se defiende más un lado individualista, donde se prefiere resaltar la originalidad del mundo interior de cada individuo per se, como afirmó el propio Tolstoï referente a sus escritos. (Los "harleurs" del Volga. 1870-1873).
Si prefieren lo contrario, hagan caso de Surikov, pues para él, el verdadero y único protagonista de sus cuadros, de la historia y de la naturaleza, era el pueblo como héroe colectivo. Se le ha llegado a comparar con la psicología popular empleada por Moussorgsky en su música. Esto, si tienen fuentes fiables, agradecería una explicación más detallada. Por mi parte, sólo hago el apunte. En fin, que para todo este rollo que les meto del destino individual/colectivo del hombre en cada autor, sólo les recomiendo que se fijen en las miradas. En el punto en al que se diregen las miradas de los personajes retratados.
Mañana de ejecuciones. (1881) Surikov

Y para terminar de una vez con el rollo que les estoy metiendo hoy, mi muy queridos y pacientes lectores, les diré que, tras esto, empiezan a retomarse motivos folklóricos. Quiero decir que, al igual que hicieron los Hermanos Grimm con las leyendas alemanas, pintores posteriores como Viktor Vasnetsov o Nikolai Kasatkin, fueron dibujando con su pincelito figuras alegóricas propias del folklore ruso que iban sacando de su memoria; recuerdos de su abuela contándoles cuentos a la hora de dormir; campesinos canturreando romances mientras trashumaban por las estepas, etc. Así, podemos ver a lomos de un lobo gigante (a lo David el gnomo) a un entrañable infante como el zarevich Iván, antes de convertirse en lo que todos sabemos... El zar Iván IV, el Terrible.
Tras todas estas reminiscencias de la infancia y adolescencia rusas, alguien se cansó de analizar la realidad a través de la Naturaleza y, pasando de todo lo anterior, se autoproclamó autor postimpresionista. Así, como si nada. Leonid Pasternak. Como pueden imaginar, después de tanto ego, sólo quedaba admitir que las Vanguardias estaban al caer...
Con él me despido. Como yo también estoy bastante cansada y me veo más que reflejada en uno de sus cuadros, ya que estoy a tres días de entregar el famoso dosier ruso, aquí se lo dejo.
La noche antes del examen. Década de 1890.

Спокойной ночи, хорошего воскресенья и наслаждайтесь.

viernes, 26 de marzo de 2010

El sentimiento de la Naturaleza en la pintura rusa. (1ªparte). 1/2 siglo XIX. Prerromanticismo, románticos y camino a la Realidad.

Fiódor Alekseev.
Palacio zarino en los alrededores de Moscú.
(1800-1802)

La imagen que vemos a la derecha, tiene el gran honor de ser el primer cuadro datado dentro del siglo XIX ruso y, por si fuera poco, practicamente el único vestigio de su prerromanticismo nacionalista. Eso sí, querido Alekseev, cómo te callaste el taller de muchachitos pintores que tenías trabajando para ti, mientras te dedicabas a pasear con la zarina....
Dejando las cuestiones morales a un lado, combina rasgos del neoclasicismo tardío europeo, que adquirió el pintor en sus diversos viajes a Italia, con el incipiente romanticismo ruso de Aleixandre Ivanov o Mikhail Lebedev, autor del caudro inferior.

Paisaje (invierno de San Petesburgo). 1833
Ivan Aivazovski es el romántico por excelencia en Rusia. Pintó a destajo paisajes marinos, donde se mezclan las aguas tempestuosas que engullen embarcaciones y la sensación de ahogo traspasa la tela; con aquellas aguas pacíficas de un atardecer, en las que el claroscuro terrestre hace contraste con el brillo de un sol que va desapareciendo a lo lejos. No obstante, se empeñó en plasmar los cuatro elementos en uno de sus mejores cuadros.

La batalla de Chesme. 1848.


Y, concluyendo, Pável Fédotov. Retratista y amigo del Círculo literario de "los dejados" (según mi traductor), o Petrachevski, dió el pistoletazo de salida al posterior Realismo ruso. En su último año de vida, 1851, sin quererlo, puso sobre la tela a un paisano con fondo de naturaleza campesina, o, según los críticos, el alma del pueblo ruso vista a través de los sentimientos del pintor. Ahí quedó la base para la posterior "Sociedad de los Ambulantes".

Día de invierno.



A Laia, por las infinitas horas que nos dedica, a mí y a mis cuadros, delante del ordenador...

Y a Clariana y su blog, por facilitarme tanto el trabajo. Muchas gracias.