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viernes, 19 de agosto de 2011

Atea por la gracia de Dios.

No les voy a decir cosas que ya saben. Nunca me he sentido integrada, ni integrante, de ningún grupo. No me siento a gusto con una masa pensando igual que yo (es más, me asusta). Me siento bien paseando sola; sola en mi habitación, la biblioteca; trabajando en un puesto sin compañeros; ir al cine o al teatro sola. Me siento bien así. Me siento más llena. Siento, en definitiva, todas mis capacidades disparadas, alerta. Y eso es lo que, en definitiva, creo que es vivir para mi. La felicidad es eso.
Sin embargo, estos pequeños lujos de soledad y auto-disfrute, no me dan derecho a imponerme. No trato de convencer al resto de lo equivocados que pueden o no estar. Que la verdad absoluta es la que yo creo para mi forma de ser, pensar, actuar, vivir. No. Puedo no compartir una idea. Pero sé respetar, o al menos, lo intento y aprendo.
Es, precisamente, gracias a estas breves pautas de comportamiento dentro de la tribu - aislarse, lo crean o no, es también una manera de (sobre-)vivir en sociedad - que acudí ayer tarde a Tirso de Molina. Fui porque creo en unas libertades que se nos roban día y día, con la ayuda de la demagogia y el embelesamiento ante unos medios de comunicación oprobiosos e insultantes para quien se atrebe a atisbar. Los que intentan buscar una realidad que les sea fácil, llevadera; encontrar caminos y camisas que les permitan respirar por las mañanas en el trabajo. Cinturones que, ante la necesidad, se aprieten sin provocar desánimo, desilusión, derrumbes de conciencia. En definitiva, modus vivendi, que les permitan ser coherentes con sus ideas; consecuentes con sus actos, responsables y dueños del máximo imperio que tenemos los seres humanos: la existencia. Por esto, ayer me manifesté. Porque soy creyente: creo en los derechos del hombre. Creo que es mi vida y tengo derecho a relizarla de la manera que quiera para obtener felicidad en su transcurrir. Y, ya que creo en estos derechos universales, los respeto. Respeto el derecho del resto a hacer lo mismo que yo; la noble y ardua empresa de buscarse, encontrarse y vivir. Como quieran, con quien quieran. Y empleando, para ello, los útiles que más convenga a cada cual.

¿Les parece básico? Pue mucho me temo que hay a algunos que no lo creen así. Imposición, castigo, sermones.  Eso es lo que se esconde tras la rancia tradición de nuestro país. Colegios religiosos con ayudas públicas; retribuciones estatales a la Iglesia por contar con un número de gente entre sus filas - gente, por cierto, que pedimos apostatar, que deseamos la excomunión, y se nos niega, remitiéndonos, una y otra vez, hacia un futuro inalcanzable con el españolísimo "vuelva usted mañana". Casillas absurdas y ya marcadas porque, queramos o no, marquemos o no la famosa casillita, una parte de nuestra contribución, va a parar a las arcas eclesiásticas. Parecía poco tener que lidiar con la inserción de la opinión religiosa de grupos fanáticos como el Opus Dei, los Legionarios de Cristo, etc.  No al sexo prematrimonial. No al uso del preservativo. No al aborto. No a las relaciones homosexuales. No al matrimonio homosexual. No a las familias homoparentales. No a una muerte digna. No... No... y más No. Pero sí al sufrimiento de enfermos terminales. Sí a la crítica y al insulto de homosexuales, a los que defendemos el aborto. Sí a que se les siga pagando tributos - los pecheros somos gente dura. Sí a la superchería impositiva por encima de la Razón Universal. Sí a ser más que nadie; a creerse dueños y señores del mundo, pudiendo condenar a morir de VIH a países como Somalia, Zaire, Nigeria, Camerún, criticando el uso del condón. Sí a vivir del cuento lavacerebros, que, por cierto, modifican para su propio beneficio. Y, ¡hala! a montar orgías religiosas por el mundo. Pagadas, evidentemente, por los obreros. Merendolas, reuniones fariseas y conciertos allá donde se les antoje. ¿Por qué NO a la celebración del Orgullo Gay y sí a los cánticos religiosos, a los "after papa" que hay montado por tada la ciudad, impidiendo tráfico, tránsito y vida normal? ¿Por qué el 15M, movmiento ciudadano, no puede manifestarse y el papa y sus secuaces pueden alzarse al grito de "Esta plaza es del Papa"? ¿Por qué yo, que trabajo, no tengo ni para pagarme el abono de familia numeros en transportes y ellos, hordas de orcos irrazonables, se mueven libremente y gratis por Madrid y en transporte PÚBLICO?

¿Verdaderamente hemos salido de la Edad Media? ¿Es cierto que el Estado y la Iglesia ya no es lo mismo? Perdonen, pero, quien crea así, se equivoca de parte a parte. Este gobierno meapilas y cobarde, que deroga leyes a favor del aborto por visitas vaticanas, como en 2009; esta sarta de mentiras polítcas y corruptos, que empezaron con buen pie quitando crucifijos de las escuelas públicas, se han bajado los pantalones y han besado el suelo que pisaba su Santidad. ¿Saben qué? Mientras se despilfarra agua, se cortan calles, se desvía el tráfico, se paraliza la puñetera capital de este páis por un abuelo en bata con bastón de oro e ideas inicuas; al pueblo de Madrid se le niega manifestarse en sus plazas - porque las plazas, queridos voluntarios y jornadistas, son nuestras, del trabajador, del contribuyente, del ciudadano libre que las paga y mantiene con su trabajo. Al pueblo de Madrid se le desaloja, literalmente, a palos, a empellones, a golpes de porra, insulto y provocación. Al pueblo de Madrid, y de España entera, el cual está en su mayoría constituido por ciudadanía geriátrica, se le cobran los pañales para ancianos, las tiras radioactivas de la orina, las medidoras de glusosa en sangre.

¿Y yo soy un perroflauta, una okupa, una sinvergüenza terrorista por no creer en estos mercaderes del templo? Creo que, si después de la manifestación de ayer no quedó claro que España quiere ejercer su condición constitucional de país laico y aconfesional; que los cristianos de base se avergüenzan de la Iglesia católica, apostólica y romana; que no queremos unión entre Estado e Iglesia; que Cultura y Religión no son compatibles. Si el miércoles no quedó claro todo eso, que baje Dios, San Pedro o el mismísimo Papa - si tienen lo que hay que tener- y nos lo digan...
Es mi vida. La vida de los míos. La vida de todos y cada uno de nosotros. Idos a freis espárragos al Vaticano. Es mi oportunidad. Y no pienso malgastarla MÁS en vosotros.

Yo apostato; me retiro de esta secta con el mismo derecho que Rouco da y retira la excomunión.

Si quieres vacaciones, si quieres reuniones, si quieres misiones...

NO con mis impuestos.

...Ni Papa ni hostias....
Por un país laico de verdad.



***

PS: "Policía", del latín politīa, y éste del griego πολιτεία (RAE)
1. f. Cuerpo encargado de velar por el mantenimiento del orden público y la seguridad de los ciudadanos, a las órdenes de las autoridades políticas. 2. f. Buen orden que se observa y guarda en las ciudades y repúblicas, cumpliéndose las leyes u ordenanzas establecidas para su mejor gobierno.




Sí, quizá sí...  ¡¡¡Que vienen los grises!!!

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