La relación de nuestra mente con las cosas consiste en pensarlas, en formarse ideas de ellas. En rigor, no poseemos de lo real sino las ideas que de él hayamos logrado formarnos. [...] Decía Goethe que cada nuevo concepto es como un nuevo órgano que surgiere en nosotros. [...] Pensar es el afán de captar mediante ideas la realidad; el movimiento espontáneo de la mente va de los conceptos al mundo.
Pero es el caso que entre la idea y la cosa hay siempre una absoluta distancia. Lo real rebosa siempre del concepto que intenta contenerlo. El objeto es siempre más y de otra manera que lo pensado en su idea. Queda ésta siempre como un mísero esquema, como un andamiaje con que intentamos llegar a la realidad. Sin embargo, la tendencia natural nos lleva a creer que la realidad es lo que pensamos de ella, por tanto, a confundirla con la idea, tomando ésta de buena fe por la cosa misma. En suma, nuestro prurito vital de eralismo nos hace caer en una ingenua idealización de lo real. Esta es la propensión nativa, "humana".
Si ahora, en vez de dejarnos ir en esta dirección del propósito, lo invertimos y, volviéndonos de espaldas a la presunta realidad, tomamos las ideas según son - meros esquemas subjetivos - y las hacemos vivir como tales, con su perfil anguloso, enteco, pero transparente y puro - en suma, si nos proponemos deliberadamente realizar las ideas- , habremos deshumanizado, desrealizado éstas. Porque ellas son, en efecto, irrealidades. Tomarlas como realidad es idealizar - falsificar ingenuamente. Hacerlas vivir en su irrealidad misma es, digámoslo así, realizar lo irreal en cuanto a irreal. Aquí no vamos de la mente al mundo, sino al revés, damos plasticidad, objetivamos, mundificamos los esquemas, lo interno y subjetivo. [...] De pintar las cosas se ha pasado a pintar las ideas: el artista se ha cegado para el mundo exterior y ha vuelto la pupila hacia los paisajes internos y subjetivos. [...] se logra interesarnos por unos personajes como tales personajes; es decir, como ideas o puros esquemas. [...] asistimos al drama real de unas ideas como tales, de unos fantasmas subjetivos que gesticulan en la mente.
José Ortega y Gasset.
La deshumanización del arte.
"La vuelta del revés".
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Y esto, querido Orteguita, ¿no lo dijo ya Bécquer en su Rima V?
Yo soy el invisible
anillo que sujeta
el mundo de la forma
al mundo de la idea.
anillo que sujeta
el mundo de la forma
al mundo de la idea.
Hola! Te escribo aquí porque no tienes acceso directo desde tu perfil a tu correo.
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Saludos y gracias!
Fernando