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lunes, 29 de octubre de 2012

Once upon a time the gift to reading in Spain. Lectura pesimista de la pésima lectura en España.


When we not read, imagination disappears. 
Give us the gift to reading. 


Con este reivindicativo lema y ayudado del siguiente vídeo publicitario - muy a lo campaña de la DGT, todo sea dicho - Literacy Fundation of Quebec hace muestra de los niveles de práctica lectora a nivel mundial.
A pequeña escala, en nuestro país se da el hecho de que el porcentaje de los no lectores asciende ya hasta un 45,6%  en la edad adulta de esta nuestra querida España. Y con la etiqueta de "no lectores" me refiero a gente que NO LEE NUNCA.
Sin embargo, lo peor de todo no está en esos datos, sino en los referentes a la lectura infantil (menores de 18 años). Los lectores frecuentes se mantienen mientras que se observa cierta tendencia de pérdida de lectores ocasionales en tiempo libre. Así, del 14% de menores que leían un libro cada trimestre de 2009, descendemos hasta el 7,8% actual. Consecuentemente, el niño no lector, el que no lee nunca, asciende del 8% al 17%.
En fin, saquen ustedes mismos las conclusiones...
Desde luego que el hecho de que no se lea es peor de lo que uno se imagina. Además de desparecer la imaginación en niños y mayores, tal y como indica el eslogan que encabeza esta entrada, desaparece el léxico; vocabulario que cae al olvido o es encerrado entre lo barrotes del diccionario y si te he visto, no me acuerdo. Términos y usos de la lengua listos para sentencia de los próximos académicos-verdugos y sus consecuentes vigésima, trigésima y centésima edición del diccionario y las gramáticas. Si no se lee, uno no cultiva ese caldo de materia gris que, aunque parezca increíble, todos tenemos en la cabeza. Si no se lee, no hay posibilidad de escape, del viaje de las palabras hacia nuestra memoria, porque estás desaparecen. Si no se lee, no hay lugar para la duda, el pensamiento, la personalidad, la identidad cultural e individual. No leer es la autocondena al ostracismo; el castigo que nosotros mismos nos damos por no leer.

El tema de la calidad lectora es harina de otro costal. Y, de aquí en adelante, recomiendo no leer a los que padezca úlcera de estómago, migraña crónica o, simplemente, se vean dominados por ciertos rasgos misántropos.
Bien, dicho esto, suelto el bombazo: autor más leído, Ken Follet (bueno, vale...). Autor más comprado, Pierre Dukan. Dios... como dirían por mis terruños rurales "Yo no digo ya más na..."

Para los más amantes de las estadísticas, les dejo aquí el pdf que, amablemente, ha realizado el Ministerio de Educación (¿sí, Sr. Wert?), Ciencia y Tecnología sobre estos Hábitos de Lectura y Compra de Libros en  España 2011
Para ellos también, y para los que no quieran quemarse más la cabeza, disfruten del vídeo. Personalmente,  y ya por sacar algo gracioso de todo esto, reconocer que me ha tocado la fibra sensible ver a una Cenicienta que parecía convaleciente en pleno síndrome de abstinencia o a Peter Pan tan viejo. ¿Ustedes se creen? Peter Pan el de Neverland, el de los niños perdidos, el que nunca crecía.... Peter Pan como un anciano, sentado en la sala de espera a que le den una plaza en la residencia geriátrica. ¡Se acaban de cargar el mito!  En fin, algún devaneo tenía que haber...
Lean, lean todo lo que puedan y hablen bien, ¡coño!, que para algo que no cuesta dinero... - evidentemente, con ese "bien" me refiero a la correcta y completa utilización del lexicón, el cual alberga igualmente a las pobre palabrotas y su adecuado uso dentro del discurso, ¡mucho ojito con ellas! 





martes, 16 de octubre de 2012

Nota del editor


El mundo empírico o real es uno de los diferentes mundos posibles que fue actualizado [...]; es el mejor de los mundos posibles.
G. W. von Leibniz


  • ¿Hasta qué punto el autor crea la realidad en el texto - poiesis - y no es esa realidad, la mirada con la que  él cree crearla en su texto, la que le conforma a él como autor; la que se crea a sí misma?
  • ¿La realidad textual es cuestión de perspectivas empíricas? ¿Una mirada autogenética como transferencia de conocimientos?
  • ¿Es el autor algo más que un simple copista, intermediario entre mundo real y mundo ficcional?
  • ¿Somos el ensayo de un yo en constante actualización a través de la escritura?
  • ¿Dónde está la frontera, el umbral entre el ser y el ser posible? 


O poeta é un fingidor.
Finge tao completamente
que chega a fingir que é dor
a dor que deveras sente.
 

El poeta es un fingidor./ Finge tan completamente/ que llega a fingir dolor/ cuando de veras lo siente.

F. Pessoa 
Autopsicografía, Obra poética.Nova Aguilar, Río de Janeiro, 1990. Pág. 164.

jueves, 4 de octubre de 2012

Handke, Wenders y la importancia de las preposiciones.

En 1942 Peter Handke compone su Lied vom Kindsein, más conocido por su primer verso "Als das kind kind war". Este breve incipit se elevó al estrellato curenta y cinco años más tarde, cuando Wim Wenders recurre a él para abrir su Der Himmel über Berlin, nada extraño si sabemos que el guión lo escribió al alimón con el propio autor de poema.
"Esta debía de ser la estación de la que tanto hablaba la abuela.
No en la que paraba el tren, sino en la que se paraba la estación
."
Lo curioso de todo esto, dejando a un lado el improvisatorio cameo de Colombo en un continuo happening haciendo de sí mismo (muy a lo Fred Astaire en The Band Wagon, 1953) y diciendo 'Compañerou'; lo curioso, decía, es el juego de traducción que se hace desde en el título tanto de la obra poética como fílmica y que conforma la visión que de ellas tendrán -tendremos- los receptores según el país de estreno/ publicación. Y bien sabrán ustedes que en una película como ésta el tema de la visión, la mirada en blanco y negro - jugando con la luz, la contraluz, la obscuridad no sólamente lumínica; con todas las gamas posibles de gris - o a color es la clave. Todo depende de cómo y desde dónde sea mirado en un mundo donde la voz se convierte en ruido y, quizá por eso, el escaso diálogo, el cuidado de las palabras que lo conforman, será decisivo. Creemos, pues, será más que importante remarcar ciertos matices que jugarán con esta carta de presentación de las obras de Handke y Wenders. No son más que apreciaciones de filólogo aburrido en tarde de jueves, pero igual a alguien se le guiña un ojo o se le enciende un nervio la próxima vez que lo lea/vea.


Así, se tradujo al inglés como Song of Chilhood, al francés Le Chant De L'Enfance, al castellano como Canción de niñez.
Son simples matices, pero si nos remitimos al origen de lied este término puede sernos ambivalente - con mucahs comillas - a la hora de traducirlo, ya que en alemán acapara tanto la acepción de canción lírica breve para voz solista y acompañamiento - ergo, oralidad -, como la composición poética escrita, culta - ergo, no oralidad- también expresada bajo el término genérico de gedicht - poema. Este grado de oralidad de lied se mantiene en las traducciones al inglés y al español. Sin embargo, la elección francesa de chant - canto - en lugar de chanson - canción - le da al título del poema y, porqué no al poema entero, un rasgo de solemnidad propia de la escritura de este tipo de composiciones poéticas que siguen la línea del canto, la oda, el himno, etc. Algo que, a nuestro parecer, acompaña bastante a la materia que trata, al yo que lo escribe y se nos muestra anhelante de esa infancia - adivinamos, pensativo, melancólico, gris, como la mirada de Damiel y Cassiel. Para que luego digan que con las traducciones se pierde; que si "traduttore, traditore".

En consecuencia, si es cierto que Song of y Canción de remiten perfectamente a esa tradición de oralidad de las caciones populares e infantiles - sin que esto riña con lo artístico -, se quedan un poquito flojas respecto a este viso de suntuosidad que le aporta el francés (no nos engañemos: Alemania, años 40, Peter Handke... No suena muy divertido).
M
antiene, de este modo, esa mirada hacia la infancia desde un tiempo que ya se sabe pasado. La mirada que ya tiene perspectiva para reflexionar(se) y, precisamente por eso, ya ha perdido aquello que le permitió mirar atrás: la infancia, la inocencia, el tiempo y el espacio -siempre cambiante- que lo conformaron.
*Nota: veáse cómo varía el tono referencial entre los sustantivos canción y niñez si cambiamos el de por un a: Canción de > Canción a.
*Nota 2: Otra cosa digna de comentario sería porqué "niñez" y no "infancia". Si alguien se anima, ya sabe...


 De El cielo sobre Berlín al inglés Wings of desire y Les ailes du désir en francés. Estos tres ejemplos reflejan la bifurcación traductológica en la que se vió el largometraje de Wenders. Decir primeramente que ambas alternativas parecen bastante adecuadas; veremos porqué.  Siendo la más literal y tradicional, es natural que la traducción al español continue mostrando esa mirada -nuevamente, la importancia de la mirada, esta vez física - de los protagonistas. La preposición -que luego dicen que, vacías de significado, no sirven para nada- über ("por encima de", pero sin contacto con el objeto) se corresponde con ese sobre en español que hace que nos posicionemos junto al vuelo de los protagonistas; junto a la cámara de Wenders que sobrevuela un Berlín devastado o una biblioteca llena de ruidos; planeando sobre la memoria de la humanidad encerrada en esa preposición alada. Y, precisamente, este atributo -insisto en la importancia de las preposiciones aquí como portadoras de significado- es el que motiva la segunda traducción, aquella que más liberal, es empleada en inglés y  francés (entre otras lenguas como el portugués o el español de Argentina). Wings of desire o Les ailes du désir, traducciones literales entre sí, muestran esa importancia que antes nos transmitía el über/sobre, ya no porque los protagonistas sean ángeles -que también, natürlich- o que jueguen continuamente con el binomio cielo/infierno, luz/oscuridad, etc. Lo importante sigue siendo la mirada y ésta viene desde arriba; desde el gris de aquellas alas que miran; desde aquella conciencia que, guardiana del todo eterno de la humanidad que vigila, está cansada de ese no-tiempo en el que se prolonga y habita - aquel "to be continued..." con el que se cierra la obra.
"Aquello que el conocimiento no alcanza, el sentimiento lo desea", le dijo Gerardo Diego a Juan Larrea en una de sus cartas. Así, esa alas -wings, ailes- anhelantes de humanidad, de la explosión sensorial puesta en manos de Marion y Colombo ya aterrizado, nos posicionan de manera más compleja e inexacta, ubicación que en alemán y español se nos ofrecía, magnificamente, con una simple y perfecta preposición.



***
Cuando el niño era niño
andaba con brazos caídos,
quería que el arroyo fuera un río,
el río, torrentera,
y este charquito, el mar.
Cuando el niño era niño
no sabía que lo era,
todo tenía un alma,
todas las almas eran una.
Cuando el niño era niño
de nada tenía opinión,
no tenía costumbres,
se sentaba con las piernas cruzadas,
echaba a correr,
tenía un remolino en el pelo
y no ponía caras en las fotos.
era el tiempo de estas preguntas:
¿Por qué yo soy yo y no soy tú?
¿Por qué estoy aquí y no allí?
¿Cuándo comenzó el tiempo,
dónde acaba el espacio?
¿La vida bajo el sol es sólo un sueño?
¿Esto que veo y oigo y huelo
es reflejo de un mundo sobre el mundo?
¿De verdad existe el Mal
y personas que son Los Malos?
¿Cómo es posible que yo, que soy yo,
antes de ser no fuera,
y que yo, que soy yo,
deje un día de ser el yo que soy?
Cuando el niño era niño
no tragaba las espinacas,
los guisantes, el arroz con leche
ni la col estofada,
y ahora lo come todo, y no sólo en apuros.
Cuando el niño era niño,
se despertó una vez en una cama extraña,
y así es cada día,
muchas personas le eran bellas
y ahora sólo cuando hay suerte,
veía claro un paraíso
y ahora, como mucho, lo presiente,
no podía imaginar la nada
y hoy tiembla ante ella.
Cuando el niño era niño
jugaba entusiasmado,
y ahora hace lo mismo, pero sólo
si el juego es su trabajo.
Cuando el niño era niño
le bastaba comer pan y manzanas,
y así sigue ocurriendo.
Cuando el niño era niño
las moras en su mano sólo eran moras,
y sigue siendo así,
las nueces verdes le raspaban la lengua,
y sigue siendo así,
en cada monte anhelaba
el monte aun más alto,
y en cada ciudad anhelaba
la ciudad aun mayor,
y así hace hoy también,
el entusiasmo le llevó a lo alto del cerezo,
como aún hace hoy,
la timidez con los extraños
que todavía tiene,
esperaba las primeras nieves,
y todavía espera.
Cuando el niño era niño
tiró una vara como lanza al árbol,
y allí sigue temblando.
Lied vom Kindsein, Peter Handke (1942).