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martes, 3 de febrero de 2015

Así

No me pidáis pasaporte
porque no soy extranjera,
que las puertas de mi casa
son las de casa frontera.

Ni mandéis carabineros
por si llevo contrabando;
mi equipaje eran mis sueños
y ya se van despertando...

Concha Méndez







Hasta siempre, Peter.

miércoles, 26 de febrero de 2014

¿Tú eres de verdad o no?

Anoche, cuando dormía,
soñé ¡bendita ilusión!

¡Cómo me gusta la sencilla alegría! La de la sencillez. La de aquellos que miran la vida sonriendo con sus pequeños logros. Un viaje, un encuentro, un objetivo más en el fardo. Y sonreír, histéricos, sonreír, sonreír, sonreír....
La sencilla alegría de la inexperiencia, del soñar. La primavera,  unas manos que se entrelazan, un proyecto y los nervios al morderse los labios. Aquel que tiene todo por descubrir, del que no entiende de quedar saciado y sigue y sigue y sigue...
La sencilla alegría de la modestia, de los sutiles ratos a solas, de la propia contradicción resuelta. La sensación del inicio, del principio, del empezar a. La sencilla alegría de una fotografía que hace pensar en la infancia, en la madre, en la sencilla alegría de una cometa que sube y sube y sube...

Aquellos días azules,
aquel sol de la infancia...

 
(No me canso de recomendar este documental. No se cansen de verlo. )




martes, 21 de enero de 2014

Tradición y Vanguardia: el Futurismo es Ahora.


Escritura funcional, esquemática, en la que prima la inmediatez, la rapidez por la que ya abogaban los primeros manifiestos de las Vanguardias históricas. ¿Eran estos oráculos, profecías? ¿Poéticas de la anticipación? Aunque, ¿no son todas las poéticas voz de porvenir, por lo que de aviso tiene hacia el hombre?

Si atendemos a este principio del "ahora" y el "ya mismo", tendríamos una línea recta desde, aprox. 1900.

Expresionismo > Dadaismo > Futurismo > Ruptura Mundial I y II > Estructuralismo > (¿Posmodernida?) Neovanguardia


Todo es experimentación. Desde aquel Realismo de Galdós, esa mirada con vistas al infinito desde la azote, omnipotente, omnipresente, de correveidile que se nos vendía como un bloque entero, un mazacote de realidad uniforme y lisa; desde el realismo, decía, todo ha sido experimentación. Se podría decir, incluso, que el siglo XX ha sido experimental. En todos los sentidos. Experimental y experimento a la vez. Tras la toma de conciencia, del grito munchiano cansado de la realidad, todo se ha basado en experimentar: revoluciones, manifiestos en contra - a favor de, contrarrevoluciones, bombardeos, explosiones, creaciones, transcreaciones, reinventarse.
Véase que, sobre todo, se modifican cinco pilares básicos: el tiempo narrativo (Proust, Woolf o Mann), el espacio (Faulkner), la estructura (Huxley, Dos Passos), el narrador (Valle - Inclán) o el punto de vista ( Robbe- Grillet) y hasta el lenguaje (Joyce).


Si en la Ilustración el poder de la razón, del "yo" cartesiano, el "yo" de los salones y la corte confiaba plenamente en la ciencia y su progreso, el Romanticismo llegó como un recordatorio. Un "yo" subjetivo que se lo veía venir. Porque ya se sabe que antes de llover, chispea. Y los románticos, más temerosos del yo que enamorados, sabían del desencanto frente a una realidad que no daba todo aquello que prometía - de ahí, quizá, la irrompible asociación con el sentimiento amoroso.
Decía Nietzche
El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo.
La Ciudad, la ville de Baudelaire y su carroña. El hombre puesto contra las cuerdas del progreso, contra su propio abismo interior; el hombre que grita y no se le oye; aún más, que grita y no es escuchado por sus iguales, porque ¿acaso quedan iguales? ¿Acaso el "yo" tan individualizado puede esperar encontrar a sus iguales? Si la tribu, como decía el filósofo, es identificación, ahogo de la identidad personal en beneficio a la comunidad, ¿qué pasa con el "yo" ahora? El "yo", y fíjense que siempre es un "yo" en minúscula, está perdido en el mundo que, hasta entonces, le era habitual. ¿Seguro? Si no se reconoce a sí, ¿cómo reconocer al resto, al espacio, al tiempo que venía ubicándoloy en el que ahora no es más que un punto des-ubicado?
Entonces La metamorfosis (1915),  The waste land (1922), la consagración de ese Paraíso perdido de Milton... en 1667. Sí, asusta la prontitud de algunos. ¿Sería Milton un primer vanguardista?
Entonces las vanguardias, el mazazo a esa realidad - tradición; la campana de vidrio bajo la que vivía el hombre - under the dome - se resquebraja en mil y un pedazos. Ya no hay una sola puerta por la que acceder a la realidad. De hecho ya no hay puerta. O sí, quizá se crearon muchas entradas a esa nueva tierra no habitable. Quizá cada uno de esos cachitos de cristal conformase una mirilla, un ángulo por el que asomarse y ver qué sucedía, cómo entender lo que pasaba. La campara era a la tradición lo que esos pequeños cristales a las vanguardias. Una lente = una Vanguardia.
No es casual, pues, que el dadaísmo optase por la destrucción de todos los códigos y sistemas establecidos en el mundo del arte. O en el mundo en general, si lo extrapolamos al pensamiento de Tzara. ¿Pero fue opción u obligación? ¿Qué quedaba en 1918 de lo que el hombre había recibido (¿concebido?) por herencia? Nada más que la necesidad de enfrentamiento y ruptura. El movimiento que siempre nos decían en el colegio, eso de un tal Marinetti, los coches y la Victoria de Samotracia. Tan sencillo como la reacción del dinamismo, de la necesidad de moverse, de salir corriendo frente al estancamiento del mundo que se quedaba obsoleto para el hombre nuevo, moderno, de las ciudades, tan individualizado y olvidado de sí.
De la web www.elarteporelarte.es

¿Les suena eso de o te mueves o caducas? Pues ya ven, puro Futurismo sakiriano... ¿Serían las greguerías las abuelas del twitter?

"Ismos" entonces, como mirada, perspectivas, distancia(s) necesaria(s) para la ruptura.
Con esta separación todo se dilata, los significados, las relaciones son más laxas, se ven alteradas. Todo tiene que re-ubicarse, re-encontrarse, re-crearse. De ahí que en las artes se buscasen y naciesen los nuevos lenguajes para la expresión del nuevo hombre. ¿Recuerdan que al principio les decía que todo venía siendo experimentación desde, aprox. 1900? Pues aquí lo tienen: el Surrealismo o el arte centrado en el Yo, ya en mayúscula, en su busca (casualmente, don Pío ya en 1904, casualmente...) y ese Nuevo Mundo 2.0 a re-descubrir... El Ojo del Surrealismo como un embudo que busca implosionar para poder recomponer el viejo mundo en uno nuevo, darle forma, como un Osiris. 

Pérdida, Experimentación, Búsqueda. 
Estas tres palabras lo resumen todo. Disculpen el devaneo...


***
Fragmentos de comentario y apoyo


1.
 I - The burial  of the dead (pp. 194-215)
The Waste Land (1922) Ed. Cátedra Universales (ed. bilingüe Viorica Patea)
 T. S. Eliot

<<April is the cruellest month, breeding
Lilacs out of the dead land,mixing
Memory and desire, sitirring
Dull roots with spring rain.
Winter kept us warm, covering
Earth in forgetful snow, feeding
A little life with dried tubers.
Summer surprised us, coming over the Stanbergersee
With a shower of rain
[...]and when we were child
[...]My cousin's, he took me out on a sled,
And Iwas frightened. He said, Marie,
MArie, hold on on tight. And down we went.
In the mountains, there you feel free.
[...] What are the roots that clutch, what branches grow
Out of this stony rubbish? Son of man,
You cannot say, or guess, for you know only
A heap of broken images, where the sun beats
[...] And I will show you somethign different from either
Your shadow at morning striding behind you
Or your shadow at evening rising to meet you;
I will show you fear in a handful of dust.
[...] 'That corpse you planted last year in your garden,
Has it begun to sprout? Will it bloom this year?
[...] You! hypocrite lecteur! - mon semblable - mon frère!' >>



2.
VI- Nieve (pp. 680-726)
La montaña mágica (1924) Ed. Poket Edhasa (trad. Isabel Gª Adánez)
Thomas Mann

"Afuera reinaba la nada sombría [...]  como un pálido fantasma, un mortecino reflejo del mundo sensible en medio de aquel paisaje enajenado, convertido en una inmensa nada blanca. Todo parecía haberse disuelto en aquella delicadísima blancura en la que no quedaba ninguna línea que los ojos hubieran podido seguir para guiarse.
[...] El mundo presentaba un aspecto mágico, infantil y cómico. Todos aquellos almohadones blancos tan gordos y esponjosos [...]bajo los que habían quedado escondidos arbustos y rocas, todo aquel paisaje sepultado y agazapado bajo un blanco colchón, embozado hasta los ojos como un personaje de teatro, hacían que la realidad pareciese [...] una jocosa estampa sacada de un cuento de hadas. Mas, si el escenario en el que tan difícil resultaba moverse se antojaba cómico y fantástico, el fondo que se veía en lontananza [...] evocaba lo sublime y lo sagrado.
[...]Nevaba en silencio. Todo se iba borrando. La mirada, perdida en aquella nada de algodón, se tornaba somnolienta [...]. No había sueño más puro que aquel sueño helado, sueño sin sueños, libre de cualquier reminiscencia del peso de la vida, ya que respirar el aire enrarecido, inconsistente y sin olor de allá arriba resultaba tan fácil al organismo como la ausencia de respiración de los muertos. [...] Un baile de fantasmas enmascarados.
[...] Aquello ya no era una nevada, era un caos de oscuridad blanca, una monstruosa locura. Una fenomenal aberración de una región que de por sí ya estaba fuera de los límites de la mesura.

[...]No, aquel mundo, en su silencio insondable no tenía nada de hospitalario; acogía al visitante a su propia cuenta y riesgo; en realidad no lo acogía, sencillamente toleraba su intromisión, su presencia, de una manera un tanto inquietante, como si no respondiera de nada; y de lo que de él se desprendía era una atmósfera de amenaza ante lo absoluto, ante lo más elemental, ante algo que no llegaba a ser hostil sino que era la pura imagen de la indiferencia, de una indiferencia mortal. El hijo de la civilización, ajeno a aquella naturaleza salvaje por su educación y sus orígenes, era más sensible a su grandeza que sus rudos hijos vástagos, aquellos que dependen de ella desde la infancia y que viven con ella en un plano de prosaica familiaridad.
[...]Lo que, sin embargo, no había conocido entonces era la tendencia a acercarse tanto al abismo de esa naturaleza mortífera  [...] él, que era un débil hijo de la civilización, no se había aventurado nunca a mirar al monstruo tan de cerca o, cuando menos, a no huir de él [...] con vergüenza de no ser más que un mero espectador bien guarecido.
[...]Se adentraba en la nada  envuelta de niebla [...] y se encontró sumido  - es más:perdido - en una soledad más profunda de lo que jamás hubiese podido soñar, tanto que le inspiró miedo [...]y se sintió poseído por una emoción, por una simpatía inmediata y ferviente hacia su corazón, hacia el corazón del hombre que latía en medio de ninguna parte, en medio del vacío blanco, a solas con sus interrogantes y sus enigmas.
[...]Sólo había una posibilidad: hacia abajo [...] Aquel miedo le hizo comprender que, hasta aquel momento, se había esforzado de manera inconfesada en perder el sentido de la orientación, en olvidar en qué dirección estaban el valle y la aldea [...]. En lo más profundo del alma de una persona joven [...]se van 'acumulando' muchas cosas que, un buen día, hacen explosión en la forma de un ¡Vamos! o en un ¡Ahora verás! llenos de amarga impaciencia; en una palabra: se traducen en un reto y en una rotunda negativa a ser prudentes. Éste era el estado en que iba deslizándose sobre sus patines por aquella ladera.
[...] Pero así era como caía uno [...] Uno no hacía más que dar vueltas, se agotaba en el intento convencido de que servía de algún provecho, y en realidad describía un enorme círculo totalmente absurdo que se cerraba sobre sí mismo [...]Y sucedía que caminaba y caminaba y no encontraba el camino de regreso jamás."

***

...y en esto andaban los hombres cuando llegó 1939 y los dejó sordos más de seis años...

viernes, 29 de noviembre de 2013

Día de las librerías

Entre los carriles de las vías del tren, crecen flores suicidas.
Ramón Gómez de la Serna

La banalidad en la literatura llegó con la modernidad literaria de principios del XX, a grosso modo, como producto artesano de manos de Mrs. Woolf. No importa el tema, miremos la forma. No el qué, sino el cómo. El vómito de vida sobre el papel. Obviamente, tal soporte de escritura no tenía nada que ver en esto, pues no contaban con ningún medio más.
La banalidad en la litertura de la posmodernidad ha llegado, tal vez, con el e-book... only if we can't see past the end of our nose. La herramienta, el utensilio, no es el cómo -igual que para no lo fue el papel para el grupo de Bloomsbury. Éste no puede ocupar el lugar de un Complemento Circunstancial de Modo - para eso están los movimientos literarios, las corrientes, las tendencias,... Como mucho, un desconocido Complemento Circunstancial de Instrumento que intenta ascender a la alta posición de Sujeto-Tema. En tal caso, si un autor hablase sobre el soporte que utuliza a la hora de esculpir su obra, podríamos hablar de literatura informática o metainformática, de la informática como tema literario,...No cabe ni siquiera incluirlo en una hipotética reformulación del debate forma vs. fondo, 3.0

La banalidad en (y no de) la literatura posmoderna no ha llegado, pues, con el libro digital como nueva experimentación del interrogativo cómo en el siglo XXI, sino con la experimentación elevada a la enésima potencia por parte de ciertos escritores ya en los años 60. Ejemplo: el grupo OuLiPo ("Ouvroir de littérature potentielle" --> "Taller de literatura potencial"): puesta en práctica de las teorías deconstruccionistas del amigo Dérrida. Volvemos al leguaje como puzzle o rompezcabezas, el arte combinatorio de la permutación y la variación empleada por los músicos rusos ya en las Vanguardias históricas; el vestido de gala con el que salen a escena las vedettes Teoría y Crítica de la segunda mitad del XX. Banalidad como tema tratado en manos de la experimentación y los juegos del lenguaje - ¿acaso el siglo XX es algo más que eso?: George Perec, Italo Calvino, Marcel Duchamp o Raymond Queneau, entre otros muchos.

La banalidad en la literatura es una cosa; la atrofia del órgano lector, otra muy diferente. La banalidad en la cultura es algo, además de mal entendido y considerado, diametralmente opuesto a la banalidad de las mentes que conforman esa cultura -tanto como paisaje/paisanaje-, aunque grandes voces se empeñen en diluirlo todo en una sombra llamada "sociedad del espectáculo". Amazon, Google Books, Yahoo!, Apple y demás marcas que nos hacen agonizar en la cultura del consumismo exacerbado, nadan en el medio digital de ese mercado. Si bien es verdad que éste condiciona la cración literaria actual -de ahí el neoboom con los Best Sellers-, estas empresas-que-construyen-ebooks-que-se-creen-algo ,no tienen, ni de lejos, el gran privilegio de ser temas o leitmotivs en ninguna obra literaria hasta ahora.
Necesitamos más perspectiva - más tiempo y espacio, más apertura de mente y de normas canónicas - para afrontar y adaptar lo mejor de nuestra cultura literaria a esta nueva etapa del arte: saber aceptar como tal los mash up, la narrativa tecnológica, la narrativa híbrida, los hipertextos, etc. Al fin y al cabo, el gran especialista en pastiches y collages fue James Joyce en 1922... Y miren la que lió presentando al nuevo Ulises envuelto en una manta cosida con los retales que quedaban de Tradición...

Felíz día de las librerías y los libreros.

lunes, 21 de octubre de 2013

De-forma

En poesía, la forma va por dentro. JRJ
En música, también. A. M. Molina.

A fin y al cabo, poesía es ritmo, palabra y música atrapadas bajo la forma o gracias a ella, forma que canta y cuenta. A. Machado.

Apre(he)nder una lengua mediante el ejercicio lector es desarrollar un instinto de detective: qué misterios hay en cada una de esas formas – que llamaremos palabras – desconocidas presentadas por primera vez; acabar con la incertidumbre que la hace extraña a ella y desconfiados a nosotros. Apre(he)nder una lengua mediante el ejercicio lector es abrazar esas formas como queriendo desabrochar el sujetador del ser deseado; la liberación del anillo de hierro (G.A. Bécquer) para que se desparrame sobre la mesa derramando todo su significado abrupto y pulible, arcilla maleable sobre la mano izquierda, que es la que moldea desde dentro. Pero, ¿se puede tener a la forma sólo como a una argolla del significado? ¿Es, pues, estanca o busca restallarlo desde dentro para dotarle de nuevos contextos?

Un ejercicio para ver esta cuestión de-forma son los Diarios de Colón (dejemos de lado cualquier tipo de interpretación que del texto se haga basándose en la demagogia política actual. Aquí sólo literatura y hombres). Monólogo-desvarío, pues, de quien se topa con lo inesperado, con un ente oculto al individuo que va más allá, tentando; como uno mismo atrapado en un cuento de ciencia ficción: visión de palmeras sevillanas en los montes venezolanos. Casi un surrealismo realista.
Ante esa nueva realidad, maravillosa, el léxico diario del hombre se agota en sí mismo, se ve sobrepasado por aquello que ven los ojos más allá de sus narices. Se pierde el sentido y substancia del lenguaje conocido a causa de la novedad y la otredad de, en y a través de la experiencia. Estamos, de nuevo, con lo que la literatura moderna dio en llamar “incomunicación o incapacidad de expresión del lenguaje” y la consecuente deconstrucción del mismo – preguntarle al hombre porqué es hombre o al lenguaje porqué dicen lo que dicen de modo tan arbitrario. Debido a esta inhabilidad léxica aparece un hueco: en el vacío de las ropas gastadas e inservibles que revestían nuestra terminología básica sólo queda la percha – si seguimos con la metáfora –,  el frasco que mantuvo la esencia: la forma. Ésta permite, sin separarnos de nosotros mismos, re-inventar lo in-existente hasta ESE momento para NUESTRA realidad mental e imaginaria. Agarrar la realidad y darle – o darnos a conocer – otro perfil, hacerla poliédrica y mutable. Cuestionable y válido en su conjunto, porque eso recién contado ya es real gracias a que se ha verbalizado. Ya no es una idea: es un algo que existe. Como un escocés con falda en un pueblo de la Castilla profunda tocando la gaita, un marciano en busca de Gurb o tres barcos perdidos en mitad del océano. Colón, cuando levanta la vista y ve lo que ve, intenta describirlo empezando, de nuevo y sin saberlo, el verdadero viaje: el periplo lingüístico y léxico. Durante aquel ejercicio de escritura no era más que otro lector enfrentado a una nueva realidad que se le muestra y que él trata de re-crearla a través de la palabra. Un círculo perfecto donde caben realidad, ficción y re-creación mediante el poder de lo escrito.

Así, la novedad que supone comenzar a desentrañar la forma, ya sea de una visión o de una lengua extranjera, no es más -ni menos- que el enfrentamiento a la lectura de lo desconocido e indecible, de aquello que nos asusta por no tener realidad definida ni delimitada, siquiera por la palabra. El único descubrimiento positivo a celebrar fue, pues, el de la re-creación a través de las palabras del continente americano, que transmutaba aquella neovisión al ignorante hombre "de este lado del océano" hacia planos más reconocibles para él, ya apre(he)ndidos.

¿Podríamos decir lo mismo de la traducción? Hay quien dice - Consuelo Berges, "la voz de Stenhal"  en nuestra lengua - que la traducción es un género más de la literartura, como un tejido regenerado gracias a otro ya existente: 
«una buena traducción no debe de ser nunca una transposición. Es ya de por sí un género literario, porque si el autor pone el alma y el hueso, el traductor pone la piel». 

La traducción como un ente invertido, patasarriba, una tela dada la vuelta, reversible. La piel como forma, quizá, que dé nuevas realidades a aquello desconocido puesto a nuestro alcance. 

La forma, por tanto, va por dentro, muy al contrario de lo que se cree o se nos dice desde definiciones oficiales – configuración externa demolde en que se vacía algo… 
Que la forma va por dentro es, en definitiva, el único camino que tiene de no ser opresora (de-formadora) del fondo, sino su motivo de vida, expresión y desarrollo.

lunes, 14 de octubre de 2013

Pandora's box

Toparse con un viejo baúl cerrado e indagar su forma.
Ángulos rectos y cortantes delimitando su mundo y su poder, la fortaleza con alabarderos, arqueros y retaguardia. Dibujos y cenefas que lo envuelven como un regalo del día de Reyes, como las serpientes, curiosonas, de una historia interminable, del eterno pecado que baja y esposa las manos de Deseo y Saber. Bisagras que abrazan, indispensables, los contrarios como amantes. Cerradura, ojo de espía incesante, asomado con lujuria a la tierra prometida. Candado, el silencio de un libro cerrado, de una boca callada con un dedo índice, la meditación tras la indagación, la investigación de las palabras que crean un mundo como caminos a base de pasar por ellos. Un pequeño universo estampado en ángulos, dibujos, cenefas, bisagras, cerradura y candado. El Aleph de un pequeño Bastián.  Leer en un cofre sus secretos más inmediatos, quedarse con la forma, atraparla y domarla para hacer tuyo el fondo, el contenido, el alma.
Apre(he)nder una lengua.

martes, 8 de octubre de 2013

La sombra de Hitchcock es alargada: ecos en Sjöwall-Wahlöö y Castle.


- Señora Andersson, ¿nos podría enseñar ese balcón?

Observaron el balcón. El piso al que pertenecía parecía tener sólo dos ventanas a la calle, una más grande al lado del balcón y otra más pequeña.

- Señora Andersson, ¿ha visto a ese hombre recientemente?- preguntó Martin Beck.


Rear window  (A. Hitchcock 1954)

Kollberg descubrió unos prismáticos, colocados entre las macetas. Los cogió y los dirigió al edificio de enfrente. La puerta del balcón y las ventanas estaban cerradas. Los cristales reflejaban la luz y no se podía discernir qué había al otro lado, en las habitaciones oscuras. 


The lives of others
( capítulo especial nº 100 de Castle, 1 abril 2013)



- Esos prismáticos me los dio Rutger - dijo la mujer (...) Suelo mirar a ese hombre con los prismáticos. Si se abre la ventana se ve mejor. No crean que soy una persona curiosa ni nada por el estilo, lo que pasa es que me operaron de una pierna y fue entonces cuando descubrí a ese hombre. Quiero decir, después de la operación. No podía andar y el dolor no me dejaba dormir. Así que me quedaba aquí, junto a la ventana..."

M. Sjöwall y P. Wahlöö, El hombre del balcón (Mannen på balkongen, 1967) p. 213 
RBA SerieNegra.


Y de aquí que la curiosidad siempre acabe por matar al gato...
(The Wrong Man, 1956)