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miércoles, 21 de octubre de 2009

Tiroteo nacional...

En Clermont los martes también se sale. Y, en esta ciudad monócroma, la fiesta escasea. Pero, de lunes a miércoles, llega a obtener el estatus de "Joder, esto parece Huertas"... Y pienso en Las Cuevas, en Petrov, en Marina; en su insaciable deseo de bohemia y farra en horas nocturnas, en días políticamente incorrectos.
La calle del Príncipe, la plaza de Santa Ana, Huertas abajo... El reguero central donde se juntan alcohol y lluvia. Quizá, también, lágrimas. El Barrio de las Letras y el desenfreno. De los pudorosos secretos a voces que guarda el escándalo público de un Madrid acostumbrado a los cambios de personalidad cuando todos los gatos empiezan a ser pardos... Bajando desde la Iglesia de San Sebastián. El Beni... Calle Atocha a la derecha. Neptuno a la izquierda. Hormiguero de transeúntes, basureros y autobuses. Siempre se acaba en Cibeles. Besos, "hasta mañanas" y un abono-transporte que no pica, porque la mente y las manos están descoordinadas. Monedero, llaves, móvil y mp3. Está todo. La vuelta a casa siempre es dura. También en Clermont. Especialmente, si se hace sin compañía. Porque, en soledad, todo es distinto. La forma de caminar, de hacer fotos, de comer,... Ni mejor ni peor; sólo diferente.

Este mediodía, cuando desperté, sonaba agua tirada detrás de la cancela. Y me dió por hacer tortilla de patatas. Aparemente, sin relación. Sólo la furgoneta que me traía provisiones desde más allá de los Pirineos sabía que, también hoy, todo está relacionado.
Saltas de la cama, coges la sartén y te das el gusto de lamentarte por lo bien que irían unas nanas para levantar la grasa repegada. Pones a calentar aceite jienés de oliva virgen extra; friegas toda la cacharrería que se acumula en el seno de la pila. Sin quitarte el pijama (porque también tiene su aquel trastear en la cocina con el "traje de noche"), pelas y partes una cebolla. Bates los huevos. La casa entera huele a recuerdos de días mojados en la "capital del reino". Y llaman al timbre."Bonjour Mademoiselle... signez ici, SVP" Tabaco, ¡por fin tabaco!, ropa, embutido. Y el edificio se va convirtiendo, poquito a poco, en un escenario. En unas bambalinas donde ya actuaste antes. Cierras la puerta y los 1100km que sientes a diario desaparecen. Y se abre un túnel Avenue des Paulines-Calle San Roque/Calle Bretón de los Herreros. Y hasta parece que has crecido y todo. Piensas en el orgullo patrio de tu abuela y tu madre si te vieran marujear y explotar el gen de ama de casa española en su cocina. Sacas el calendario de tu memoria y empiezas una cuenta atrás, para evitar que lo que salga sea un ligero llanto. Y sonríes. Y enciendes el ordenador para conectar Radiolé.com . Te enfundas el delantal manoseado de dios sabe quién. Y, a modo de objetivo de cámara, o narrador omnisciente, te ves desde fuera: la calle inundada, oliendo a repostería y gasóleo, y sólo una ventana abierta en toda la ciudad, destilando chorros de aceite de oliva virgen extra jienés hirviendo. Unas cortinas mal atadas con gomas de pelo y un pequeño bailoteo, fumando sin parar, con ojeras y coleta de recién levantada...

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A mi tía Sebas, mocita vieja de la familia, quién nunca leerá este blog. Por su felicidad inocente, que abriga y proteje del resto del mundo.

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