A la orilla de tu carne,
máscara, escalera.
Exilio, camino dormido;
más allá, quizá,
un suspiro...
Tarde para errar,
para escuchar,
para mirar más lejos
que la orilla de la carne.
máscara, escalera.
Exilio, camino dormido;
más allá, quizá,
un suspiro...
Tarde para errar,
para escuchar,
para mirar más lejos
que la orilla de la carne.
Es lo más hermoso que he sentido nunca. Qué cantidad de tiempo para sentir cosas. Un cuerpo que se abre al hablar. Un sema golpeándote en la cabeza. Volar. Caer de bruces en su lecho impreso. El polvo que abraza entre el abrazo de unas manos, de unos dedos que sujetan, inquietos, la dureza del fin no deseado; apresurándose... El ritmo del verso palpitante en la nuca cuando pasas... y pasas... y sigues pasando filos. Búsqueda de una intuición verbal; una complicidad entre las comas. El instinto es tachar, apuntar, glosar. Re-corregir. Una propia experiencia de la sensatez, vuelta sobre sí misma. La actitud re-inventándose. Imprescindible dar(se) forma. Re-correr. "Haz el mundo,ya estás." Base técnica y paciente. Soñarse otro en ellos: hacerse pajas en el durante... y echarlo de menos al concluir. El punto final. Pasta dura, contraportada. Sello de papiro al cofre de su historia. Alzar el brazo, estantería. Luz apagada. "Fue un gusto conocerte. La próxima vez, serás ya distinto para mí. Y te tomaré como nuevo amante. Re-encontrarte los puntos. Y volver a disfrutar la tristura de re-acabarte..."