Ronda estas fechas el incesante sentimiento de despedida.
Despedida del año que dejo atrás; del curso que se acaba; de los pasos amigos que paran de andar, hacen maletas, y marchan camino a su origen: pasan este paréntesis en la casa del ahorro y la vaguería. Y volver a replantearte la vida, no sé sabe bien para qué, pero con la intención de resolver el nuevo verano y llegar, sanos y salvos a septiembre.
Junio. Finales.
Y Madrid, otra vez, vacío; agotado de calor y de sudores ajenos en sus calles.
Y la mirada que quisieras retener para siempre, vuela en dirección contraria a la del deseo.
Siempre me ha dado miedo pensar si sería para siempre. Un "adiós" definitivo. Parece ser que ahora, no concluyente, pero sí arrastrando un largo exilio.
¿Y ahora? Lejos de los planteamientos post-licenciatura, pienso más en la vida en general post-carrera, post-universidad, post-amigos.
Vuelvo y vosotros os váis... ¿Por qué parece que siempre lo hago todo al revés?
24 de junio. Día de San Juan. En días como éste, mi padre se divierte contándome la historia del día en que nací. "Esa noche, por ser la de las brujas, salía el sol dando vueltas....." Y termina, entre risas, "...así estás tú..." Siempre de acá para allá, como una bala que esquivó lo rectilíneo y prefirió hacer un periplo, por si encontraba algo. Y regresó. De vuelta a la realidad del buscar trabajo para verano, de las vacaciones en familia, de los interminables días al sol en el pueblo, insufribles ratos abanicándose a la sombra, sin sentido, sin principio ni final.
De vuelta a las velas que echan cera sobre la tarta helada que nunca como; a pensar "¿Qué hago yo aquí?" mientras explotan fuegos artificiales desde La Piedad. A cumplir años, otra vez, sin pesar, pero sopesando esto y lo otro en los ratos de melancolía que me alegren mañanas del mes de julio desde la cama.
Hace dos años. Ojalá se pudiese dar marcha atrás dos años. Y volver a ver por primera vez esta casa. Volver a la media de Sobresaliente, sin septimbre ni pagos de terceras matrículas. A la esperanza de un invierno promotedor y feliz. Volver a empezar a conocernos y re-disfrutarlo. Escuchar el hilo musical de la primera mañana las tres, despertándonos con Woody Allen y su clarinete. Cotton club con el café y la película de después de comer. El griterío de Rocío Jurado. Manguerazos de agua y las comidas en la cocina, con el radiocasette de fondo, desde el lavabo. Todo con música. Todo con una banda sonora, especializada en tal o cual momento. Todo transpirando sonrisas y acordes. El pentagrama que escribimos desde los sofás. Desde el escenario inventado para Don Juan, abajo desde el sofá, y Doña Inés, sentada del otro lado; para Frank Sinatra y sus tres coristas; para Martirio, las grandes e inugualables Azúcar Moreno; las coreografías a altas e intempestivas horas mentales.
Los mundos recorridos sin moverse del salón. Porque, en nuestro escondite-universo, tenía lugar y era bienvenido cualquier rayito de sol que se quisiera colar por la venta y compartir palabras; o silencios... Nuestro albergue sin fronteras y lleno de camas: Móstoles, Segovia, Ibiza; Salamanca, Barcelona, la UAX, New York, República Dominicana, Holanda, Argentina.
Mineru, Marceliana, Cascorros de Ledesma.
Literatura, espacio "arquitectura". Momentos autoayuda. Teorías de Chomsky y Alarcos cenando con Nietzsche. Pizarrita y Picasso.
Carpita de circo, zona "chill out"; barra de bar. Sala de juego "apueste y pierda" al mus ;sala de exposicón con las más diversas representaciones artísticas. El proyecto garito: abierto 7/7, 24h.
Lo tibio de tu abrazo los domingos, si librabas, metiéndote en mi cama de 80 sólo para despertarme y llevarme contigo a enredar por ahí, niña hiperactiva e hipocondríaca. Me aburre tanto la quietud desde que tus pasos me enseñaron a pasear hasta el Puente de Segovia... Y subiendo el Paseo de Extremadura, muertas de frío y risa.
El "¡Arriba, vagas!", "¡a comer, que se enfría, niña!"; el "¡venga, que llegamos tarde!"; el "pásamelo" o el "¿Nos vamos a la cama, chicas?"
Hace dos años que el 25 de junio no fue lo que tiene por costumbre. Fue la primera vez que se abría una puertecita tras romper el envoltorio de un regalo. Una puertecita que daba paso a otra, la cual cerrabas y todo quedaba fuera, en el mundo de los otros; y en el nuestro, lo nuestro, nosotros. Lástima que siempre esté demasiado preocupada en los recuerdos o en "el qué será" y me dé cuenta de estas cosas a toro pasado.
Todo parecía que iba a durar para siempre. Y ahora, todo se ha ido, deprisa y sin dejar nada.
(Rafael Chirbes. La buena letra.)
Y todo, ojalá, a cámara lenta...
Despedida del año que dejo atrás; del curso que se acaba; de los pasos amigos que paran de andar, hacen maletas, y marchan camino a su origen: pasan este paréntesis en la casa del ahorro y la vaguería. Y volver a replantearte la vida, no sé sabe bien para qué, pero con la intención de resolver el nuevo verano y llegar, sanos y salvos a septiembre.
Junio. Finales.
Y Madrid, otra vez, vacío; agotado de calor y de sudores ajenos en sus calles.
Y la mirada que quisieras retener para siempre, vuela en dirección contraria a la del deseo.
Siempre me ha dado miedo pensar si sería para siempre. Un "adiós" definitivo. Parece ser que ahora, no concluyente, pero sí arrastrando un largo exilio.
¿Y ahora? Lejos de los planteamientos post-licenciatura, pienso más en la vida en general post-carrera, post-universidad, post-amigos.
Vuelvo y vosotros os váis... ¿Por qué parece que siempre lo hago todo al revés?
24 de junio. Día de San Juan. En días como éste, mi padre se divierte contándome la historia del día en que nací. "Esa noche, por ser la de las brujas, salía el sol dando vueltas....." Y termina, entre risas, "...así estás tú..." Siempre de acá para allá, como una bala que esquivó lo rectilíneo y prefirió hacer un periplo, por si encontraba algo. Y regresó. De vuelta a la realidad del buscar trabajo para verano, de las vacaciones en familia, de los interminables días al sol en el pueblo, insufribles ratos abanicándose a la sombra, sin sentido, sin principio ni final.
De vuelta a las velas que echan cera sobre la tarta helada que nunca como; a pensar "¿Qué hago yo aquí?" mientras explotan fuegos artificiales desde La Piedad. A cumplir años, otra vez, sin pesar, pero sopesando esto y lo otro en los ratos de melancolía que me alegren mañanas del mes de julio desde la cama.
Hace dos años. Ojalá se pudiese dar marcha atrás dos años. Y volver a ver por primera vez esta casa. Volver a la media de Sobresaliente, sin septimbre ni pagos de terceras matrículas. A la esperanza de un invierno promotedor y feliz. Volver a empezar a conocernos y re-disfrutarlo. Escuchar el hilo musical de la primera mañana las tres, despertándonos con Woody Allen y su clarinete. Cotton club con el café y la película de después de comer. El griterío de Rocío Jurado. Manguerazos de agua y las comidas en la cocina, con el radiocasette de fondo, desde el lavabo. Todo con música. Todo con una banda sonora, especializada en tal o cual momento. Todo transpirando sonrisas y acordes. El pentagrama que escribimos desde los sofás. Desde el escenario inventado para Don Juan, abajo desde el sofá, y Doña Inés, sentada del otro lado; para Frank Sinatra y sus tres coristas; para Martirio, las grandes e inugualables Azúcar Moreno; las coreografías a altas e intempestivas horas mentales.
Los mundos recorridos sin moverse del salón. Porque, en nuestro escondite-universo, tenía lugar y era bienvenido cualquier rayito de sol que se quisiera colar por la venta y compartir palabras; o silencios... Nuestro albergue sin fronteras y lleno de camas: Móstoles, Segovia, Ibiza; Salamanca, Barcelona, la UAX, New York, República Dominicana, Holanda, Argentina.
Mineru, Marceliana, Cascorros de Ledesma.
Literatura, espacio "arquitectura". Momentos autoayuda. Teorías de Chomsky y Alarcos cenando con Nietzsche. Pizarrita y Picasso.
Carpita de circo, zona "chill out"; barra de bar. Sala de juego "apueste y pierda" al mus ;sala de exposicón con las más diversas representaciones artísticas. El proyecto garito: abierto 7/7, 24h.
Lo tibio de tu abrazo los domingos, si librabas, metiéndote en mi cama de 80 sólo para despertarme y llevarme contigo a enredar por ahí, niña hiperactiva e hipocondríaca. Me aburre tanto la quietud desde que tus pasos me enseñaron a pasear hasta el Puente de Segovia... Y subiendo el Paseo de Extremadura, muertas de frío y risa.
El "¡Arriba, vagas!", "¡a comer, que se enfría, niña!"; el "¡venga, que llegamos tarde!"; el "pásamelo" o el "¿Nos vamos a la cama, chicas?"
Hace dos años que el 25 de junio no fue lo que tiene por costumbre. Fue la primera vez que se abría una puertecita tras romper el envoltorio de un regalo. Una puertecita que daba paso a otra, la cual cerrabas y todo quedaba fuera, en el mundo de los otros; y en el nuestro, lo nuestro, nosotros. Lástima que siempre esté demasiado preocupada en los recuerdos o en "el qué será" y me dé cuenta de estas cosas a toro pasado.
Todo parecía que iba a durar para siempre. Y ahora, todo se ha ido, deprisa y sin dejar nada.
(Rafael Chirbes. La buena letra.)
Y todo, ojalá, a cámara lenta...
Es una pena que se acaben fases de la vida. Sobre todo cuando han sido tan buenas.
ResponderEliminarEsperemos que otras mejores estén por llegar.
Un beso wapa!
Pues te deseo un feliz cumpleaños de tu día de San Juan, aunque con un poco de retraso.
ResponderEliminarMe ha gustado esta evocación tuya de recuerdos tan agradables que siempre nos quedan ahí en un rincón de la mente. Y espero que el acabar tu licenciatura te abra muchas puertas, aunque los tiempos sean un tanto difíciles.
Que las nuevas fases de tu vida sean tan agradables como ésta que explicas. Un beso.
tu tranqila que algún día volveré a despertarte, ya sea por vacaciones o por teléfono, jeje, pero lo haré.
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