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sábado, 23 de octubre de 2010

Valle-Inclán o las luces de una sempiterna crisis

"Las imágenes más bellas, en un espejo cóncavo, son absurdas."

(Luces de Bohemia. Esc. XII)

Es de noche. Ventanuco rectangular. Luz de patio interior que se cuela a través del vidrio translúcido. Bulto humano -pijama, pitillo, pañuelo en mano y bolsillo- que, impávido en una butaca, teclea a trote de caballo. Resoplidos. Miradas hacia el techo. Llanto de un niño. Nerviosismo noctámbulo tintineando en un vaso de cola cao. Madera crujiendo bajo unos pies del otro lado de la pared.

Esta podría ser, a imagen y semejanza valleinclanesca, la acotación que describiese, en este instante, mi ahora -como tiempo presente-. Quiero decir que son más de las 2 de la madrugada y aquí no hay dios que pegue ojo. Los vecinos del 1º dcha. -que desconocemos el número exacto de inquilinos que entran en este uso del plural- tienen un pequeño retoño que no se conforma con joderles las noches a sus padres, sino que también nos tiene en danza a medio bloque... Los "Juan, calienta un poco de leche" preceden a "Joder, vaya nochecita".... A esto, se les suele unir, a modo de protesta magnánima, el coro de grillos conformado por el "dúo del 18": una madre y una hija sin desperdicio alguno. Las chicas erasmus, estrenando su 3º sin ascenso, cuya "cremallaire" arrastra resaca e inicios verbeneros (sin usos peyorativos, vaya a ser que por el parecido con el dicho, alguien se ofenda), por lo que el dueño de la librería (bajo izq.) se dedica a subir cada media hora y quemar el timbre. Sin contar con las resonancias del 4º piso: desde los dos exteriores, hasta el último habitáculo interior, todo es una caja hueca inhabitada (e inhabitable) que hace las veces de salvoconducto de sempiternas humedades y aseguradora del eco perfecto. La traca final sale del piso franco del que suponemos "terrorista": la señora Apolonia, que, a la tierna edad de 95 años nunca baja de su casa, y sólo el olor a basura y los esporádicos gruñidos que se oyen por la escalera y los rellanos nos deja claras muestras de vida más allá del 4º.

Y yo, en mi bajo derecha, amén de enamorados que se besan tras las rejas de mis ventanas -o gentes con copas en la mano que les da el apretón y deciden parir inmensos tropezones de la que parece su última cena- ; el portazo que siempre pega el listo que baja la basura y el perro a las 4 de la mañana -¡cómo me joden a mí los listos!-; el camión de la basura que se sincroniza con mis horas de sueño; los vecinos que charlotean a gritos cuando vienen de fiesta, en el portal (en ocasiones, ya tomado por los amantes de la ventana).... Quiero decir, ni que sea lunes, ni domingo, ni Jueves Santo. Una no pega ojo. Pero ya bien enseñadita, aprovecha el tiempo como mejor puede. ¿Que no podemos dormir? Bueno, leamos.

Desde que empecé el curso hace quince días, tengo el inmenso placer de tener apiladas lo que parece un sinfín de lecturas recomendadas. Textos desde Bernat Metge hasta Max Aub, pasando por Gracián, el padre Feijóo , Ortega y Gasset, Jacinto Grau o Claudio Guillén. Pero la noche de hoy he querido reservármela para algo especial -y no por ser friki, que también, sino porque ya me sé yo esto de no poder dormir-. Unas letras por las que valiese la pena -sin desestimar a todo lo demás- imbuirse en las entrelíneas y salir a dar un paseo nocturno en buena compañía. Es extraño, pero siempre se acaba recurriendo a él en noches de derroteros.... Max Estrella. Hiperbólico andaluz, poeta de odas. Me agrada su presencia porque, debido a la situación actual, él sabe expresar muy bien la voz de la conciencia. Quizá también le haya dedicado esta noche por su plasticidad con la que ve la vida deformada: desde mi pequeño cubículo madrileño hasta el último recoveco de España. De una España que goza en reiterarse, en recaer, en olvidar lo malo para volver a sufrir. Deformarte. " [...] repleta de trampas, ineficacia política y falsa moral inoperante. La realidad española aparece doliente y maltratada, cabeceando de ruina en ruina, entre asonadas de violencia o degradación brutales." Igual que esta estridente noche, con dolor de cabeza, en la que uno no deja de parar de dar vueltas en al cama, deshaciéndola, pasando frío si se salen las sábanas de su sitio, sin dar con aquello que le haga pillar el sueño y acabar con toda la angustia del "no poder".

En un apartado del prólogo que a la edición de Austral le hace Alonso Zamora Vicente (al cual, pertenece la cursiva entrecomillada del texto), me quedo embobada mirando al frente y topo con la televisión. Engañabobos o muestra clara, reflejo del "afuera", la pantalla toma tintes de luminaria y el plasma comienza a darme detalles; pienso en las diferentes cadenas, los noticiarios, que no son más que diversos pasadizos al horror: un espejo en el que mostrar atrocidades y esperpentos humanos, como ya lo hicieran el Bosco; Goya; Salvador María Granés; Valle-Inclán. "El espejo [...] motivo folclórico [...] precisos, reales, exactos [...] en la calle del Gato [...] explicación que ha transcendido para siempre la existencia de ese pasadizo oscuro, triste, camino de ninguna parte." La tele o ese espejo de vuelta a la realidad; la realidad de esta noche en la que no puedo dormir; noche de la que la “piel de toro” no termina de despertar. El crepúsculo de la crisis, la pobreza, el desempleo, la desesperanza. "Un desfile alucinante de gentes alicaídas, a las que la vida ha zarandeado como muñecos, como personajes de un gran guiñol, resucitados desde un hondo rincón de la memoria para enseñarlos, ejemplarmente, en lo que tienen de dolorido fracaso."

Por estos reflejos que trae de vuelta Valle, elijo a su Max Estrella y a su Don Latino, como guías en un viaje dantesco a través del tiempo que corre mi/nuestro ahora –mi/nuestro tiempo presente-, más allá del niño que llora, de las señoras que gritan; o , quizá, a través de sus quejidos, también. Los elijo a ellos como compañeros porque tanto autor como personaje, se sintieron "asaeteados por la preocupación de España. [...] una España caduca, sin aliento, sin ética. Una España que era -y me permito actualizarlo al presente más inmediato... 'que era y que es'- la caricatura de sí misma.[....] una España sorprendida en trance de ruina, en desmoronamiento irremediable."

Los elijo por su capacidad de ver el error; por su ansia reformadora; por echarse las manos a la cabeza y pensar "esto no puede seguir así". Por su colectividad crítica y responsable de lo que nos está tocando vivir. Por su "insoslayable urgencia de , de estar en un aquí y en un ahora, del que no se puede nadie considerar insolidario. Detrás de eso surge, amenazadora, una desconsolable anonimia, la de la vida aislada [...] donde se comparten engañosamente las veinticuatro horas del día, pero donde resulta difícil hallar un co-latido próximo."

Y lo sigo eligiendo, por sus dentelladas a "la realidad marginada del vivir", en la que nadie se atreve a decir "esta boca es mía". Por su crítica a esta sociedad estúpida que continúa llamando "intelectuales" a los toreros; "tertulianos" a chabacanos sandios mediáticos; el aplauso que ovaciona la forma mentis de la mentira y la eleva a modus operandi en nuestro país; patrañas que no permiten ver "el desfile claudicante de gentes sin meta, sin alientos ni futuro" de la que está superpoblada esta noche en la que muy pocos pueden dormir con la conciencia o, al menos, el ánimo tranquilos.

"Que la noche de Max Estrella no sea más que un viento último, volandera ceniza, pero esperanza, sí, esperanza en un mundo más cordial y desprendido, donde haya siempre tendida una mano al infortunio.”

2 comentarios:

  1. Me han entrado ganas de Leer sobre Max Estrella.
    :)

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  2. Yo que estoy tan feliz en mi mundo de Yupi parisién, de Pseudolus y Faustos y caballeros andantes... Tronca, necesitas un jas.

    Ah, y léete mejor las Sonatas, que no son mucho más alegres, pero sí menos realistas.

    Besitos

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