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lunes, 28 de junio de 2010

Como una herida en el corazón que no me duele.

No es tristeza...
Querer acabar con la agonía de las últimas horas.
Cerrar el álbum de todas las fotografías que nunca hicimos.
Quemarte las manos intentando sujetar el tiempo... Es el "reloj, no marques las horas".
Es un eterno "si-no; si-no"

Es nostalgia...
Ver vacío el decorado.
El seguir caminando, haciéndose la fuerte.
Perder la apuesta de no mirar atrás, al doblar la esquina.
Sentir que desde el asa de la maleta se prolonga un reguero de lagrimillas, cuesta abajo; y como el hilo de Ariadna, cada vez más desgastado, pero incorrupto e impoluto, se pierde en el laberinto de un recuerdo que queda, sin remedio, detrás de nosotros mismos.

O melancolía...
Llorarle la resaca al pobre taxista de turno, entrando por la M30; y, a lo Melendi, oliendo a fiestongo y palmera de chocolate recién hecha.
Montar en el avión y ver por la ventanilla, en duermevela, esa escena de 4 en un balcón. Amaneciendo Madrid...
...é o fim do caminho.

No es tristeza. Es nostalgia. O melancolía.
Porque al recordar, se sonríe el alma.


Hoy "es-tu-día".

jueves, 24 de junio de 2010

24 de junio, San Juan. O mi vida en cajas de mudanza.

Ronda estas fechas el incesante sentimiento de despedida.
Despedida del año que dejo atrás; del curso que se acaba; de los pasos amigos que paran de andar, hacen maletas, y marchan camino a su origen: pasan este paréntesis en la casa del ahorro y la vaguería. Y volver a replantearte la vida, no sé sabe bien para qué, pero con la intención de resolver el nuevo verano y llegar, sanos y salvos a septiembre.
Junio. Finales.
Y Madrid, otra vez, vacío; agotado de calor y de sudores ajenos en sus calles.
Y la mirada que quisieras retener para siempre, vuela en dirección contraria a la del deseo.

Siempre me ha dado miedo pensar si sería para siempre. Un "adiós" definitivo. Parece ser que ahora, no concluyente, pero sí arrastrando un largo exilio.
¿Y ahora? Lejos de los planteamientos post-licenciatura, pienso más en la vida en general post-carrera, post-universidad, post-amigos.
Vuelvo y vosotros os váis... ¿Por qué parece que siempre lo hago todo al revés?

24 de junio. Día de San Juan. En días como éste, mi padre se divierte contándome la historia del día en que nací. "Esa noche, por ser la de las brujas, salía el sol dando vueltas....." Y termina, entre risas, "...así estás tú..." Siempre de acá para allá, como una bala que esquivó lo rectilíneo y prefirió hacer un periplo, por si encontraba algo. Y regresó. De vuelta a la realidad del buscar trabajo para verano, de las vacaciones en familia, de los interminables días al sol en el pueblo, insufribles ratos abanicándose a la sombra, sin sentido, sin principio ni final.
De vuelta a las velas que echan cera sobre la tarta helada que nunca como; a pensar "¿Qué hago yo aquí?" mientras explotan fuegos artificiales desde La Piedad. A cumplir años, otra vez, sin pesar, pero sopesando esto y lo otro en los ratos de melancolía que me alegren mañanas del mes de julio desde la cama.

Hace dos años. Ojalá se pudiese dar marcha atrás dos años. Y volver a ver por primera vez esta casa. Volver a la media de Sobresaliente, sin septimbre ni pagos de terceras matrículas. A la esperanza de un invierno promotedor y feliz. Volver a empezar a conocernos y re-disfrutarlo. Escuchar el hilo musical de la primera mañana las tres, despertándonos con Woody Allen y su clarinete. Cotton club con el café y la película de después de comer. El griterío de Rocío Jurado. Manguerazos de agua y las comidas en la cocina, con el radiocasette de fondo, desde el lavabo. Todo con música. Todo con una banda sonora, especializada en tal o cual momento. Todo transpirando sonrisas y acordes. El pentagrama que escribimos desde los sofás. Desde el escenario inventado para Don Juan, abajo desde el sofá, y Doña Inés, sentada del otro lado; para Frank Sinatra y sus tres coristas; para Martirio, las grandes e inugualables Azúcar Moreno; las coreografías a altas e intempestivas horas mentales.

Los mundos recorridos sin moverse del salón. Porque, en nuestro escondite-universo, tenía lugar y era bienvenido cualquier rayito de sol que se quisiera colar por la venta y compartir palabras; o silencios... Nuestro albergue sin fronteras y lleno de camas: Móstoles, Segovia, Ibiza; Salamanca, Barcelona, la UAX, New York, República Dominicana, Holanda, Argentina.

Mineru, Marceliana, Cascorros de Ledesma.

Literatura, espacio "arquitectura". Momentos autoayuda. Teorías de Chomsky y Alarcos cenando con Nietzsche. Pizarrita y Picasso.

Carpita de circo, zona "chill out"; barra de bar. Sala de juego "apueste y pierda" al mus ;sala de exposicón con las más diversas representaciones artísticas. El proyecto garito: abierto 7/7, 24h.

Lo tibio de tu abrazo los domingos, si librabas, metiéndote en mi cama de 80 sólo para despertarme y llevarme contigo a enredar por ahí, niña hiperactiva e hipocondríaca. Me aburre tanto la quietud desde que tus pasos me enseñaron a pasear hasta el Puente de Segovia... Y subiendo el Paseo de Extremadura, muertas de frío y risa.
El "¡Arriba, vagas!", "¡a comer, que se enfría, niña!"; el "¡venga, que llegamos tarde!"; el "pásamelo" o el "¿Nos vamos a la cama, chicas?"

Hace dos años que el 25 de junio no fue lo que tiene por costumbre. Fue la primera vez que se abría una puertecita tras romper el envoltorio de un regalo. Una puertecita que daba paso a otra, la cual cerrabas y todo quedaba fuera, en el mundo de los otros; y en el nuestro, lo nuestro, nosotros. Lástima que siempre esté demasiado preocupada en los recuerdos o en "el qué será" y me dé cuenta de estas cosas a toro pasado.

Todo parecía que iba a durar para siempre. Y ahora, todo se ha ido, deprisa y sin dejar nada.
(Rafael Chirbes. La buena letra.)

Y todo, ojalá, a cámara lenta...

lunes, 14 de junio de 2010

Alzheimer

Ayer, depués de llevar todo el día empaquetando libros, fotografías y desechando ropa vieja del armario (porque parece que no, pero también existe el sol en Clermont), se coló por estas paredes de papel de fumar que sostienen mi casa, el ritmillo del Danubio Azul desde el estudio de fotografía de al lado, mientras en mi portátil se cargaba, desde el youtube, La Ruta Natural (cortometraje documental de Alex Pastor, 2006). Creo que desengrané bien el proceso del porqué todo esto que cuento, me llevó a pensar en el Alzheimer. Supongo que la musiquilla de dicho vals, las fotos en blanco y negro, y mi primera tortilla de patatas en condiciones, también me acercó un poco a la figura del abuelo y sus nuevas cábalas mentales....

De cualquier modo, el caso es que, tras ver el corto, el alzheimer vino y empecé a pensar...

Alguien se levanta cualquier día, siendo quien, habitualmente, es. Pero algo, cualquier paso mal dado, un requiebro inesperado, cualquier tontería insignificante, ALGO alza el dedo, aprieta el botón del Pause y hasta aquí hemos llegado. Y después... Un ir y venir; un irrefrenable deseo de avanzar, de darle al Play. La búsqueda del error de base... Pero ya no hay película para el protagonista de nuestra propia vida. La cinta sigue corriendo, en blanco, velada; el visor se ha quedado parado en un fotograma del que no puede zafarse para avanzar con normalidad. Viene entonces el revisar mentalmente: cuando el individuo da a su propio Rewind y vuelve hacia atrás buscando una respuesta a ese repentino parón. Mientras tanto, va percatándose de las condiciones de su nuevo guión: acepta personajes -que ya no personas- a su alrededor, llenos de etiquetas : "mujer/marido"; "hij@"; "amig@s·; etc. No llega a comprender nada, "Me han dicho que...."; "Según tal tengo que ...". Y, a la par, continúa su búsqueda. De principio a fin. Ve ahora diáfano su pasado, marcha atrás. Reconoce las calles difuminadas en el tiempo. Todo claro y límpido cuanto más vetusta sea la imagen; vuelve a sus álbumes de infancia y continúa. Todo transcurre con normalidad, en su recién descubierta vida, hasta que llega de nuevo a ese momento irreparable... Luego, bloqueo, cabezonería, no entender nada, gritos, llanto, esperar a que pase el huracán de lo incoherente...

Me pregunto si habrá también un proceso en detrimento de los momentos "+/- lucidez" ; si se preguntan a sí mismos "¿Qué está pasando? ". Pero, irremediablemente, y sin descanso, retorna la búsqueda mental en su pasado. Una y otra vez. El mismo procedimiento. El mismo recorrido. La misma desesperanza. El mismo fin...

Aunque supongo, que de tanto preguntarse y buscar, cada vez más exhausto y con menos valor para afrentarse al presente desconocido e irreal, se ha de encontrar ciertos signos de paz en algo que es sabido suyo, inamoviblemente suyo... El ayer. El ayer donde uno es quien justamente recuerda. Esos días donde nadie nos puede quitar la identidad, donde cada uno sabe quién y cómo era. Porque pesa. Porque no hay nada más asentado en el tiempo que el pretérito de nuestra vida. El ayer que nos trajo al hoy impensable e ilógico. El ayer lleno de recuerdos, plasmados en fotos, juguetes de trapo y chapa; en platos cerámica colgados en la pared, sillas de mimbre y yogures de cristal. Un deambular de pasos perdidos, errantes; algo que gira cada vez más deprisa, obsesionándose por encontrarse con el "hoy"; un remolino de visiones desordenadas, alteradas, superpuestas en el hueco del que debería ser un futuro siquiera próximo. Y aparecer de nuevo en el escenario, el que él recuerda a base de esfuerzo y letanía. Y contentarse con lagrimillas de felicidad al recordarse girando, como ahora, llevado por las vueltas de aquel Danubio Azul del día de su boda, agarrado a esa mujer de blanco... Sabe que a ella también le gusta recordarlo; por eso sólo viene a verlo a esa nueva casa cuando el día está bonito y ella decide ponerse de blanco otra vez para él. Una felicidad obsoleta, registrada en vinilo. El mismo disco que, de tanto dar vueltas, acaba rallándose, desgastándose, olvidándose al fin.

"Es extraño. Soy capaz de recordar todo eso, pero ni siquiera sabría decir quién soy."

Y, ¿entonces...?


En realidad, reconozco que la trama del documental no tiene mucho que ver con lo que, al final, he escrito. Pero... aquello de relacionar cosas. Desvaríos...

viernes, 11 de junio de 2010

Junio II (en respuesta a la entrada de ERR)

Esta tarde me ha despertado de la siesta una mosca cojonera...
Un ejército de cucarachas ha invadido la cocina...
Acabo de acribillar a un cínife, antes de que él tuviera la oportinidad...

¡Van llegando el calor, el verano y sus maravillosas criaturas!



*****



Vosotras, las familiares,
inevitables golosas,
vosotras, moscas vulgares,
me evocáis todas las cosas.
¡Oh, viejas moscas voraces,
como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!
¡Moscas del primer hastío
en el salón familiar,
las claras tardes de estío
en que yo empecé a soñar!
Y en la aborrecida escuela,
raudas moscas divertidas,
perseguidas
por amor de lo que vuela,
- que todo es volar -, sonoras
rebotando en los cristales
en los días otoñales…
Moscas de todas las horas,
de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
de esta segunda inocencia,
que da en no creer en nada,
de siempre… Moscas vulgares,
que de puro familiares
no tendréis digno cantor:
yo sé que os habéis posado
sobre el juguete encantado,
sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos
de los muertos.
Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas,
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.

Las moscas.
Soledades. "Humorismos, fantasías, apuntes".
A. Machado 1902.

martes, 8 de junio de 2010

XII

¡Ojos que a la luz se abrieron
un día para, después,
ciegos tornar a tierra,
hartos de mirar sin ver!


Proverbios y Cantares. Antonio Machado.

lunes, 7 de junio de 2010

Que da en no creer en nada... en nada.

A veces pienso ¿para qué pasar un domingo en familia si no es con la tuya?
Pero aún así, se intenta.
Sigues la promesa de pasar un buen rato en medio del campo.
Conatos de convivencia con gente que debería ser próxima a ti, por lo vivido, por la situación actual.
Acudes al evento con alguna vianda en la mano; bebidas, calor y naturaleza. ¡Qué domingo tan especial!
No. Error.
Y al toque te ves, una vez más, de vuelta a casa. El estómago llenode una sensación de vacío, pensando... ¿Me faltará alguna pieza para ser como el resto?
Es la pregunta que siempre viene a la cabeza en el ineludible camino de regreso. Ya a solas, la mente desvaría, a sus anchas. No quiere decir esto que no lo haga cuando está en compañía. Solo que, rodeada de otras, la mente procura centrarse en los hechos, no vaya a ser que otra esté pululeando a su alrededor y sea capaz de captar alguna señal de S.O.S.
La señal... La maldita señal que parece perdida. Más o menos, perdida como el fugitivo de su propia vida.
Seguidamente, uno piensa ¿He perdido el don de gentes, la labia para con los demás?
Nada hay que llame su atención; distraída desde hace meses, relaciona cosas aparentemente irreconciliables, con el único objetivo de creerse motivada, alterada, conmovida por algo que hace reír o llorar a la multitud. Es imposible (o eso creía) verse rodeada de una gran masa de gente que celebra y una, impávida, impertérrita, inmutada, piensa ¿en serio está pasando?
En estas ocasiones, pongo la mano en el pecho y el latido sigue su ritmo constante. Nada de aceleraciones. Nada de letargo en el sístole-diástole. Nada...
Y te sientes como un fantasma que recorre la ciudad. Parece que nadie te viese. Te paras a pensar; te detiene la pausa obligada del fumador. Un cigarro, un poco de humo que despeje esa mente quasi-atrofiada, o la turbe un tanto. Sentada en la acera, un aparcamiento vacío en el que estás sola.
Ves pasar un coche que continúa la marcha. Ni siquiera se preocupa de la luz roja del semáforo. Y desaparece...
Ves correr, sin ademán de detención al tipo que cada día, a esa misma hora, hace su sesión de footing matinal. Y zambullido en sus auriculares, la música de "apareamiento de ballenas" (mundialmente conocida como "chill out") le aleja de la metonimia de vida que hay sentada en la acera...
Un perro se cruza. Pasea su pachanga. Su rabo, agitado izquierda-derecha-izquierda, continúa la marcha. Y, de repente, el milagro: te ladra... ¡Sigues existiendo para el mundo!

Todo un consuelo....

*****

Al fin, una pulmonía
mató a don Guido, y están
las campanas todo el día
doblando por él: ¡din-dan!

Murió don Guido, un señor
de mozo muy jaranero,
muy galán y algo torero;
de viejo, gran rezador.

Dicen que tuvo un serrallo
este señor de Sevilla;
que era diestro
en manejar el caballo
y un maestro
en refrescar manzanilla.

Cuando mermó su riqueza,
era su monomanía
pensar que pensar debía
en asentar la cabeza.

Y asentóla
de una manera española,
que fue casarse con una
doncella de gran fortuna;
y repintar sus blasones,
hablar de las tradiciones
de su casa,
escándalos y amoríos
poner tasa,
sordina a sus desvaríos.

Gran pagano,
se hizo hermano
de una santa cofradía;
el Jueves Santo salía,
llevando un cirio en la mano
—¡aquel trueno!—,
vestido de nazareno.
Hoy nos dice la campana
que han de llevarse mañana
al buen don Guido, muy serio,
camino del cementerio.

Buen don Guido, ya eres ido
y para siempre jamás...
Alguien dirá: ¿Qué dejaste?
Yo pregunto: ¿Qué llevaste
al mundo donde hoy estás?

¿Tu amor a los alamares
y a las sedas y a los oros,
y a la sangre de los toros
y al humo de los altares?

Buen don Guido y equipaje,
¡buen viaje!...
El acá
y el allá,
caballero,
se ve en tu rostro marchito,
lo infinito:
cero, cero.

¡Oh las enjutas mejillas,
amarillas,
y los párpados de cera,
y la fina calavera
en la almohada del lecho!
¡Oh fin de una aristocracia!
La barba canosa y lacia
sobre el pecho;
metido en tosco sayal,
las yertas manos en cruz,
¡tan formal!
el caballero andaluz.





( http://www.youtube.com/watch?v=grGHUNRd8Iw
Música J.M. Serrat.)

miércoles, 2 de junio de 2010

Home, sweet home


Tus miles de folios mezclados con los míos, sobre aquella mesa camilla. Un mueble perfecto en el decorado de nuestro teatro: voces aviejadas, estridentes que iban detrás de alguna perrería de niño revoltoso; griterío y móviles con música pubertosa-regetonera abajo, en el portal; ruedas de un carro de compra cargado de más; cierres de tiendas de barrio; el 500 apurando sus dos últimas horas de servicio... Ese ruido suyo, tan suyo, que le anunciaba cuando aparecía, casi por sorpresa, por Galiana... inconfundible... y correr, correr, correr... hasta la "rotonda", giro a la izquierda, y desapareciendo....

Los gritos del "Pasapalabra" eran sucedidos por los del telediario. Buenas noches....

Era momento al que dábamos privilegio por encima de todo.
Ana, bolsa de pan en la mano; manos y sonrisa encallecidas, llegaba del trabajo.
Rober, con un nuevo record de "hombre-que-nunca-duerme" , entraba por la puerta grande con sus planos. Si había suerte, arroz de Chelo. Comida de la abuela Manuela...
Y tú y yo, una vez más, ¿de la facultad? Jajajaja. No... Sólo los veíamos entrar; sentarse y preparar el ritual. El mismo cada vez que se daban momentos así.

Y era como si la risa se apropiara de nosotros. Y tras alucinar... Paz, quietud; todo falso.
Había nervios a flor de piel, pero siempre pudo más la almohada que la fuerza de voluntad.
Bromeábamos con todo, antes de la cena. Y en el descuento que se abría entre fregar los platos y la siesta condenada a 8horas de cama, iba acomodándose una modorra, un no sé qué... Un regazo se asentaba en torno a la mesita de café. E, irremediablemente, caíamos rendidos...

Se agradecía el airecillo de entre los árboles; refrescaba la pieza y se iba colando hasta casi la cocina. En fin, hacía más ameno aquellos apartes apelotonados: El tragaluz ; Don Gil ; la poesía vanguardista de César Vallejo; La señorita de Trevelez ; la puerta, los goznes, el espacio vacío, el urbanismo en Madrid; La vida es sueño ; .... Sí, la vida era sueño entonces. Eran sueños artificiales, alterados. Era la calada viciosa y apresurada hacia un futuro que ¿qué importaba en ese"ahora"?
Os vi muchas veces iros a dormir, deambular chocando con las paredes. Pero siempre había un último documental que compartir; una próxima publicidad que daría paso a la soledad en el salón... Y luego, libros, planos, el portátil,... Y yo. Si iba a la cocina, al baño, me paraba un momento y podía escuchar la respiración fuerte de Ana.

Solía esperar hasta las 5:30 - 6:00 am; hora en la que empezaba a nacer todo, otra vez, a través del balcón. Paseos, paseos, más paseos. La repetición del múltiple "último cigarro". Pulmones y mente saturados. Y siempre la misma frase resonando en la cabeza....
"Ambiguas horas que mezclan al borracho y al madrugador"...
Y al que no duerme; al que no puede dormir porque busca respuestas en un diálogo del siglo XVII; en la correción del examen de mañana; en el aplazo de decisión de septiembre.
Pero, en fin. Otra noche más. O menos...
7:15am. Se van a levantar.
Café en la máquina. Tazas con azúcar y cucharilla. Cisterna sempiterna sonando tras la puerta que va a dar a la oscuridad; y el reposo de tu almohada.

Y detrás, una noche más de estudio. ¿Sirvió para algo? Quién sabe... Ya sólo había ganas de dormir. Y olvidar....

Chechus... Home, sweet home...