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jueves, 30 de junio de 2011

Carbo...

¿Sabes?


Mi abuelo tenía un perro que vivió muchos años - casi tantos como él. Estaba cojo y era mezcla de perro callejero y lobo, o pastor alemán - fue la eterna disputa por su identidad. De pelo marón y negro amarillento, sus orejas puntiagudas y su manita inutilizada le daban más aire de niño bueno que de bestia. Se llamaba Carbonero y el abuelo decía "eres más majo que las pesetas". Se llamaba así porque lo encontramos, de pequeñito, entre la nieve y los chaparros del alto de la Carbonera, a la salida del pueblo, antes de bajar al valle y la cantera.
Desde ese día , el perro siempre se sentó a la sombra que daba el cuerpo del abuelo recostado en el poyo de casa, vislumbrado en las alturas, como un santo para el devoto animal, entre las hojas de uva enredadas.

El abuelo pasó sus dos últimos años encamado, hablando, con la fiebre y la memoria, de la guerra. Carbonero esperaba debajo de la parra en verano; al resguardo, tras la cortina de la puerta, en invierno, queriendo engañar al sol de uñas del mes de marzo. Cada vez que sonaba la puerta, buscaba bajo el dintel, como sonriendo su hocico, la esperanza de la sombra del amo. Lo esperaba para volver a ir hasta el caño del pueblo a sentarse, en el banco de hierro de la carretera, con los demás viejos; viendo pasar los pocos coches que recordaban el ocaso del pueblo; viendo pasar el tiempo o la muerte...

Carbonero esperaba y, al final, vio salir al amo... Dos días después, el animalito murió, como oliendo el vacío de la cama, tras el entierro. Encontramos a Carbonero, tal y como solía esperar la caricia del amo: fiel, debajo de la parra y con la gancha del abuelo entre las fauces.

6 comentarios:

  1. ¡Hola Judith!
    Es muy bello este relato tuyo sobre tu abuelo y su perro Carbonero, fiel guardián de su amo y que gustaba de posarse en su sombra.
    Llegan a querer tanto que en ocasiones como ésta, no pueden seguir viviendo, no pueden aceptar la muerte de quien para ellos ha significado tanto.
    Yo también estoy muy contenta de que hayamos coincidido en nuestros post, en poner al perro como protagonista de los mismos.
    Un abrazo.

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  2. ¡Hola Clariana!
    Me alegro que te guste el relato. La verdad que fue algo increible ver este suceso; nos dio mucha lástima pero se demuestra la fidelidad y el amor de los animales hacia sus amos. Por aquí hay un refrán que dice "Los perros y los niños, donde hay pan y cariño". Parece un poco heavy, pero después de cosas así, veo que se cumple 100%.

    Un abrazo.

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  3. ¡Hola Judith!
    Yo en realidad vivo en Sta. Coloma de Gramenet, pero he vivido mucho tiempo en Barcelona, me fui allí porque la escuela donde trabajaba estaba en ese lugar y allí sigo todavía.
    Sta. Coloma no es tan bonito como Barcelona, en realidad es una prolongación de esa ciudad, la penúltima estación de metro de la línea 1 de Barcelona, es periferia y es un pueblo pero muy habitado como Hospitalet o Badalona.
    Si necesitas alguna cosa que yo pueda mirar te doy mi correo:
    mleria100@gmail.com
    En Barcelona están bastante caros los pisos y los alquileres, en la periferia un poco menos caros, pero el tema de la vivienda está bastante mal. No obstante si te interesase puedo preguntar en alguna agencia o agencias.
    Un abrazo.

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  4. Vaya, qué historia más triste...
    Justamente hoy mi yaya me ha presentado a su nueva perrita. Resulta que el sábado pasado de fue a dar una vuelta por Sant Cugat y hacía tanto tanto calor que se sentó en la terraza de un bar a tomarse un granizado. Y justo delante había una paradita que regalaba perros... y sólo quedaba ésta. Total, dice que le dio tanta pena ver al pobre animalico tostándosa bajo el sol, que se levantó y le dijo a la chica: Me la llevo. Y tan contenta que se fue a casa con la perrita :D Esta mañana he ido a verlas y no sé quién de las dos estaba más feliz, si la perra o la abuela... xDD

    ¡Un besote, bonita!

    Sara

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  5. Hola Sara.
    ¡Qué bien que tengas perrita nueva! ¿Se lleva bien con Dexter? Tu abuela también es más maja que las pesetas, no me digas... Me imagino a las dos, perra y abuela, tomándose el granizado...jejeje
    ¿Y qué nombre le ha puesto?

    ¡Un abrazote fuerte!

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  6. Judith, bonita!
    La perrita no es mía, es de mi yaya, y se llama Cata. No sé si es por Cataluña, por cataplasmas o por cata-crack, pero el caso es que se llama así.
    ¿Qué me dices del verano? ¿Te abandonan? ¡No me digas! Yo no tengo ni idea de qué voy a hacer en mis tan anheladas vacaciones, pero cuenta conmigo para una cervecita o dos o tres cuando quieras si estoy por aquí! Ya me irás contando tus planes... ¡en ná te tenemos en Barcelona, pendeja!
    ¡Besotes!

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