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lunes, 14 de enero de 2013

El Caso Sansueña o la sombra del lazarillo es alargada.


Da Sansueña en llamar "la cuesta de enero" a ciertos baches económicos, políticos y morales por los que se ve especialmente atacada en estos días. Y como si verdaderamente estuviese su geografía inclinada en un por cierto más alto del habitual, emprenden su jornada los sansueñeros echándose la mano a la zona inferior de la espalda exhalando un "ay, por dios".
Este día oscuro, como algunos confiesan en el abrigo que ofrece la clandestinidad de un bar y media botella de vino, se está haciendo demasiado largo. "El caso es que nadie deja de robar, oiga". Pues cómo van a dejarlo, si ustedes se lo siguen permitiendo... "Ya, hombre, ¿pero qué hacemos, una guillotina?"
Tienen razón estos vacilantes compadres de la parroquia del buen beber y mejor tragar...

"Mire, ya saldremos. Allá en el 50..." Todo es comparación y consuelo en Sansueña. El actuar les dio pereza. El actuar se lo dejaron a otros... Y de ahí el nombre, porque el que hambre tiene con pan sueña. "Claro, hombre, de qué si no..." Pero es que si no hacen nada, todo seguirá igual. "Calle, calle. Y escuche, que va a cantar la Voz."

Una vez más, no encuentro uno más que charanga y pandereta; pan y circo. La voz cantando y las manos (largas) robando. Todo se mantiene al ralentí en este peculiar país de unos pocos. De la existencia de la masa, de su encogimiento de hombros ante la supuesta idiotez que les venden en pildoritas diarias televisivas y el eterno perdón en que fueron educados, sólo queda constancia en la pétrea memoria de los cementerios.

Sueña
Sansueña,
Y el hacer,
dejárselo al amo. 

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