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sábado, 3 de octubre de 2009

Y parece domingo en Chicago

Hoy Clermont tiene una luz rara. Es como si dijéramos que ha llegado hasta aquí la tregua del veranillo de San Miguel (o Saint Michael...)
Veo irse a mi casero, con la caja de herramientas en la mano, desde la ventana de la cocina. Y la luz, el talle, o, precisamente, los instrumentos que porta, me han hecho recordar a mi padre.
Hoy es sábado. Y parece domingo...
Pero domingo en el pueblo. En la casa de mis padres, de mi infancia, de mis últimos momentos provincianos. De nuevo, como en cada cambio, Miguel Delibes (como el del veranillo) y su Daniel vienen a leer conmigo en la cama....
Esas sobremesas no demasiado largas (porque todos me mandaban callar al final), interrumpidas por el sopor de la deseada siesta. Tarde del fin de semana. Del descanso. De la luz que se cuela por los cristales de la terraza; ese sol bizarro que se despereza entre unas nubes ya cansadas de llover. Ese amarillo que invita al calor, y que engaña a un tiempo. El frío que comienza y gusta cuando, van cayendo las horas, y tú lo notas desde detrás de la ventana; muy posiblemente, apoyada en el radiador. Y te descubres ensimismada pensando que aún podrás salir a jugar con tu camisetita de manga corta y cuello de barco. Sonríes... O dejas que se te llenen los ojos de agua y de sombras. La infancia, como el estío, ya pasó. Ahora sólo queda cobijarse en el sillón, en la alfombra, bajo una suave y pesada mantita, que arrope bien, y disfrutar del maravilloso consuelo que ofrecen las aburridas y somnolientas películas que pasan por la tele después de comer.


*****
Qué más dará quién pierda o gane, si nunca nos jugamos nada... Suena Eva Amaral y recuerdo salir disparada hacia la plaza de la mano de Leti, matándonos por bailar en la verbena... Y sincera es su bandera... Seguro que, ahora, está sonriendo en esta tarde de domingo rara....

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