Al entrar al oratorio, mi corazón palpitó. Allí estaba María Rosario[...]; me adelanté a saludarla. Ella me respondió temblando: También mi corazón temblaba, pero los ojos de María Rosario no podían verlo. Yo hubiérale rogado que pusiese su mano sobre mi pecho, pero temí que desoyese mi ruego. Aquella niña era cruel como todas las santas que tremolan en la tersa diestra la palma virginal. Confieso que yo tengo predilección por aquellas otras que primero han sido grandes pecadoras. Desgraciadamente María Rosario nunca quiso comprender que era su destino mucho menos bello que el de María de Magdala. La pobre no sabía que lo mejor de la santidad son las tentaciones.
Sonata de Primavera (1904)
Valle-Inclán
Amparina, yo estoy con la etapa esperpéntica. O más bien con su influencia.
ResponderEliminarOle por Alex de la Iglesia, ole por la Maura y ole por la Terele Pávez!!!
Y no sé si te has fijado que sólo les separan 100 años justos...
Mira que es grande "La Comunidad"... Me he quedado un poco "patidifusa" al leer el lado más Modernista de Valle. Una, acostumbrada a los cóncavos recovecos del esperpento, no deja de sorprenderse con las princesitas de ensueño, los jardines italinaos y los caballeros con capa que luchan por amor y honor en medio de un rito de maldición a lo gitanillo de ultratumba... Pero, eso sí, ¿te has dado cuenta que SIEMPRE anuncia el mal agüero con el ruido de animales? Y ya no sólo con el famoso cuervo negro, las ranas o los cerdos -como en la peli-... ¡Bravíssimo! =)
ResponderEliminarPor c2ierto, estoy terminando el trabajo de "Lo Somni"... ¿Me pasas algo de lo que hablamos entre leches de pantera sobre la prohibición de los ensayos? ¿Te acuerdas lo que era?
Gros bisous!